/ lunes 18 de abril de 2022

Crece mancha urbana, alertan sobre déficit de árboles nativos en Puebla capital

Si los árboles de la ciudad pudiesen ser censados, el resultado seguramente sería que las especies nativas del ecosistema poblano son minoría o inexistentes

El acelerado crecimiento urbano que la ciudad de Puebla experimentó durante las últimas cuatro décadas dio entrada a un fenómeno que ha impactado negativamente y de forma paulatina en el balance ecológico municipal: el déficit arbóreo. Para garantizar un ambiente seguro, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que en una ciudad existan por lo menos 16 m² de vegetación por habitante. En Puebla capital esa cifra es de apenas 4 m². El otro problema detrás de esa diminuta cifra es que muy pocas especies en la ciudad son endémicas de la zona y por ello sus funciones naturales pueden verse limitadas.

Para Romeo Alberto Saldaña Vázquez, doctor en Ciencias por el Instituto de Ecología A.C. y académico del Instituto de Investigaciones en Medio Ambiente, Xabier Gorostiaga SJ, de la Universidad Iberoamericana Puebla, la demarcación en cuestión ya empezó a padecer los efectos de la escasez de vegetación natural. El principal y más evidente, dice, es el de los problemas de salud asociados a la mala calidad del aire. “Va a haber población cada vez más afectada” y advirtió que los efectos pueden aumentar en los próximos años.

En el municipio predomina la llamada infraestructura gris, la cual hace referencia a todo aquello que es construido por la humanidad con el objetivo de satisfacer una o varias necesidades de subsistencia; esta se encuentra muy por encima de la infraestructura verde, misma que tiene la funcionalidad de beneficiar al ecosistema y a los seres vivos, pero a través de las cualidades biológicas.

Foto: Iván Venegas | El Sol de Puebla

Mediante una entrevista con EL SOL DE PUEBLA, Saldaña Vázquez precisó que pese a que se trata de un fenómeno generalizado en la demarcación, la zona conurbada es la que más peligra actualmente. La razón de ello no va más allá de lo evidente, pues para nadie es un secreto que la densidad poblacional mantiene su incontrolable crecimiento hacia las periferias y para cubrir la demanda habitacional se retiran las pocas áreas verdes que quedan.

Antes de todo, es importante ubicar que existen dos tipos de vegetación relevantes en el contexto urbano: el natural y el de agricultura.

Aunque ambos cumplen con propósitos diferentes y esenciales, el especialista prioriza para el desarrollo de esta pieza editorial los espacios de vegetación natural, y de forma aún más específica, los que comprenden el área capitalina. La razón de su decisión es que son los parques y áreas verdes los que se han ido aminorando durante los últimos años, y éstos cumplen con funciones ecosistémicas indispensables para el desarrollo de la vida humana.

Las más conocidas son las de purificar el aire, regular las propiedades de la tierra y mantener otras formas de vida, pero existen cientos de ellas. Por lo tanto, al disminuir su presencia, los peligros para las personas aumentan de forma veloz.

A propósito, lamentó que no se sepa con exactitud cuántos individuos arbóreos subsisten en la ciudad de Puebla, pues no se cuenta con un registro público que contabilice todas las especies de flora de forma específica. En ese sentido, puntualizó que de existir un conteo de esa índole podrían descubrirse aún más características de estos elementos en los ecosistemas locales: “Nos permitiría conocer la ciudad desde otro punto de vista”.

CONOCER LO QUE SE PLANTA

Si los árboles de la ciudad pudiesen ser censados, el resultado seguramente sería que las especies nativas del ecosistema poblano son minoría o incluso inexistentes en algunos polígonos. Por ello, la solución para aumentar la vegetación natural no es sólo agregar más árboles sin cesar y nada más, sino colocar los indicados.

Foto: Iván Venegas | El Sol de Puebla

De acuerdo con Orlando Larios Hernández, ingeniero químico por la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (Upaep) y arborista certificado, los individuos de flora que abundan en la capital son especies exóticas y ajenas a las condiciones que el suelo poblano provee a la naturaleza.

