/ domingo 15 de enero de 2023

¿Qué reforma laboral llegó para los mexicanos?

De acuerdo con un informe de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE, 2021), México se mantiene como el país con las jornadas más extensas, incluso durante la pandemia. El promedio es de 2,124 horas de trabajo al año, unas 8 o 9 horas diarias pero, contrariamente a lo que se puede esperar, ha incrementado la pobreza. Este fenómeno, está asociado a causas exógenas como la Ley Federal del Trabajo, el salario mínimo impuesto cada año, inflación y políticas económicas del gobierno federal; pero también, como casusas endógenas, a los hábitos financieros del trabajador.


La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL, 2022) proyectó que en 2022 incrementaría en 2.5 millones de mexicanos que pasarían a la pobreza, debido a los altos niveles de inflación y la reducción del crecimiento económico. Así nos topamos con un año poco benéfico para el ambiente laboral y el futuro financiero de todos; aunque los jóvenes, que están concluyendo carreras profesionales e incursionan al campo laboral, se topan con condiciones poco favorables.


El asunto de las horas laborables tiene un debate que se consideró para reformar el artículo 76 y 78 de la Ley Federal del Trabajo. En voz del director de la OCDE en México, Roberto Martínez, en el transcurso del tiempo laborado la productividad no es igual; agrega que la cultura mexicana reconoce más bien el tiempo de trabajo y no necesariamente el valor que generan durante ese tiempo. Si bien, la pandemia hizo que se redujera en un 38% las horas trabajadas, no fue porque las empresas mandaran a sus casas a los empleados, sino porque hubo desempleo. Así pues, los mexicanos trabajamos mucho, pero los niveles de productividad son bajos.


Por supuesto que los contratos menos estables son para los trabajadores jóvenes, sobre todo en los sectores más afectados por la pandemia (servicios). Para 2022, la reactivación del empleo -a decir del directivo- entre más lenta sea y si los empleadores y los trabajadores no sean capacitados para lograr convertir fuerza laboral en competencias, habilidades y destrezas, la población joven vivirá más afectada su vida productiva que se puede traducir en subempleo, precariedad e informalidad.


Como se publicó el 27 de diciembre de 2022 el Decreto de reforma, pero la menos llegó antes del día de los inocentes, y entró en vigor el 1º de enero de 2023. El artículo 76 establece que las personas trabajadoras que “tengan más de un año de servicios disfrutarán de un periodo anual de vacaciones pagadas, que en ningún caso podrá ser inferior a doce días laborables, y que aumentará en dos días laborables, hasta llegar a veinte, por cada año subsecuente de servicios. A partir del sexto año, el periodo de vacaciones aumentará en dos días por cada cinco de servicios”. Y el Artículo 78 dice que “Del total del periodo que le corresponda conforme a lo previsto en el artículo 76 de esta Ley, la persona trabajadora disfrutará de doce días de vacaciones continuos, por lo menos. Dicho periodo, a potestad de la persona trabajadora podrá ser distribuido en la forma y tiempo que así lo requiera.”


Nada mal con lo que se ha dado en llamar Vacaciones Dignas, pero también deberá cambiar nuestra cultura laboral. Efectivamente, más capacitación para darle valor a nuestro trabajo, porque todavía no llega la reforma de reducción de jornada laboral. Pero también, la capacitación tendría que ir orientada a adoptar una cultura financiera que evite gastos infructuosos, gastos hormiga, gastos irracionales, para optar por una vida con calidad. Entonces, esta necesidad pública se debe traducir en políticas públicas que generen una estrategia para desarrollar habilidades en los trabajadores, ya sabemos que la ley como letra simplemente no resuelve. Bienvenido el Año Nuevo.




*Politóloga, profesora-investigadora. Miembro Fundadora de la AMECIP y secretaria de Membresías. Mail: margarita_arguelles@hotmail.com

De acuerdo con un informe de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE, 2021), México se mantiene como el país con las jornadas más extensas, incluso durante la pandemia. El promedio es de 2,124 horas de trabajo al año, unas 8 o 9 horas diarias pero, contrariamente a lo que se puede esperar, ha incrementado la pobreza. Este fenómeno, está asociado a causas exógenas como la Ley Federal del Trabajo, el salario mínimo impuesto cada año, inflación y políticas económicas del gobierno federal; pero también, como casusas endógenas, a los hábitos financieros del trabajador.


La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL, 2022) proyectó que en 2022 incrementaría en 2.5 millones de mexicanos que pasarían a la pobreza, debido a los altos niveles de inflación y la reducción del crecimiento económico. Así nos topamos con un año poco benéfico para el ambiente laboral y el futuro financiero de todos; aunque los jóvenes, que están concluyendo carreras profesionales e incursionan al campo laboral, se topan con condiciones poco favorables.


El asunto de las horas laborables tiene un debate que se consideró para reformar el artículo 76 y 78 de la Ley Federal del Trabajo. En voz del director de la OCDE en México, Roberto Martínez, en el transcurso del tiempo laborado la productividad no es igual; agrega que la cultura mexicana reconoce más bien el tiempo de trabajo y no necesariamente el valor que generan durante ese tiempo. Si bien, la pandemia hizo que se redujera en un 38% las horas trabajadas, no fue porque las empresas mandaran a sus casas a los empleados, sino porque hubo desempleo. Así pues, los mexicanos trabajamos mucho, pero los niveles de productividad son bajos.


Por supuesto que los contratos menos estables son para los trabajadores jóvenes, sobre todo en los sectores más afectados por la pandemia (servicios). Para 2022, la reactivación del empleo -a decir del directivo- entre más lenta sea y si los empleadores y los trabajadores no sean capacitados para lograr convertir fuerza laboral en competencias, habilidades y destrezas, la población joven vivirá más afectada su vida productiva que se puede traducir en subempleo, precariedad e informalidad.


Como se publicó el 27 de diciembre de 2022 el Decreto de reforma, pero la menos llegó antes del día de los inocentes, y entró en vigor el 1º de enero de 2023. El artículo 76 establece que las personas trabajadoras que “tengan más de un año de servicios disfrutarán de un periodo anual de vacaciones pagadas, que en ningún caso podrá ser inferior a doce días laborables, y que aumentará en dos días laborables, hasta llegar a veinte, por cada año subsecuente de servicios. A partir del sexto año, el periodo de vacaciones aumentará en dos días por cada cinco de servicios”. Y el Artículo 78 dice que “Del total del periodo que le corresponda conforme a lo previsto en el artículo 76 de esta Ley, la persona trabajadora disfrutará de doce días de vacaciones continuos, por lo menos. Dicho periodo, a potestad de la persona trabajadora podrá ser distribuido en la forma y tiempo que así lo requiera.”


Nada mal con lo que se ha dado en llamar Vacaciones Dignas, pero también deberá cambiar nuestra cultura laboral. Efectivamente, más capacitación para darle valor a nuestro trabajo, porque todavía no llega la reforma de reducción de jornada laboral. Pero también, la capacitación tendría que ir orientada a adoptar una cultura financiera que evite gastos infructuosos, gastos hormiga, gastos irracionales, para optar por una vida con calidad. Entonces, esta necesidad pública se debe traducir en políticas públicas que generen una estrategia para desarrollar habilidades en los trabajadores, ya sabemos que la ley como letra simplemente no resuelve. Bienvenido el Año Nuevo.




*Politóloga, profesora-investigadora. Miembro Fundadora de la AMECIP y secretaria de Membresías. Mail: margarita_arguelles@hotmail.com