/ domingo 4 de octubre de 2020

El empleo en tiempos de Covid-19

Estamos en el tránsito de una transformación económica tan profunda como la que vivió el mundo a mediados del siglo XIX, cuando los avances tecnológicos y la revolución en las formas de producción se impusieron sobre la vida que estaba saliendo de los resabios de la edad media. Lo que se vislumbró entonces fue un mundo con mejores condiciones de vida para los menos favorecidos ¿qué pasó? ¿qué se vislumbra ahora?

El absolutismo europeo expuso su predominio en el continente europeo hacia 1848; el llamado a la subversión proletaria de Karl Marx a través de la liga revolucionaria clandestina con el Manifiesto Comunista, exponiendo la nueva concepción del mundo con el proletariado que haría la revolución para crear la sociedad comunista. Así surge la gran y pequeña burguesía se unieron contra esa subversión proletaria.

La economía dejaba grandes ganancias a esa clase identificada como “explotadora”, con oferta laboral sin garantías de ningún tipo. Al terminar el siglo se fortaleció finalmente una manifestación con carácter nacionalista. Los conservadores finalmente comprendieron que debía hacerse un cambio político, porque se había rebasado todo límite.

Los trabajadores debían tener garantías laborales, reglamentos, días de descanso, condiciones de salud, horarios delimitados, y pagos justos.Además, las mujeres también empezaron a ingresar al ámbito público para trabajar. La gran promesa de la democracia liberal fue dar mejores condiciones de vida por igual, la promesa del socialismo era quitarle a los que más tenían con revolución. Después de 172 años las condiciones sociales y económicas de los más desprotegidos ha logrado muchos avances, en el papel.

Guillermo Beylis, Roberto Fattal Jaef, Michael Morris, Ashwini Rekha Sebastian y Rishabh Sinha, publicaron recientemente el informe “Efecto viral: Efecto viral: COVID-19 y la transformación acelerada del empleo en América Latina y el Caribe” en el que refieren los cambios tecnológicos que han cambiado la estructura de la economía de la región, pero también los impactos de esta transformación en los empleos, las ocupaciones y la demanda de habilidades que se prevén.

Estamos viviendo la Cuarta revolución Industrial, que se identifica con el desarrollo de inteligenica artificial, internet de las cosas e impresión en 2D, y el gran temor que que haya desempleo tecnológico, que no haya espacio para trabajadores ya que son desplazados por máquinas. Este temor es el mismo que habrá concurrido a principios del siglo XIX también.

A reserva de lo que suceda en el corto plazo, lo que las democracias no han cumplido es ese bienestar para los que menos tienen y, por el contrario, cada vez hay más pobreza y la brecha crece. Ahora con la pandemia la pobreza adquiere magnitudes más profundas también.

El sector de los servicios se incrementará aunque la racionalidad para gastar no se ha enraizado en la cultura del ciudadano, además de que la productividad registra un decrecimiento. La capacitación y educación requiere ajustarse para que tengamos una respuesta adecuada a estos cambios. Sólo habría que reflexionar si es el modelo democrático o los defectos humanos los que nos tienen en este brete de pobreza. El suidicio del ex presidente de Perú Alan García, el 17 de abril de 2019, cuando iba a ser detenido por sus presuntas implicaciones por lavado de activos y colusión agravada, derivados de los sobornos de Odebrecht, es sólo un ejemplo de ese actuar sin escrúpulos. En México tenemos otros más que fortalece la tesis de a mayor corrupción-mayor pobreza, así que aunque nos preparemos para trabajar la trampa se asoma. Tal vez la gran transformación que requerimos es de la humanidad, ordenar nuestros valores e ideales que nos puedan llevar primero a ser mejores personas, no a tener a costa de lo que sea.

*Politóloga, profesora-investigadora. Miembro Fundadora de la AMECIP. Mail: margarita_arguelles@hotmail.com

Estamos en el tránsito de una transformación económica tan profunda como la que vivió el mundo a mediados del siglo XIX, cuando los avances tecnológicos y la revolución en las formas de producción se impusieron sobre la vida que estaba saliendo de los resabios de la edad media. Lo que se vislumbró entonces fue un mundo con mejores condiciones de vida para los menos favorecidos ¿qué pasó? ¿qué se vislumbra ahora?

El absolutismo europeo expuso su predominio en el continente europeo hacia 1848; el llamado a la subversión proletaria de Karl Marx a través de la liga revolucionaria clandestina con el Manifiesto Comunista, exponiendo la nueva concepción del mundo con el proletariado que haría la revolución para crear la sociedad comunista. Así surge la gran y pequeña burguesía se unieron contra esa subversión proletaria.

La economía dejaba grandes ganancias a esa clase identificada como “explotadora”, con oferta laboral sin garantías de ningún tipo. Al terminar el siglo se fortaleció finalmente una manifestación con carácter nacionalista. Los conservadores finalmente comprendieron que debía hacerse un cambio político, porque se había rebasado todo límite.

Los trabajadores debían tener garantías laborales, reglamentos, días de descanso, condiciones de salud, horarios delimitados, y pagos justos.Además, las mujeres también empezaron a ingresar al ámbito público para trabajar. La gran promesa de la democracia liberal fue dar mejores condiciones de vida por igual, la promesa del socialismo era quitarle a los que más tenían con revolución. Después de 172 años las condiciones sociales y económicas de los más desprotegidos ha logrado muchos avances, en el papel.

Guillermo Beylis, Roberto Fattal Jaef, Michael Morris, Ashwini Rekha Sebastian y Rishabh Sinha, publicaron recientemente el informe “Efecto viral: Efecto viral: COVID-19 y la transformación acelerada del empleo en América Latina y el Caribe” en el que refieren los cambios tecnológicos que han cambiado la estructura de la economía de la región, pero también los impactos de esta transformación en los empleos, las ocupaciones y la demanda de habilidades que se prevén.

Estamos viviendo la Cuarta revolución Industrial, que se identifica con el desarrollo de inteligenica artificial, internet de las cosas e impresión en 2D, y el gran temor que que haya desempleo tecnológico, que no haya espacio para trabajadores ya que son desplazados por máquinas. Este temor es el mismo que habrá concurrido a principios del siglo XIX también.

A reserva de lo que suceda en el corto plazo, lo que las democracias no han cumplido es ese bienestar para los que menos tienen y, por el contrario, cada vez hay más pobreza y la brecha crece. Ahora con la pandemia la pobreza adquiere magnitudes más profundas también.

El sector de los servicios se incrementará aunque la racionalidad para gastar no se ha enraizado en la cultura del ciudadano, además de que la productividad registra un decrecimiento. La capacitación y educación requiere ajustarse para que tengamos una respuesta adecuada a estos cambios. Sólo habría que reflexionar si es el modelo democrático o los defectos humanos los que nos tienen en este brete de pobreza. El suidicio del ex presidente de Perú Alan García, el 17 de abril de 2019, cuando iba a ser detenido por sus presuntas implicaciones por lavado de activos y colusión agravada, derivados de los sobornos de Odebrecht, es sólo un ejemplo de ese actuar sin escrúpulos. En México tenemos otros más que fortalece la tesis de a mayor corrupción-mayor pobreza, así que aunque nos preparemos para trabajar la trampa se asoma. Tal vez la gran transformación que requerimos es de la humanidad, ordenar nuestros valores e ideales que nos puedan llevar primero a ser mejores personas, no a tener a costa de lo que sea.

*Politóloga, profesora-investigadora. Miembro Fundadora de la AMECIP. Mail: margarita_arguelles@hotmail.com