El principal ejemplo lo vemos en el centro histórico y en la llamada “zona de monumentos”. Larios Hernández señaló a esta casa editorial que los grandes y majestuosos árboles plantados en el zócalo capitalino fueron traídos en su mayoría desde otras regiones del mundo. Prueba de ello son los ficus, que en la actualidad protagonizan el paisaje del primer cuadro de la ciudad con su inmensa altura y sus amplias copas. Esta especie en particular es originaria de Tailandia.

Los ejemplos sobran, insiste. Ahí tenemos a las jacarandas que provienen desde el sur global, específicamente desde los bosques de Paraguay, Uruguay y Argentina; los cipreses que surgieron en Europa y Asia; los laureles que son de la India; y las palmeras, que son propiamente originarias de las cálidas regiones costeras.

Entre todos los individuos que hay en el lugar, el único nativo es el fresno. No obstante, esta especie, al igual que muchas otras, encuentra dificultad para adaptarse en un sitio como Puebla, pues su orden genético corresponde esencialmente al de zonas con climas fríos y grandes altitudes.

Este mismo patrón se replica en todo el municipio y en su mayoría responde al gusto que muchas personas tienen por lo diferente y lo vistoso. El especialista reconoció que aunque las plantaciones de esas especies no se hacen siempre con el dolo de afectar al medio ambiente, la necesidad por enseñar a la sociedad y los gobiernos sobre el correcto manejo e introducción de especies nativas al suelo local es ahora una verdadera necesidad.

Ahora bien, la problemática en sí no son los árboles, pues en realidad aunque sean exóticos los mismos ofrecen diversos servicios ecosistémicos, tales como la regulación de la temperatura, e incluso sirven de perchas para las aves que transitan por el municipio, por mencionar algunos. Sin embargo, a la par que eso ocurre, otros factores generan condiciones de riesgo para otras especies de flora y fauna.

Áreas verdes casi nulas. Foto: Iván Venegas | El Sol de Puebla

Tal como sucede con las enfermedades en seres humanos, los individuos arbóreos que vienen de otros lugares suelen traer consigo bacterias impropias al ecosistema local. Entonces, cuando estas especies extienden su presencia en el entorno también lo hacen sus microorganismos y con ello se afecta a los individuos endémicos. Así se generan las plagas.

La ciudad no es ajena a esa problemática y un ejemplo particular reciente es el amarillamiento letal que atenta contra la salud de las palmeras capitalinas. Este es uno de los padecimientos más peligrosos, pues la planta permanece asintomática hasta que la bacteria logra afectar la totalidad de su organismo. Esta es la principal causa de muerte en especies de ese tipo en zonas urbanas.

“Es complicado, sobre todo cuando hablamos de plagas, porque [en caso de haber sido] recientemente traídos al país, [las especies] pueden traer un bicho [una bacteria] y a lo mejor aquí no tiene un depredador, entonces ese bicho se va a reproducir y va a afectar a las especies nativas que no saben cómo defenderse”, expuso.

No obstante, esa no es la única causante del desequilibrio medioambiental que se genera a raíz de la introducción de ejemplares foráneos. La segunda, pero no menos importante, es la del desplazamiento de especies. Esto es propiciado cuando algunos individuos considerados “invasores” amplían su presencia en el territorio y con ello modifican las condiciones del PH suelo, principalmente, alterando el correcto desarrollo de otros árboles.

En ese sentido, este fenómeno puede causar el sofocamiento de algunas especies nativas y propiciar su muerte. Esto tiene muchas repercusiones, pues el orden natural se modifica drásticamente y ello genera daños en cadena que alcanzan a todos los seres vivos que se benefician a raíz de sus funciones ecosistémicas.

Agregó que otros elementos como la contaminación, la compactación del suelo, el ruido y las vibraciones, entre otros, repercuten negativamente en el crecimiento de la flora.

