/ domingo 12 de julio de 2020

Reclasificación de la pandemia

Nada extraño es una noticia de los llamados “tianguis del hambre”, aproximadamente 405 personas (desempleados) que todos los días se ubican en los límites de Neza y Chimalhuacán y también en Chalco, para vender ropa, zapatos, electrodomésticos, y todo tipo de cosas usadas para ganar un poco de dinero, obligados por comer. Este fenómeno, al igual que el desempleo mismo, obliga a repensar en la clasificación social establecida.

Sabemos ya que la pandemia nos trasladó, en muchos sentidos y en todas las dimensiones sociales de nuestra vida. Pero me resultó revelador el artículo de Viridiana Ríos en TNYT “No, no eres clase media”, porque una cosa es lo que yo crea y otra, muy diferente, lo que en realidad es. Al respecto, los datos registrados en el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) y el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) tienen disponible la información basada en la declaración de los encuestados, la población.

A reserva de los datos que las instituciones mencionadas vayan a ofrecer el próximo año, dado que el INEGI suspendió las entrevistas cara a cara programadas para el Censo de Población y Vivienda 2020, los que ahora están disponibles son puestos en tela de juicio por la Dra. Ríos ya que hace una reflexión muy clara: el 61% de la población mexicana se identifica como clase media, pero no lo es; este es un serio malentendido sobre el nivel de ingreso de todos, ricos y pobres.

¿Qué significa la clase media? Según el Índice de Desarrollo Social de Evalúa de CdMx, ganar al menos 64,000 pesos mensuales para una familia de 4 integrantes (16, 000 por persona); tener ingresos suficientes para satisfacer un combo de necesidades de la familia como educación, salud, servicios sanitarios, drenaje, teléfono, seguridad social, electricidad, combustible, bienes durables básicos y no trabajar más de 48 horas a la semana. El punto nodal es que la concepción de clase media parece no haber cambiado en el imaginario social desde los años 60´s, cuando había condiciones que hacían posible hacer planes para hacer patrimonio a largo y muy largo plazo.

Entonces, como apunta Ríos, ahora “no basta dejar de ser pobre para ser clasemediero”; es decir, aproximadamente 37 millones de personas que técnicamente no son pobres, pero no tienen cómo satisfacer ese combo de necesidades básicas de acceso a la salud, a la educación y a la seguridad social; esas que sí puede cubrir la clase media. Así pues, 15 millones sí son de clase media (12% de la población), pero en peligro de extinción. “La realidad es que el 84% de la población no tiene seguridad laboral o un sueldo que les permita satisfacer las necesidades de su familia, pero lo niega”, es la sentencia de la investigadora.

Con seguridad pandemia pondrá en evidencia éste y otros mitos. El reacomodo económico obligado por el confinamiento descobija cualquier fantasía, como la de asociar la educación con la riqueza, que fue analizado por Nora Lustig, Gerardo Esquivel y Raymundo Campos “The Rise and Fall of Income Inequality in Mexico, 1989–2010” con datos reveladores: la productividad aumentó, los salarios no, a pesar de que se incrementó “significativamente” el nivel educativo de los mexicanos en ese periodo.

Así que las políticas públicas resultantes han sido desarrolladas con datos equívocos de origen, basados en suposiciones o fundamentados en el sueño de seguir manteniendo un estatus que ya se fue. Esto es lo que habrá que reconsiderar cuando se impulsen políticas para ayudar a “los más pobres”, que sumarán muchos más, por la pandemia que nos obliga a bajar del escalón.

*Politóloga, profesora-investigadora. Miembro Fundadora de la AMECIP. Mail: margarita_arguelles@hotmail.com

Nada extraño es una noticia de los llamados “tianguis del hambre”, aproximadamente 405 personas (desempleados) que todos los días se ubican en los límites de Neza y Chimalhuacán y también en Chalco, para vender ropa, zapatos, electrodomésticos, y todo tipo de cosas usadas para ganar un poco de dinero, obligados por comer. Este fenómeno, al igual que el desempleo mismo, obliga a repensar en la clasificación social establecida.

Sabemos ya que la pandemia nos trasladó, en muchos sentidos y en todas las dimensiones sociales de nuestra vida. Pero me resultó revelador el artículo de Viridiana Ríos en TNYT “No, no eres clase media”, porque una cosa es lo que yo crea y otra, muy diferente, lo que en realidad es. Al respecto, los datos registrados en el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) y el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) tienen disponible la información basada en la declaración de los encuestados, la población.

A reserva de los datos que las instituciones mencionadas vayan a ofrecer el próximo año, dado que el INEGI suspendió las entrevistas cara a cara programadas para el Censo de Población y Vivienda 2020, los que ahora están disponibles son puestos en tela de juicio por la Dra. Ríos ya que hace una reflexión muy clara: el 61% de la población mexicana se identifica como clase media, pero no lo es; este es un serio malentendido sobre el nivel de ingreso de todos, ricos y pobres.

¿Qué significa la clase media? Según el Índice de Desarrollo Social de Evalúa de CdMx, ganar al menos 64,000 pesos mensuales para una familia de 4 integrantes (16, 000 por persona); tener ingresos suficientes para satisfacer un combo de necesidades de la familia como educación, salud, servicios sanitarios, drenaje, teléfono, seguridad social, electricidad, combustible, bienes durables básicos y no trabajar más de 48 horas a la semana. El punto nodal es que la concepción de clase media parece no haber cambiado en el imaginario social desde los años 60´s, cuando había condiciones que hacían posible hacer planes para hacer patrimonio a largo y muy largo plazo.

Entonces, como apunta Ríos, ahora “no basta dejar de ser pobre para ser clasemediero”; es decir, aproximadamente 37 millones de personas que técnicamente no son pobres, pero no tienen cómo satisfacer ese combo de necesidades básicas de acceso a la salud, a la educación y a la seguridad social; esas que sí puede cubrir la clase media. Así pues, 15 millones sí son de clase media (12% de la población), pero en peligro de extinción. “La realidad es que el 84% de la población no tiene seguridad laboral o un sueldo que les permita satisfacer las necesidades de su familia, pero lo niega”, es la sentencia de la investigadora.

Con seguridad pandemia pondrá en evidencia éste y otros mitos. El reacomodo económico obligado por el confinamiento descobija cualquier fantasía, como la de asociar la educación con la riqueza, que fue analizado por Nora Lustig, Gerardo Esquivel y Raymundo Campos “The Rise and Fall of Income Inequality in Mexico, 1989–2010” con datos reveladores: la productividad aumentó, los salarios no, a pesar de que se incrementó “significativamente” el nivel educativo de los mexicanos en ese periodo.

Así que las políticas públicas resultantes han sido desarrolladas con datos equívocos de origen, basados en suposiciones o fundamentados en el sueño de seguir manteniendo un estatus que ya se fue. Esto es lo que habrá que reconsiderar cuando se impulsen políticas para ayudar a “los más pobres”, que sumarán muchos más, por la pandemia que nos obliga a bajar del escalón.

*Politóloga, profesora-investigadora. Miembro Fundadora de la AMECIP. Mail: margarita_arguelles@hotmail.com