/ domingo 22 de abril de 2018

Pugilismo político 2018

Desde que se inició la moda del debate en tv entre candidatos a la presidencia (el 26 de septiembre de 1960, J. F. Kennedy y Nixon), se redujo la distancia entre el político y el ciudadano y se adoptó como una herramienta más de mercadotecnia política para ganar elecciones. Entonces fue una novedad de gran impacto, tal vez con la misma expectativa hoy esperamos el debate de los candidatos presidenciales en México, la novedad la da la mezcla de medios que se disponen a transmitirlo, no sólo televisión abierta. Bueno, aunque Consulta Mitofsky dio a conocer el sábado 21 de abril que sólo la mitad de los ciudadanos estamos interesados en ver el debate, el 46.5 poco o nada están interesados y el 3.5 ni contestó o no sabe.

En una especie de pugilismo político, el músculo, la fuerza, los golpes se muestran en este escenario. Es entonces cuando el espectador aprecia el entrenamiento de los implicados, si están en forma o no, cuándo resisten el impacto de las verbalizaciones, mensajes que catapultan los contendientes.

Los enclaves de un debate, implica al menos 3 dimensiones comunicativas: 1) lenguaje no verbal, la imagen personal que incluye vestuario, peinado (maquillaje) y accesorios; 2) la verbalización, lenguaje que implica argumentar las ideas reforzado con el cuerpo de la persona, y 3) la empatía con el público al que se dirija, dado su contexto, en este caso los días de precampaña, intercampaña y campaña (que en resumidas cuentas es campaña).

Las encuestas están a la orden mostrando preferencias: la de Beltrán&Asociados (del 7 al 20 de abril) que da un 40% para Andrés Manuel López Obrador, 32% para Ricardo Anaya Cortés, 22% para José Antonio Meade, 5% para Margarita Zavala y 2% para Jaime Rodríguez Calderón. La encuesta de Consulta Mitofsky (de abril) da 31.9 puntos a AMLO, 20.8 para Anaya, 16.9 a Meade, 3.8 a Margarita y 1.6 a El Bronco. Viene a colación para que, de las mismas fuentes, podamos comparar el impacto que haya tenido el evento.

¿Cuánto puede influir un debate en la decisión del votante? Poco, muy poco entre los que son “voto duro” cuya percepción está sellada desde que inició el proceso electoral en septiembre del año pasado, pero resultan útiles para los estrategas de las campañas de los candidatos por la incidencia entre los indecisos. Otra utilidad es que miden las vulnerabilidades de los contrincantes, de qué pie cojean, o qué temas los ponen nerviosos, para retomar temas que serán convertidos en mensajes post debate.

La preparación de los personajes es de suma importancia, descansar, distraerse de una dinámica de estrés constante a la que están sometidos por las giras y la atención a la gente en reuniones, desgastante para el que más. Por eso el equipo de AMLO no desperdició la oportunidad de twittearlo en casa con Jesús que pegaba estampitas “después de 20 días de gira por el norte”.

La crítica hacia las campañas en general es precisamente a la banalidad de los mensajes, por eso el debate presenta la oportunidad de verbalizar propuestas y argumentar defensas, en vivo, no con grabaciones que son estudiadas y medidas. Un ejercicio también para los votantes que podríamos formular nuestras preguntas para que al menos el equipo de asesores y estrategas piensen cómo responderlas.

El estigma de la estela de personajes corruptos de los que se ha rodeado AMLO, cómo haría para transparentar el cabildeo en el Congreso y los negocios de Anaya, por qué no aparece ni la palabra corrupción en las 7 propuestas de Meade, qué falló en el gobierno de su esposo y cómo mejorarlo para Margarita, y para el Bronco cómo creer en su integridad si no cumplió su palabra y dejó el gobierno de Nuevo León colgado, son temas que bien podían presentarse en la pelea, todo en 1 hora 52 minutos.


*Politóloga. Miembro de la Junta Nacional Directiva de la y transparentar el cabildeo AMECIP.