OTRAS AMENAZAS QUE ENFRENTAN

Es normal que los árboles plantados en la ciudad crezcan indiscriminadamente. En esencia esto ocurre porque aunque muchos ejemplares no corresponden al ecosistema metropolitano, sus necesidades genéticas buscan la forma de seguir andando. Empero, en algunos casos, hay quienes consideran que eso es un riesgo público y es por ello que se solicita o ejecuta la poda o derribo de los mismos.

A decir de Emmanuel Bolaños Bautista, titular de la unidad de Áreas Naturales Protegidas y Valor Ambiental, perteneciente a la dirección de Infraestructura Verde de la Secretaría de Medio Ambiente del municipio de Puebla, el acto de “mochar” los árboles es una amenaza latente para el bienestar ecológico y es uno de los principales retos que enfrenta el gobierno capitalino en la actualidad.

El funcionario explicó en entrevista que las podas irregulares reinan en la demarcación, pues casi siempre se trata de derribos no autorizados. Esto ocurre principalmente a consecuencia de la desinformación y poco tacto para realizar estos actos. Si bien en algunas ocasiones los individuos deben recortarse un poco cuando hay un peligro sustentado, como por ejemplo, su interacción con el cableado eléctrico o bien, para equilibrar su copa y arquitectura natural, muchos de ellos son podados con fines meramente estéticos. Puntualizó que la unidad que él encabeza no autoriza ninguna poda de esa índole.

Al respecto, compartió que ese organismo tiene funciones meramente normativas, pues la autoridad que tiene la responsabilidad de ejecutar las acciones es concretamente es la Subdirección de Calles, Parques y Jardines, que igual forma parte de esa dependencia medioambiental.

Es por ello que reconoció que muchas de las podas que realiza personal municipal son inadecuadas. Por esa razón insistió en que los esfuerzos institucionales están ahora enfocados en capacitar mejor a los funcionarios encargados de esas tareas, pues de ello dependerá la sobrevivencia de las especies arbóreas en la alcaldía poblana.

Además, lamentó que la población normalice la acción de escamondar las ramas de algunos individuos sólo por ser consideradas molestas o poco agradables. Señaló que el riesgo de cortar deliberadamente las ramificaciones es inmenso, pues al hacerlo se deja una herida abierta en el ejemplar, la cual es muy compleja de subsanar. De esta forma es como los árboles enferman y mueren al poco tiempo con regularidad.

FORESTAR, NO REFORESTAR

Uno de los planes más ambiciosos de la administración de Eduardo Rivera Pérez en materia medioambiental es el programa ‘Aire Joven’. De acuerdo con Bolaños Bautista, en cuestión de meses la ciudad avanzará con la plantación de poco más de 30 mil árboles y al final del trienio prometió que serán poco más de 280 mil en todo el municipio.

Esta campaña tiene la finalidad de añadir más ejemplares nativos al entorno urbano, con especial enfoque en las periferias de la ciudad. El objetivo es que para los meses de junio y julio de este mismo año, cuando inicie la temporada de lluvias, los árboles puedan empezar su crecimiento adecuadamente. Todo esto está pensado para que sean los ciudadanos quienes lo ejecuten y conozcan más sobre los árboles y sus funciones ecosistémicas: “Que no sea sólo reforestar, que sea forestar”.

Detalló que desde octubre del año pasado la autoridad municipal comenzó a contabilizar los espacios verdes de la ciudad. Además de materializar un registro, esta acción tiene como objetivo determinar en qué espacios urbanos pueden introducirse nuevos individuos.

Esta actividad sigue en curso, pues al momento sólo se han mapeado las áreas que se encuentran al norte y sur de la ciudad, atravesando el Periférico Ecológico. Sin embargo, hasta ahora se han podido identificar hasta 35 mil lugares disponibles para colocar árboles. De igual manera y con apoyo de tecnología satelital, se encontró que en la actualidad, de los 252 km de superficie habitacional en toda la demarcación, apenas 29 km son ocupados por áreas verdes.

