/ domingo 15 de agosto de 2021

Historia, leyenda y ficción

A propósito del evento histórico acaecido en la Gran Tenochtitlan, hoy Ciudad de México, el 13 de agosto de 1521, recordé los libros y los autores que leí para aprender del acontecimiento y comprender el contexto en el que sucedió, como hecho histórico, político y social, que no se aprende en la educación básica.

Los pincelazos históricos que nos dan en la primaria y se refrendan en la secundaria, cobran profundidad en la educación media y superior, o debieran hacerlo. La Ciencia Política nos ofrece herramientas para analizar los hechos considerando a los actores y los fenómenos que intervinieron, pero sobre todo alejados en el tiempo, sin visos maniqueos (buenos y malos) y con perspectiva esforzadamente hacia la objetividad.

Es debatible de por sí la objetividad en el pensamiento humano, so pena de caer en el racionalismo radical -que mutila un enfoque equilibrado para comprender la realidad-. Esto viene a colación porque el método histórico implica incluir la crónica y leyendas de los actores, aun cuando ya no vivan y estén bien lejos de recuperarse sus relatos ¿cómo?: con imaginación histórica. Igual sucede en la sociología. Claro que si es una investigación histórica científica la reconstrucción de los hechos que falten en una crónica se deducen con cierta facilidad se auxilia de la arqueología también.

Sin embargo, cuando no hay seriedad en los que se llamen historiadores es fácil que incurran en historias de ficción o, peor aún, con sesgos ideológicos para exponer una “poshistoria”, así como la posverdad: hechos con mentiras emotivas. Tomar en cuenta el contexto, como lo sugiere Dieter Nohlen, ayuda para comprender los hechos, pero también se incluye el lenguaje que transmite esos hechos, y aquí viene precisamente lo complicado para los historiadores. Además, el problema se magnifica cuando la historia se “enseña” sin el mínimo de conocimiento y luego, sin didáctica. Y así llegamos a la vida adulta, con versiones encontradas y poco conocimiento de nuestro pasado histórico.

Pareciera que el caso de la obra del maestro Miguel León Portilla “La visión de los vencidos” publicada en 1959 que puede ser interpretada como para sentirse agraviados por los acontecimientos de 500 años antes, por las muertes violentas y la expoliación que hubo y que es producto de las guerras, sin justificar, sólo para comprender. Por otro lado, Bernal Díaz del Castillo o las Cartas de Relación de Hernán Cortés que engrandece las acciones de los españoles desde la versión del conquistador y que podría reforzar al “malinchista”, aquel que busca sus raíces en la España del siglo XV. Para finalmente responder ¿quiénes son los buenos y quiénes los malos? Con una perspectiva, además de pueril, poco crítica con los hechos, porque así no se estudia ni se comprenden los hechos de la historia. Igual, la reedición de “Nueva Historia Mínima de México” en de Pablo Escalante Gonzalba, Bernardo García Martínez, Luis Jáuregui, Josefina Zoraida Vázquez, Elisa Speckman Guerra, Javier Garciadiego y Luis Aboites Aguilar (que se puede consultar en el repositorio de El Colegio de México), es una obra robusta en datos y alejada de moralinas.

Lamentablemente murió el historiador Luis Fernando Granados el pasado 10 de julio, que nos dejó “Relación de 1520 de Hernán Cortés” como legado reciente para leer acríticamente, sin reclamos políticos fuera de tono, la segunda carta que envió a los Reyes españoles como testigo. Esa perspectiva mueve cimientos, tantos que ya discuten los expertos si fue conquista, o si fue de los españoles o de los indígenas, porque el 99% de su ejército estaba compuesto por indígenas aliados -de Tlaxcala, Huexotzinco, Cholula, Tepeyac-, sin traición porque no había una nación constituida, sin Imperio mexica, sin resistencia indígena, etc. Es previsible entonces, que la discusión se profundice para aclarar los hechos, la verdad, sin ideologizaciones, maniqueísmo o ficción, para comprender nuestro pasado, vivir nuestro presente e impulsar nuestro futuro.

