/ viernes 11 de enero de 2019

El crecimiento continúa siendo el reto para México

El amplio conocimiento del presidente López Obrador sobre nuestro país, no le exime de tener presente que no todo es desigualdad ni pobreza, con su peculiar estilo de gobernar, ha abierto varios frentes y, desencantado a un gran número de mexicanos que aspiramos a tener un mejor país.

El crecimiento económico de nuestro país, durante los últimos 100 años ha sido irregular, en este centenar de años, pasamos de ser un país eminentemente rural a uno semiindustrializado, lo cual provocó que la población se fuera concentrando en zonas urbanas, en ciudades que han tenido una alta explosión demográfica.

Posterior a la revolución mexicana, durante el periodo comprendido de 1920 a 1935, se inició la etapa de industrialización, con la débil estructura productiva, la incertidumbre política y la alta dependencia del sector primario; el promedio de crecimiento anual durante esta etapa, fue de apenas 1.6%. El entorno internacional por la crisis de 1929, afecto a la economía mexicana, pues decrecimos aproximadamente en un 12.9%.

El período comprendido de 1930 a 1980, se caracterizó, porque a finales de los años treinta, el Estado mexicano inició su consolidación, disipando la incertidumbre de los primeros años del siglo XX, lo cual permitió la creación de una clase empresarial, que impulsada y apoyada por el gobierno, creó la base empresarial, de lo que fue el periodo de mayor crecimiento económico de la historia de México, con un crecimiento promedio anual de 6.6% del PIB (producto interno bruto).

Este importante crecimiento, fue debido al resultado de las políticas elaboradas por los distintos gobiernos, así como de todos los cambios sociales. Este proceso de industrialización del país, se estructuró con base en el modelo de sustitución de importaciones, el cual impulsaba el crecimiento interno y favorecía el consumo de bienes industriales nacionales.

El logro de esta meta gubernamental, se instrumentó mediante una rigurosa política comercial que controlaba lo que se importaba. Es por esta razón, que esta segunda fase se caracterizó por tener un elevado crecimiento, basado en un acelerado proceso de industrialización, acompañado de la protección del mercado interno.

Este modelo no pudo continuar, debido a: i) los cambios suscitados en el entorno económico internacional, no permitían mantener la economía cerrada y seguir utilizando una política comercial proteccionista; ii) haber incurrido en un excesivo endeudamiento, que gran parte del mismo no se destinó a actividades productivas; iii) se dejó a un lado la innovación y el desarrollo tecnológico; únicamente se sustituyeron bienes de consumo, sin incluir la sustitución de bienes de capital.

Aun y a pesar de este elevado crecimiento económico no se resolvió la desigualdad existente. La producción generada continuó repartiéndose entre pocos actores. Además, el desarrollo industrial fue en detrimento del sector agropecuario, del cual se obtenían divisas y mano de obra barata.

La etapa, que abarca de 1982 a 2015, en la que el promedio anual de crecimiento fue de 2.2%, parecido al escenario de principios del siglo XX, fue de apertura comercial, de implementación de políticas de desregulación y desestatización y, lamentablemente se abandonó la estrategia de industrialización.

Este breve análisis nos muestra que el reto, es vencer la desigualdad del desempeño económico que se observa en diversas regiones del país. Meta que es posible cumplirla, fundamentalmente porque “tenemos un país mayoritariamente de clases medias, somos muchas más las personas que vivimos por encima de los niveles de pobreza que las que se encuentran en ella, somos un país de clases medias y es lo que tenemos que consolidar”.

Es por ello que el gobierno de López Obrador debe orientar su administración, entre otras acciones, a poner en marcha una nueva política industrial, que reactive la economía.

El presidente Obrador debe ser un verdadero jefe de Estado, dejar a un lado su base de sustento que solo son las ideas y no el método, sin embargo, las acciones emprendidas pueden tener un mejor resultado si permite orientar sus ideas sobre el análisis, con el apoyo de expertos y especialistas, para lograr un país desarrollado en esta generación; en suma, para tener una mejor calidad de vida y, poder avanzar como sociedad.