El funcionario concluyó diciendo que si bien en el municipio existe un número de árboles inferior al recomendado, y el tiempo avanza a la par que éstos disminuyen, refirió que aún quedan otras zonas de relevancia ambiental en el municipio que merecen ser preservadas, tanto por la autoridad como por la ciudadanía, antes de que sea demasiado tarde. Algunos ejemplos son Bioparque La Calera, Parque de Chapulco, Parque de Amalucan, todo el sistema de barrancas e incluso lugares como el mismo zócalo o el Paseo Bravo, por mencionar algunos.

ÁRBOLES PATRIMONIALES

Un buen paso para reforzar la conservación de flora en la ciudad puede ser adoptar a los individuos con una personalidad jurídica única y complementaria a las normas vigentes de protección medioambiental. Para Antonio Ferrer Martínez, arquitecto de profesión y apasionado del tema ecológico, los instrumentos legales que protegen a los árboles son todavía insuficientes ante el panorama que acontece actualmente. Por ello es que impulsa la iniciativa Árboles Patrimoniales.

Este proyecto surgió en 2018 y tiene como objetivo principal detectar a los individuos arbóreos más representativos de la capital poblana, y con ello asegurar su protección de inicio a fin. Lo anterior, con ayuda de un estatuto novedoso: “Entendemos que los elementos construidos [por los seres humanos] son considerados patrimonio, pero los elementos vivos no tienen esta figura. Los elementos vivos también ofrecen funciones importantes para la supervivencia de la ciudad y hay que valorarlos”.

Aclaró que si bien el Código Reglamentario Municipal (Coremun) contiene lineamientos ambientales e incluso se establece una paleta vegetal, el marco legal debe ser robustecido, complementado y sobre todo, acercado a toda la ciudadanía.

Ferrer Martínez, quien también es coordinador de proyectos de impacto en el Departamento de Transporte y Movilidad de la BUAP, propone que la ciudadanía en coordinación con las autoridades de todos los niveles ejecute esfuerzos para ubicar y conservar a los ejemplares de vegetación más relevantes de una comunidad. Los parámetros de selección son diversos y pueden ir desde la importancia sociocultural, su historia y hasta los servicios ecosistémicos que proveen.

Una vez encontrados estos ejemplares y aprobados por la autoridad competente, su personalidad jurídica cambiará a ser un elemento patrimonial y deberá ser protegido a toda costa. Resaltó que además de garantizar su mantenimiento, al dotarlos de esta implicación legal, la autoridad podrá sancionar a quien los vulnere.

Otro de los puntos que prevé la iniciativa es la de preservar estos árboles de interés hasta su muerte, pues muchos de estos ejemplares tienen una edad superior a los 50 años y cuando cumplen con su ciclo vital, los mismos son regularmente retirados del lugar en el que estaban.

Un individuo que cumplió con sus funciones biológicas mientras estaba vivo, sigue desempeñando otras después de la muerte. Estos espacios son regularmente utilizados por aves, insectos e incluso hongos como una nueva forma de albergar vida.

TODOS LOS ÁRBOLES SON IMPORTANTES

El especialista aclaró que plantar árboles y otras especies de flora es una inversión de bienestar individual y colectivo. Por ello, es importante hacerlo de forma informada y responsable, pues hay que apostar siempre a la adhesión de especies nativas del ecosistema local. Esto es importante porque en la mayoría de terrenos capitalinos el uso de suelo funciona mejor con especies no tan grandes. Respecto a esto último, recordó que un árbol nativo en el terreno adecuado puede proveer más y mejores servicios ecosistémicos que uno exótico, pero foráneo.

Finalmente, todas las fuentes consultadas por esta casa editorial coincidieron en que ningún árbol es inservible o incapaz de cumplir sus funciones naturales. Aún cuando son exóticas, deben finalizar su ciclo vital y hasta entonces pueden ser reemplazadas por especies nativas y acordes a las dimensiones del lugar.