Desde que se inició la moda del debate en tv entre candidatos a la presidencia (el 26 de septiembre de 1960, J. F. Kennedy y Nixon), se redujo la distancia entre el político y el ciudadano y se adoptó como una herramienta más de mercadotecnia política para ganar elecciones. Entonces fue una novedad de gran impacto, tal vez con la misma expectativa hoy esperamos el debate de los candidatos presidenciales en México, la novedad la da la mezcla de medios que se disponen a transmitirlo, no sólo televisión abierta. Bueno, aunque Consulta Mitofsky dio a conocer el sábado 21 de abril que sólo la mitad de los ciudadanos estamos interesados en ver el debate, el 46.5 poco o nada están interesados y el 3.5 ni contestó o no sabe.

En una especie de pugilismo político, el músculo, la fuerza, los golpes se muestran en este escenario. Es entonces cuando el espectador aprecia el entrenamiento de los implicados, si están en forma o no, cuándo resisten el impacto de las verbalizaciones, mensajes que catapultan los contendientes.

Los enclaves de un debate, implica al menos 3 dimensiones comunicativas: 1) lenguaje no verbal, la imagen personal que incluye vestuario, peinado (maquillaje) y accesorios; 2) la verbalización, lenguaje que implica argumentar las ideas reforzado con el cuerpo de la persona, y 3) la empatía con el público al que se dirija, dado su contexto, en este caso los días de precampaña, intercampaña y campaña (que en resumidas cuentas es campaña).

Las encuestas están a la orden mostrando preferencias: la de Beltrán&Asociados (del 7 al 20 de abril) que da un 40% para Andrés Manuel López Obrador, 32% para Ricardo Anaya Cortés, 22% para José Antonio Meade, 5% para Margarita Zavala y 2% para Jaime Rodríguez Calderón. La encuesta de Consulta Mitofsky (de abril) da 31.9 puntos a AMLO, 20.8 para Anaya, 16.9 a Meade, 3.8 a Margarita y 1.6 a El Bronco. Viene a colación para que, de las mismas fuentes, podamos comparar el impacto que haya tenido el evento.

¿Cuánto puede influir un debate en la decisión del votante? Poco, muy poco entre los que son “voto duro” cuya percepción está sellada desde que inició el proceso electoral en septiembre del año pasado, pero resultan útiles para los estrategas de las campañas de los candidatos por la incidencia entre los indecisos. Otra utilidad es que miden las vulnerabilidades de los contrincantes, de qué pie cojean, o qué temas los ponen nerviosos, para retomar temas que serán convertidos en mensajes post debate.

La preparación de los personajes es de suma importancia, descansar, distraerse de una dinámica de estrés constante a la que están sometidos por las giras y la atención a la gente en reuniones, desgastante para el que más. Por eso el equipo de AMLO no desperdició la oportunidad de twittearlo en casa con Jesús que pegaba estampitas “después de 20 días de gira por el norte”.

La crítica hacia las campañas en general es precisamente a la banalidad de los mensajes, por eso el debate presenta la oportunidad de verbalizar propuestas y argumentar defensas, en vivo, no con grabaciones que son estudiadas y medidas. Un ejercicio también para los votantes que podríamos formular nuestras preguntas para que al menos el equipo de asesores y estrategas piensen cómo responderlas.

El estigma de la estela de personajes corruptos de los que se ha rodeado AMLO, cómo haría para transparentar el cabildeo en el Congreso y los negocios de Anaya, por qué no aparece ni la palabra corrupción en las 7 propuestas de Meade, qué falló en el gobierno de su esposo y cómo mejorarlo para Margarita, y para el Bronco cómo creer en su integridad si no cumplió su palabra y dejó el gobierno de Nuevo León colgado, son temas que bien podían presentarse en la pelea, todo en 1 hora 52 minutos.


*Politóloga. Miembro de la Junta Nacional Directiva de la y transparentar el cabildeo AMECIP.