Sus comentarios jrobertofl@hotmail.com

El amplio conocimiento del presidente López Obrador sobre nuestro país, no le exime de tener presente que no todo es desigualdad ni pobreza, con su peculiar estilo de gobernar, ha abierto varios frentes y, desencantado a un gran número de mexicanos que aspiramos a tener un mejor país.

El crecimiento económico de nuestro país, durante los últimos 100 años ha sido irregular, en este centenar de años, pasamos de ser un país eminentemente rural a uno semiindustrializado, lo cual provocó que la población se fuera concentrando en zonas urbanas, en ciudades que han tenido una alta explosión demográfica.

Posterior a la revolución mexicana, durante el periodo comprendido de 1920 a 1935, se inició la etapa de industrialización, con la débil estructura productiva, la incertidumbre política y la alta dependencia del sector primario; el promedio de crecimiento anual durante esta etapa, fue de apenas 1.6%. El entorno internacional por la crisis de 1929, afecto a la economía mexicana, pues decrecimos aproximadamente en un 12.9%.

El período comprendido de 1930 a 1980, se caracterizó, porque a finales de los años treinta, el Estado mexicano inició su consolidación, disipando la incertidumbre de los primeros años del siglo XX, lo cual permitió la creación de una clase empresarial, que impulsada y apoyada por el gobierno, creó la base empresarial, de lo que fue el periodo de mayor crecimiento económico de la historia de México, con un crecimiento promedio anual de 6.6% del PIB (producto interno bruto).

Este importante crecimiento, fue debido al resultado de las políticas elaboradas por los distintos gobiernos, así como de todos los cambios sociales. Este proceso de industrialización del país, se estructuró con base en el modelo de sustitución de importaciones, el cual impulsaba el crecimiento interno y favorecía el consumo de bienes industriales nacionales.

El logro de esta meta gubernamental, se instrumentó mediante una rigurosa política comercial que controlaba lo que se importaba. Es por esta razón, que esta segunda fase se caracterizó por tener un elevado crecimiento, basado en un acelerado proceso de industrialización, acompañado de la protección del mercado interno.

Este modelo no pudo continuar, debido a: i) los cambios suscitados en el entorno económico internacional, no permitían mantener la economía cerrada y seguir utilizando una política comercial proteccionista; ii) haber incurrido en un excesivo endeudamiento, que gran parte del mismo no se destinó a actividades productivas; iii) se dejó a un lado la innovación y el desarrollo tecnológico; únicamente se sustituyeron bienes de consumo, sin incluir la sustitución de bienes de capital.

Aun y a pesar de este elevado crecimiento económico no se resolvió la desigualdad existente. La producción generada continuó repartiéndose entre pocos actores. Además, el desarrollo industrial fue en detrimento del sector agropecuario, del cual se obtenían divisas y mano de obra barata.

La etapa, que abarca de 1982 a 2015, en la que el promedio anual de crecimiento fue de 2.2%, parecido al escenario de principios del siglo XX, fue de apertura comercial, de implementación de políticas de desregulación y desestatización y, lamentablemente se abandonó la estrategia de industrialización.

Este breve análisis nos muestra que el reto, es vencer la desigualdad del desempeño económico que se observa en diversas regiones del país. Meta que es posible cumplirla, fundamentalmente porque “tenemos un país mayoritariamente de clases medias, somos muchas más las personas que vivimos por encima de los niveles de pobreza que las que se encuentran en ella, somos un país de clases medias y es lo que tenemos que consolidar”.

Es por ello que el gobierno de López Obrador debe orientar su administración, entre otras acciones, a poner en marcha una nueva política industrial, que reactive la economía.

El presidente Obrador debe ser un verdadero jefe de Estado, dejar a un lado su base de sustento que solo son las ideas y no el método, sin embargo, las acciones emprendidas pueden tener un mejor resultado si permite orientar sus ideas sobre el análisis, con el apoyo de expertos y especialistas, para lograr un país desarrollado en esta generación; en suma, para tener una mejor calidad de vida y, poder avanzar como sociedad.

Sus comentarios jrobertofl@hotmail.com