El acelerado crecimiento urbano que la ciudad de Puebla experimentó durante las últimas cuatro décadas dio entrada a un fenómeno que ha impactado negativamente y de forma paulatina en el balance ecológico municipal: el déficit arbóreo. Para garantizar un ambiente seguro, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que en una ciudad existan por lo menos 16 m² de vegetación por habitante. En Puebla capital esa cifra es de apenas 4 m². El otro problema detrás de esa diminuta cifra es que muy pocas especies en la ciudad son endémicas de la zona y por ello sus funciones naturales pueden verse limitadas.

Para Romeo Alberto Saldaña Vázquez, doctor en Ciencias por el Instituto de Ecología A.C. y académico del Instituto de Investigaciones en Medio Ambiente, Xabier Gorostiaga SJ, de la Universidad Iberoamericana Puebla, la demarcación en cuestión ya empezó a padecer los efectos de la escasez de vegetación natural. El principal y más evidente, dice, es el de los problemas de salud asociados a la mala calidad del aire. “Va a haber población cada vez más afectada” y advirtió que los efectos pueden aumentar en los próximos años.

En el municipio predomina la llamada infraestructura gris, la cual hace referencia a todo aquello que es construido por la humanidad con el objetivo de satisfacer una o varias necesidades de subsistencia; esta se encuentra muy por encima de la infraestructura verde, misma que tiene la funcionalidad de beneficiar al ecosistema y a los seres vivos, pero a través de las cualidades biológicas.

Foto: Iván Venegas | El Sol de Puebla

Mediante una entrevista con EL SOL DE PUEBLA, Saldaña Vázquez precisó que pese a que se trata de un fenómeno generalizado en la demarcación, la zona conurbada es la que más peligra actualmente. La razón de ello no va más allá de lo evidente, pues para nadie es un secreto que la densidad poblacional mantiene su incontrolable crecimiento hacia las periferias y para cubrir la demanda habitacional se retiran las pocas áreas verdes que quedan.

Antes de todo, es importante ubicar que existen dos tipos de vegetación relevantes en el contexto urbano: el natural y el de agricultura.

Aunque ambos cumplen con propósitos diferentes y esenciales, el especialista prioriza para el desarrollo de esta pieza editorial los espacios de vegetación natural, y de forma aún más específica, los que comprenden el área capitalina. La razón de su decisión es que son los parques y áreas verdes los que se han ido aminorando durante los últimos años, y éstos cumplen con funciones ecosistémicas indispensables para el desarrollo de la vida humana.

Las más conocidas son las de purificar el aire, regular las propiedades de la tierra y mantener otras formas de vida, pero existen cientos de ellas. Por lo tanto, al disminuir su presencia, los peligros para las personas aumentan de forma veloz.

A propósito, lamentó que no se sepa con exactitud cuántos individuos arbóreos subsisten en la ciudad de Puebla, pues no se cuenta con un registro público que contabilice todas las especies de flora de forma específica. En ese sentido, puntualizó que de existir un conteo de esa índole podrían descubrirse aún más características de estos elementos en los ecosistemas locales: “Nos permitiría conocer la ciudad desde otro punto de vista”.

CONOCER LO QUE SE PLANTA

Si los árboles de la ciudad pudiesen ser censados, el resultado seguramente sería que las especies nativas del ecosistema poblano son minoría o incluso inexistentes en algunos polígonos. Por ello, la solución para aumentar la vegetación natural no es sólo agregar más árboles sin cesar y nada más, sino colocar los indicados.

Foto: Iván Venegas | El Sol de Puebla

De acuerdo con Orlando Larios Hernández, ingeniero químico por la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (Upaep) y arborista certificado, los individuos de flora que abundan en la capital son especies exóticas y ajenas a las condiciones que el suelo poblano provee a la naturaleza.