*Politóloga, profesora-investigadora. Miembro Fundadora de la AMECIP. Mail: margarita_arguelles@hotmail.com

A propósito del evento histórico acaecido en la Gran Tenochtitlan, hoy Ciudad de México, el 13 de agosto de 1521, recordé los libros y los autores que leí para aprender del acontecimiento y comprender el contexto en el que sucedió, como hecho histórico, político y social, que no se aprende en la educación básica.

Los pincelazos históricos que nos dan en la primaria y se refrendan en la secundaria, cobran profundidad en la educación media y superior, o debieran hacerlo. La Ciencia Política nos ofrece herramientas para analizar los hechos considerando a los actores y los fenómenos que intervinieron, pero sobre todo alejados en el tiempo, sin visos maniqueos (buenos y malos) y con perspectiva esforzadamente hacia la objetividad.

Es debatible de por sí la objetividad en el pensamiento humano, so pena de caer en el racionalismo radical -que mutila un enfoque equilibrado para comprender la realidad-. Esto viene a colación porque el método histórico implica incluir la crónica y leyendas de los actores, aun cuando ya no vivan y estén bien lejos de recuperarse sus relatos ¿cómo?: con imaginación histórica. Igual sucede en la sociología. Claro que si es una investigación histórica científica la reconstrucción de los hechos que falten en una crónica se deducen con cierta facilidad se auxilia de la arqueología también.

Sin embargo, cuando no hay seriedad en los que se llamen historiadores es fácil que incurran en historias de ficción o, peor aún, con sesgos ideológicos para exponer una “poshistoria”, así como la posverdad: hechos con mentiras emotivas. Tomar en cuenta el contexto, como lo sugiere Dieter Nohlen, ayuda para comprender los hechos, pero también se incluye el lenguaje que transmite esos hechos, y aquí viene precisamente lo complicado para los historiadores. Además, el problema se magnifica cuando la historia se “enseña” sin el mínimo de conocimiento y luego, sin didáctica. Y así llegamos a la vida adulta, con versiones encontradas y poco conocimiento de nuestro pasado histórico.

Pareciera que el caso de la obra del maestro Miguel León Portilla “La visión de los vencidos” publicada en 1959 que puede ser interpretada como para sentirse agraviados por los acontecimientos de 500 años antes, por las muertes violentas y la expoliación que hubo y que es producto de las guerras, sin justificar, sólo para comprender. Por otro lado, Bernal Díaz del Castillo o las Cartas de Relación de Hernán Cortés que engrandece las acciones de los españoles desde la versión del conquistador y que podría reforzar al “malinchista”, aquel que busca sus raíces en la España del siglo XV. Para finalmente responder ¿quiénes son los buenos y quiénes los malos? Con una perspectiva, además de pueril, poco crítica con los hechos, porque así no se estudia ni se comprenden los hechos de la historia. Igual, la reedición de “Nueva Historia Mínima de México” en de Pablo Escalante Gonzalba, Bernardo García Martínez, Luis Jáuregui, Josefina Zoraida Vázquez, Elisa Speckman Guerra, Javier Garciadiego y Luis Aboites Aguilar (que se puede consultar en el repositorio de El Colegio de México), es una obra robusta en datos y alejada de moralinas.

Lamentablemente murió el historiador Luis Fernando Granados el pasado 10 de julio, que nos dejó “Relación de 1520 de Hernán Cortés” como legado reciente para leer acríticamente, sin reclamos políticos fuera de tono, la segunda carta que envió a los Reyes españoles como testigo. Esa perspectiva mueve cimientos, tantos que ya discuten los expertos si fue conquista, o si fue de los españoles o de los indígenas, porque el 99% de su ejército estaba compuesto por indígenas aliados -de Tlaxcala, Huexotzinco, Cholula, Tepeyac-, sin traición porque no había una nación constituida, sin Imperio mexica, sin resistencia indígena, etc. Es previsible entonces, que la discusión se profundice para aclarar los hechos, la verdad, sin ideologizaciones, maniqueísmo o ficción, para comprender nuestro pasado, vivir nuestro presente e impulsar nuestro futuro.

*Politóloga, profesora-investigadora. Miembro Fundadora de la AMECIP. Mail: margarita_arguelles@hotmail.com