/ sábado 26 de septiembre de 2020

Eliminar la división, e impulsar la actividad productiva y social

Odio representa una peligrosa maldición de la que hay que alejarse lo más rápidamente posible, es tóxico para el ser humano y hace prácticamente imposible la cicatrización de las heridas Alice Miller

Con una sólida formación y con el transcurrir del tiempo, los líderes deben sustentar sus decisiones de manera responsable, mediante la reflexión y el análisis; medir los riesgos y las consecuencias y, a la vez establecer estrategias claras que les permitan alcanzar sus objetivos y beneficiar en el caso de los líderes políticos a la mayoría del conglomerado social, al cual representan.

Claro que la otra cara de la moneda es notoria cuando las cosas no salen como el líder lo espera, debido a que las decisiones generan problemas internos; tal vez porque se estén tomando decisiones a la ligera, sin sustento, sin estudio, sin planeación y en ocasiones hasta evadiendo responsabilidades que les corresponde asumir debido a constantes equivocaciones.

Sentir aberración hacia la clase política y por determinados actos de corrupción, puede ser justificable, debido a la falta de resultados, sin embargo, no debe caerse en el extremismo, donde ante el afán de purificar se deba descartar a quien no piensa como uno.

Pues si bien es cierto que los problemas políticos tienen raíces económicas y los económicos políticas; los errores o las malas decisiones son las que más afectan y generan la polarización no solo de grupos o actores políticos, sino de todo el conglomerado social; lo cual termina debilitando la credibilidad gubernamental, así como el de sus instituciones.

La disminución de la pobreza es tema central de la agenda política internacional. Sin embargo, las estrategias instrumentadas para reducirla, en nuestro país, se han centrado más en programas clientelares, sin considerar dimensiones institucionales y políticas que son fundamentales y que pueden ser tanto las causas de la pobreza y la desigualdad como los obstáculos para su abatimiento.

Pues si bien la pobreza afecta a los que menos tienen, los más vulnerables terminan siendo los niños y niñas, debido a que se pone en riesgo los derechos a la supervivencia, la salud y la nutrición, la educación, la participación y la protección contra el peligro y la explotación; y, la falta de oportunidades a los jóvenes para su formación o incorporación al mercado laboral.

El empobrecimiento viene representando un problema de gran dimensión, que exige un profundo análisis, su magnitud, y tendencias, que ahora producto de la desaceleración de la economía mexicana aunado al problema de la pandemia por el Covid-19 se agrava aún más.

Consecuentemente el Estado mexicano debe atender la impunidad y la injusticia, destinar mayores recursos a la investigación, el desarrollo tecnológico, la capacitación y coordinación para hacer frente a la inseguridad, la delincuencia y el crimen organizado.

El gobierno en sus tres niveles debe garantizar un clima de seguridad, a la sociedad y a los inversionistas privados con lo cual se podrá cimentar un país justo y productivo.

Sin embargo, en nuestro país el problema histórico el cual hemos enfrentado, se debate entre la desigualdad y la pobreza; por tanto, se debe considerar que, si se elige corregir la desigualdad, se tiene que quitarle al que le sobra para darle al que le falta (redistribuir riqueza). Si elige corregir la pobreza lo que debe hacerse, es aumentar las capacidades productoras y productivas de los pobres (crear riqueza).

En conclusión, el problema de la pobreza, se puede resolver i) redistribuyendo riqueza, mediante una eficaz, justa y eficiente política impositiva; y ii) creándola mediante el impulso a las inversiones que generen empleos productivos y bien remunerados.

Sus comentarios jrobertofl@hotmail.com

Odio representa una peligrosa maldición de la que hay que alejarse lo más rápidamente posible, es tóxico para el ser humano y hace prácticamente imposible la cicatrización de las heridas Alice Miller

Con una sólida formación y con el transcurrir del tiempo, los líderes deben sustentar sus decisiones de manera responsable, mediante la reflexión y el análisis; medir los riesgos y las consecuencias y, a la vez establecer estrategias claras que les permitan alcanzar sus objetivos y beneficiar en el caso de los líderes políticos a la mayoría del conglomerado social, al cual representan.

Claro que la otra cara de la moneda es notoria cuando las cosas no salen como el líder lo espera, debido a que las decisiones generan problemas internos; tal vez porque se estén tomando decisiones a la ligera, sin sustento, sin estudio, sin planeación y en ocasiones hasta evadiendo responsabilidades que les corresponde asumir debido a constantes equivocaciones.

Sentir aberración hacia la clase política y por determinados actos de corrupción, puede ser justificable, debido a la falta de resultados, sin embargo, no debe caerse en el extremismo, donde ante el afán de purificar se deba descartar a quien no piensa como uno.

Pues si bien es cierto que los problemas políticos tienen raíces económicas y los económicos políticas; los errores o las malas decisiones son las que más afectan y generan la polarización no solo de grupos o actores políticos, sino de todo el conglomerado social; lo cual termina debilitando la credibilidad gubernamental, así como el de sus instituciones.

La disminución de la pobreza es tema central de la agenda política internacional. Sin embargo, las estrategias instrumentadas para reducirla, en nuestro país, se han centrado más en programas clientelares, sin considerar dimensiones institucionales y políticas que son fundamentales y que pueden ser tanto las causas de la pobreza y la desigualdad como los obstáculos para su abatimiento.

Pues si bien la pobreza afecta a los que menos tienen, los más vulnerables terminan siendo los niños y niñas, debido a que se pone en riesgo los derechos a la supervivencia, la salud y la nutrición, la educación, la participación y la protección contra el peligro y la explotación; y, la falta de oportunidades a los jóvenes para su formación o incorporación al mercado laboral.

El empobrecimiento viene representando un problema de gran dimensión, que exige un profundo análisis, su magnitud, y tendencias, que ahora producto de la desaceleración de la economía mexicana aunado al problema de la pandemia por el Covid-19 se agrava aún más.

Consecuentemente el Estado mexicano debe atender la impunidad y la injusticia, destinar mayores recursos a la investigación, el desarrollo tecnológico, la capacitación y coordinación para hacer frente a la inseguridad, la delincuencia y el crimen organizado.

El gobierno en sus tres niveles debe garantizar un clima de seguridad, a la sociedad y a los inversionistas privados con lo cual se podrá cimentar un país justo y productivo.

Sin embargo, en nuestro país el problema histórico el cual hemos enfrentado, se debate entre la desigualdad y la pobreza; por tanto, se debe considerar que, si se elige corregir la desigualdad, se tiene que quitarle al que le sobra para darle al que le falta (redistribuir riqueza). Si elige corregir la pobreza lo que debe hacerse, es aumentar las capacidades productoras y productivas de los pobres (crear riqueza).

En conclusión, el problema de la pobreza, se puede resolver i) redistribuyendo riqueza, mediante una eficaz, justa y eficiente política impositiva; y ii) creándola mediante el impulso a las inversiones que generen empleos productivos y bien remunerados.

Sus comentarios jrobertofl@hotmail.com