El principal ejemplo lo vemos en el centro histórico y en la llamada “zona de monumentos”. Larios Hernández señaló a esta casa editorial que los grandes y majestuosos árboles plantados en el zócalo capitalino fueron traídos en su mayoría desde otras regiones del mundo. Prueba de ello son los ficus, que en la actualidad protagonizan el paisaje del primer cuadro de la ciudad con su inmensa altura y sus amplias copas. Esta especie en particular es originaria de Tailandia.

Los ejemplos sobran, insiste. Ahí tenemos a las jacarandas que provienen desde el sur global, específicamente desde los bosques de Paraguay, Uruguay y Argentina; los cipreses que surgieron en Europa y Asia; los laureles que son de la India; y las palmeras, que son propiamente originarias de las cálidas regiones costeras.

Entre todos los individuos que hay en el lugar, el único nativo es el fresno. No obstante, esta especie, al igual que muchas otras, encuentra dificultad para adaptarse en un sitio como Puebla, pues su orden genético corresponde esencialmente al de zonas con climas fríos y grandes altitudes.

Este mismo patrón se replica en todo el municipio y en su mayoría responde al gusto que muchas personas tienen por lo diferente y lo vistoso. El especialista reconoció que aunque las plantaciones de esas especies no se hacen siempre con el dolo de afectar al medio ambiente, la necesidad por enseñar a la sociedad y los gobiernos sobre el correcto manejo e introducción de especies nativas al suelo local es ahora una verdadera necesidad.

Ahora bien, la problemática en sí no son los árboles, pues en realidad aunque sean exóticos los mismos ofrecen diversos servicios ecosistémicos, tales como la regulación de la temperatura, e incluso sirven de perchas para las aves que transitan por el municipio, por mencionar algunos. Sin embargo, a la par que eso ocurre, otros factores generan condiciones de riesgo para otras especies de flora y fauna.

Áreas verdes casi nulas. Foto: Iván Venegas | El Sol de Puebla

Tal como sucede con las enfermedades en seres humanos, los individuos arbóreos que vienen de otros lugares suelen traer consigo bacterias impropias al ecosistema local. Entonces, cuando estas especies extienden su presencia en el entorno también lo hacen sus microorganismos y con ello se afecta a los individuos endémicos. Así se generan las plagas.

La ciudad no es ajena a esa problemática y un ejemplo particular reciente es el amarillamiento letal que atenta contra la salud de las palmeras capitalinas. Este es uno de los padecimientos más peligrosos, pues la planta permanece asintomática hasta que la bacteria logra afectar la totalidad de su organismo. Esta es la principal causa de muerte en especies de ese tipo en zonas urbanas.

“Es complicado, sobre todo cuando hablamos de plagas, porque [en caso de haber sido] recientemente traídos al país, [las especies] pueden traer un bicho [una bacteria] y a lo mejor aquí no tiene un depredador, entonces ese bicho se va a reproducir y va a afectar a las especies nativas que no saben cómo defenderse”, expuso.

No obstante, esa no es la única causante del desequilibrio medioambiental que se genera a raíz de la introducción de ejemplares foráneos. La segunda, pero no menos importante, es la del desplazamiento de especies. Esto es propiciado cuando algunos individuos considerados “invasores” amplían su presencia en el territorio y con ello modifican las condiciones del PH suelo, principalmente, alterando el correcto desarrollo de otros árboles.

En ese sentido, este fenómeno puede causar el sofocamiento de algunas especies nativas y propiciar su muerte. Esto tiene muchas repercusiones, pues el orden natural se modifica drásticamente y ello genera daños en cadena que alcanzan a todos los seres vivos que se benefician a raíz de sus funciones ecosistémicas.

Agregó que otros elementos como la contaminación, la compactación del suelo, el ruido y las vibraciones, entre otros, repercuten negativamente en el crecimiento de la flora.

