/ lunes 11 de abril de 2022

Hostigamiento y acoso en Unidad de Ciberacoso de la Fiscalía

Para nadie que haya acudido a presentar una denuncia ante la Fiscalía General de Justicia debe ser extraña una escena en la que el personal actúe con poco tacto, hable de manera golpeada, se perciba malhumorado y atienda de mala gana.

Salvo honrosas excepciones, la atención resulta ser una experiencia poco grata en la que los denunciantes deben invertir mucho tiempo e incluso hasta pueden ser culpados de la situación por la que están pasando.

Y en la Fiscalía Especializada en Investigación de Delitos de Violencia de Género Contra las Mujeres no es la excepción. Aunque debería de existir mayor sensibilidad por los temas que ahí se tratan, la realidad es que las y los agentes del Ministerio Público dan un mal trato a las víctimas.

Para no revictimizar a una denunciante, le comento sobre el caso de una mujer a la que llamaremos Clara, que recientemente presentó una denuncia contra su hermano por violación en agravio de su pequeña hija de siete años. El denunciado había tenido la misma conducta contra esta mujer, pero cuando también tenía siete años.

Dado este antecedente la agente del Ministerio Público Nora Leticia Martínez Fernández, con malos tratos, culpó a Clara de lo ocurrido, como si hubiese premeditada dejar a su hija con el presunto violador.

Aunque Clara presentó una queja sobre el trato que recibió, lo cierto es que en apariencia no pasó nada.

Pero si Gilberto Higuera Bernal, Fiscal General del Estado de Puebla, desea indagar en los orígenes del ambiente de irritación que predomina en el inmueble de la 10 Oriente 417, bien podría comenzando a observar los horarios de trabajo que en teoría son de 9:00 de la mañana a 18:00 horas, pero que, en la práctica, se prolongan hasta cinco o seis horas más.

Las y los agentes pueden terminar su jornada de trabajo hasta las 23:00 horas todos los días e incluso hacia la media noche y cuando en otras agencias tienen hasta tres horas de intermedio para comida, en el lugar en comento solo es de hora y media.

Estos horarios, que superan a los establecidos en los contratos, son atribuidos a Sergio Salazar Cruz quien, a inicio de mes, fue rarificado (era encargado de despacho) en la Unidad Especializada en Investigación de Delitos Sexuales y Ciberacos.

Aunque el personal difícilmente alzará la voz por miedo a represalias de Raquel Avendaño Fernández, fiscal especializada en Investigación de Deitos de Violencia de Género contra las Mujeres, el desgastado clima laboral, en buena parte tiene que ver con el trato de estos superiores.

Si no cuadra que un varón sea el encargado de investigar agresiones contra mujeres, mucho menos que en esa área se hable de prácticas de acoso y hostigamiento laboral.

Y hasta la próxima.

Para nadie que haya acudido a presentar una denuncia ante la Fiscalía General de Justicia debe ser extraña una escena en la que el personal actúe con poco tacto, hable de manera golpeada, se perciba malhumorado y atienda de mala gana.

Salvo honrosas excepciones, la atención resulta ser una experiencia poco grata en la que los denunciantes deben invertir mucho tiempo e incluso hasta pueden ser culpados de la situación por la que están pasando.

Y en la Fiscalía Especializada en Investigación de Delitos de Violencia de Género Contra las Mujeres no es la excepción. Aunque debería de existir mayor sensibilidad por los temas que ahí se tratan, la realidad es que las y los agentes del Ministerio Público dan un mal trato a las víctimas.

Para no revictimizar a una denunciante, le comento sobre el caso de una mujer a la que llamaremos Clara, que recientemente presentó una denuncia contra su hermano por violación en agravio de su pequeña hija de siete años. El denunciado había tenido la misma conducta contra esta mujer, pero cuando también tenía siete años.

Dado este antecedente la agente del Ministerio Público Nora Leticia Martínez Fernández, con malos tratos, culpó a Clara de lo ocurrido, como si hubiese premeditada dejar a su hija con el presunto violador.

Aunque Clara presentó una queja sobre el trato que recibió, lo cierto es que en apariencia no pasó nada.

Pero si Gilberto Higuera Bernal, Fiscal General del Estado de Puebla, desea indagar en los orígenes del ambiente de irritación que predomina en el inmueble de la 10 Oriente 417, bien podría comenzando a observar los horarios de trabajo que en teoría son de 9:00 de la mañana a 18:00 horas, pero que, en la práctica, se prolongan hasta cinco o seis horas más.

Las y los agentes pueden terminar su jornada de trabajo hasta las 23:00 horas todos los días e incluso hacia la media noche y cuando en otras agencias tienen hasta tres horas de intermedio para comida, en el lugar en comento solo es de hora y media.

Estos horarios, que superan a los establecidos en los contratos, son atribuidos a Sergio Salazar Cruz quien, a inicio de mes, fue rarificado (era encargado de despacho) en la Unidad Especializada en Investigación de Delitos Sexuales y Ciberacos.

Aunque el personal difícilmente alzará la voz por miedo a represalias de Raquel Avendaño Fernández, fiscal especializada en Investigación de Deitos de Violencia de Género contra las Mujeres, el desgastado clima laboral, en buena parte tiene que ver con el trato de estos superiores.

Si no cuadra que un varón sea el encargado de investigar agresiones contra mujeres, mucho menos que en esa área se hable de prácticas de acoso y hostigamiento laboral.

Y hasta la próxima.