OTRAS AMENAZAS QUE ENFRENTAN

Es normal que los árboles plantados en la ciudad crezcan indiscriminadamente. En esencia esto ocurre porque aunque muchos ejemplares no corresponden al ecosistema metropolitano, sus necesidades genéticas buscan la forma de seguir andando. Empero, en algunos casos, hay quienes consideran que eso es un riesgo público y es por ello que se solicita o ejecuta la poda o derribo de los mismos.

A decir de Emmanuel Bolaños Bautista, titular de la unidad de Áreas Naturales Protegidas y Valor Ambiental, perteneciente a la dirección de Infraestructura Verde de la Secretaría de Medio Ambiente del municipio de Puebla, el acto de “mochar” los árboles es una amenaza latente para el bienestar ecológico y es uno de los principales retos que enfrenta el gobierno capitalino en la actualidad.

El funcionario explicó en entrevista que las podas irregulares reinan en la demarcación, pues casi siempre se trata de derribos no autorizados. Esto ocurre principalmente a consecuencia de la desinformación y poco tacto para realizar estos actos. Si bien en algunas ocasiones los individuos deben recortarse un poco cuando hay un peligro sustentado, como por ejemplo, su interacción con el cableado eléctrico o bien, para equilibrar su copa y arquitectura natural, muchos de ellos son podados con fines meramente estéticos. Puntualizó que la unidad que él encabeza no autoriza ninguna poda de esa índole.

Al respecto, compartió que ese organismo tiene funciones meramente normativas, pues la autoridad que tiene la responsabilidad de ejecutar las acciones es concretamente es la Subdirección de Calles, Parques y Jardines, que igual forma parte de esa dependencia medioambiental.

Es por ello que reconoció que muchas de las podas que realiza personal municipal son inadecuadas. Por esa razón insistió en que los esfuerzos institucionales están ahora enfocados en capacitar mejor a los funcionarios encargados de esas tareas, pues de ello dependerá la sobrevivencia de las especies arbóreas en la alcaldía poblana.

Además, lamentó que la población normalice la acción de escamondar las ramas de algunos individuos sólo por ser consideradas molestas o poco agradables. Señaló que el riesgo de cortar deliberadamente las ramificaciones es inmenso, pues al hacerlo se deja una herida abierta en el ejemplar, la cual es muy compleja de subsanar. De esta forma es como los árboles enferman y mueren al poco tiempo con regularidad.

FORESTAR, NO REFORESTAR

Uno de los planes más ambiciosos de la administración de Eduardo Rivera Pérez en materia medioambiental es el programa ‘Aire Joven’. De acuerdo con Bolaños Bautista, en cuestión de meses la ciudad avanzará con la plantación de poco más de 30 mil árboles y al final del trienio prometió que serán poco más de 280 mil en todo el municipio.

Esta campaña tiene la finalidad de añadir más ejemplares nativos al entorno urbano, con especial enfoque en las periferias de la ciudad. El objetivo es que para los meses de junio y julio de este mismo año, cuando inicie la temporada de lluvias, los árboles puedan empezar su crecimiento adecuadamente. Todo esto está pensado para que sean los ciudadanos quienes lo ejecuten y conozcan más sobre los árboles y sus funciones ecosistémicas: “Que no sea sólo reforestar, que sea forestar”.

Detalló que desde octubre del año pasado la autoridad municipal comenzó a contabilizar los espacios verdes de la ciudad. Además de materializar un registro, esta acción tiene como objetivo determinar en qué espacios urbanos pueden introducirse nuevos individuos.

Esta actividad sigue en curso, pues al momento sólo se han mapeado las áreas que se encuentran al norte y sur de la ciudad, atravesando el Periférico Ecológico. Sin embargo, hasta ahora se han podido identificar hasta 35 mil lugares disponibles para colocar árboles. De igual manera y con apoyo de tecnología satelital, se encontró que en la actualidad, de los 252 km de superficie habitacional en toda la demarcación, apenas 29 km son ocupados por áreas verdes.

El funcionario concluyó diciendo que si bien en el municipio existe un número de árboles inferior al recomendado, y el tiempo avanza a la par que éstos disminuyen, refirió que aún quedan otras zonas de relevancia ambiental en el municipio que merecen ser preservadas, tanto por la autoridad como por la ciudadanía, antes de que sea demasiado tarde. Algunos ejemplos son Bioparque La Calera, Parque de Chapulco, Parque de Amalucan, todo el sistema de barrancas e incluso lugares como el mismo zócalo o el Paseo Bravo, por mencionar algunos.

ÁRBOLES PATRIMONIALES

Un buen paso para reforzar la conservación de flora en la ciudad puede ser adoptar a los individuos con una personalidad jurídica única y complementaria a las normas vigentes de protección medioambiental. Para Antonio Ferrer Martínez, arquitecto de profesión y apasionado del tema ecológico, los instrumentos legales que protegen a los árboles son todavía insuficientes ante el panorama que acontece actualmente. Por ello es que impulsa la iniciativa Árboles Patrimoniales.

Este proyecto surgió en 2018 y tiene como objetivo principal detectar a los individuos arbóreos más representativos de la capital poblana, y con ello asegurar su protección de inicio a fin. Lo anterior, con ayuda de un estatuto novedoso: “Entendemos que los elementos construidos [por los seres humanos] son considerados patrimonio, pero los elementos vivos no tienen esta figura. Los elementos vivos también ofrecen funciones importantes para la supervivencia de la ciudad y hay que valorarlos”.

Aclaró que si bien el Código Reglamentario Municipal (Coremun) contiene lineamientos ambientales e incluso se establece una paleta vegetal, el marco legal debe ser robustecido, complementado y sobre todo, acercado a toda la ciudadanía.

Ferrer Martínez, quien también es coordinador de proyectos de impacto en el Departamento de Transporte y Movilidad de la BUAP, propone que la ciudadanía en coordinación con las autoridades de todos los niveles ejecute esfuerzos para ubicar y conservar a los ejemplares de vegetación más relevantes de una comunidad. Los parámetros de selección son diversos y pueden ir desde la importancia sociocultural, su historia y hasta los servicios ecosistémicos que proveen.

Una vez encontrados estos ejemplares y aprobados por la autoridad competente, su personalidad jurídica cambiará a ser un elemento patrimonial y deberá ser protegido a toda costa. Resaltó que además de garantizar su mantenimiento, al dotarlos de esta implicación legal, la autoridad podrá sancionar a quien los vulnere.

Otro de los puntos que prevé la iniciativa es la de preservar estos árboles de interés hasta su muerte, pues muchos de estos ejemplares tienen una edad superior a los 50 años y cuando cumplen con su ciclo vital, los mismos son regularmente retirados del lugar en el que estaban.

Un individuo que cumplió con sus funciones biológicas mientras estaba vivo, sigue desempeñando otras después de la muerte. Estos espacios son regularmente utilizados por aves, insectos e incluso hongos como una nueva forma de albergar vida.

TODOS LOS ÁRBOLES SON IMPORTANTES

El especialista aclaró que plantar árboles y otras especies de flora es una inversión de bienestar individual y colectivo. Por ello, es importante hacerlo de forma informada y responsable, pues hay que apostar siempre a la adhesión de especies nativas del ecosistema local. Esto es importante porque en la mayoría de terrenos capitalinos el uso de suelo funciona mejor con especies no tan grandes. Respecto a esto último, recordó que un árbol nativo en el terreno adecuado puede proveer más y mejores servicios ecosistémicos que uno exótico, pero foráneo.

Finalmente, todas las fuentes consultadas por esta casa editorial coincidieron en que ningún árbol es inservible o incapaz de cumplir sus funciones naturales. Aún cuando son exóticas, deben finalizar su ciclo vital y hasta entonces pueden ser reemplazadas por especies nativas y acordes a las dimensiones del lugar.

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