/ sábado 7 de septiembre de 2019

Transformación política o de régimen en México

Montesquieu clasifica a los regímenes políticos en tres formas de gobierno: República, donde el pueblo o una parte de él tiene el poder soberano; Monarquía, donde gobierna uno solo, pero con leyes establecidas; y Despotismo, donde gobierna uno solo sin reglas ni leyes.

Sin embargo, en la actualidad predominan los gobiernos o regímenes: Democráticos, Monárquicos, Autoritarios, Islámicos, Socialistas, Populistas, Pluripartidistas, y Unipartidistas.

Por otra parte, cito a (Bolívar, 1818) “El sistema de gobierno más perfecto, es aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social, y mayor suma de estabilidad política”. En las condiciones actuales se le debería sumar la seguridad pública.

Pues una de las condiciones para tener un ambiente de paz es alcanzar la seguridad en todos sus ámbitos, al tiempo de impulsar la honestidad, la cual de manera gradual logre erradicar la corrupción, que se encuentra enquistada en casi la totalidad de los procesos que se desarrollan en el ámbito público y privado de nuestro país.

A lo anterior habrá que considerar el fenómeno del cambio ambiental, las crisis económicas y financieras, provocadas fundamentalmente por el fenómeno de la globalización, que han sido entre otros, los principales factores que van motivando las transformaciones en la sociedad, ligadas al incremento en la pobreza, y la exclusión de importantes núcleos sociales.

Cambios que deben orientar el desarrollo de innovadoras soluciones y por supuesto se respeten los valores universales como la paz, la dignidad humana, la igualdad de género, la no violencia y la no discriminación. Siendo los jóvenes los principales afectados, al tiempo de que deben ser los principales actores de las transformaciones sociales.

El éxito del crecimiento de los países en desarrollo, depende de la inversión en infraestructura, educativa y de salud, de tal suerte que las economías modernas y del conocimiento son atractivas no solo para la movilidad social, sino para la producción y el desarrollo industrial.

El contexto mundial ha demostrado que existe una estrecha correlación entre el nivel de desarrollo de los países y la solidez de sus sistemas educativos, al respecto la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), señala “un año adicional de escolaridad incrementa el PIB per cápita de un país entre 4 y 7%”.

Por ello los procesos educativos deben evolucionar y superar el asistencialismo mediante acciones que fortalezcan la formación cívica, ética, y refuercen los valores sociales y familiares, que permitan involucrar a los estudiantes en la reflexión y el análisis para tomar acción en la participación social.

Se deben orientar en la sensibilización a los alumnos sobre los problemas que nos atañen actualmente en todo el mundo; los docentes deben esforzarse en educar para crear conciencia, para generar propuestas que transformen la realidad y que nos lleven a trabajar con la convicción de que otro mundo es posible; no solo para conocerlos, sino para saber cuáles son sus causas, aprender a prevenirlos y buscar soluciones a cada problema que enfrentemos.

De cara a esta realidad, el Líder Estadista, debe vivir en el presente, pero pensar y anticipar a mediano y largo plazo; ser un agente de cambio en constante movimiento, que crezca y haga crecer, que innove y que rompa paradigmas, porque los factores económicos, la tecnología, el medio ambiente y la competencia son siempre cambiantes, y exige del Estadista una renovación y adaptación constante.

El Presidente Andrés Manuel López Obrador, al llegar a su 1er informe constitucional, sigue enfrentando varios retos en el ámbito político económico y social que el mismo planteó, aunado a que el país enfrenta una desmedida violencia con un incremento notable de feminicidios; debe estar a la altura como estadista de su promesa, aceptar la realidad y los datos duros para conducir a México, en un Estado moderno.

Su gobierno tiene el tiempo suficiente para rectificar el rumbo, su 4t, requiere un plan nacional, con políticas públicas que sustenten los cambios que los mexicanos esperamos. No debe perder de vista que el impulso a la actividad económica, como motor de desarrollo, permitirá incentivar y reactivar el avance social del país, debe asumir ante la realidad actual, un criterio incluyente, no de confrontación y más flexible, para lograr su prometida transformación.

Sus comentarios jrobertofl@hotmail.com

Montesquieu clasifica a los regímenes políticos en tres formas de gobierno: República, donde el pueblo o una parte de él tiene el poder soberano; Monarquía, donde gobierna uno solo, pero con leyes establecidas; y Despotismo, donde gobierna uno solo sin reglas ni leyes.

Sin embargo, en la actualidad predominan los gobiernos o regímenes: Democráticos, Monárquicos, Autoritarios, Islámicos, Socialistas, Populistas, Pluripartidistas, y Unipartidistas.

Por otra parte, cito a (Bolívar, 1818) “El sistema de gobierno más perfecto, es aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social, y mayor suma de estabilidad política”. En las condiciones actuales se le debería sumar la seguridad pública.

Pues una de las condiciones para tener un ambiente de paz es alcanzar la seguridad en todos sus ámbitos, al tiempo de impulsar la honestidad, la cual de manera gradual logre erradicar la corrupción, que se encuentra enquistada en casi la totalidad de los procesos que se desarrollan en el ámbito público y privado de nuestro país.

A lo anterior habrá que considerar el fenómeno del cambio ambiental, las crisis económicas y financieras, provocadas fundamentalmente por el fenómeno de la globalización, que han sido entre otros, los principales factores que van motivando las transformaciones en la sociedad, ligadas al incremento en la pobreza, y la exclusión de importantes núcleos sociales.

Cambios que deben orientar el desarrollo de innovadoras soluciones y por supuesto se respeten los valores universales como la paz, la dignidad humana, la igualdad de género, la no violencia y la no discriminación. Siendo los jóvenes los principales afectados, al tiempo de que deben ser los principales actores de las transformaciones sociales.

El éxito del crecimiento de los países en desarrollo, depende de la inversión en infraestructura, educativa y de salud, de tal suerte que las economías modernas y del conocimiento son atractivas no solo para la movilidad social, sino para la producción y el desarrollo industrial.

El contexto mundial ha demostrado que existe una estrecha correlación entre el nivel de desarrollo de los países y la solidez de sus sistemas educativos, al respecto la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), señala “un año adicional de escolaridad incrementa el PIB per cápita de un país entre 4 y 7%”.

Por ello los procesos educativos deben evolucionar y superar el asistencialismo mediante acciones que fortalezcan la formación cívica, ética, y refuercen los valores sociales y familiares, que permitan involucrar a los estudiantes en la reflexión y el análisis para tomar acción en la participación social.

Se deben orientar en la sensibilización a los alumnos sobre los problemas que nos atañen actualmente en todo el mundo; los docentes deben esforzarse en educar para crear conciencia, para generar propuestas que transformen la realidad y que nos lleven a trabajar con la convicción de que otro mundo es posible; no solo para conocerlos, sino para saber cuáles son sus causas, aprender a prevenirlos y buscar soluciones a cada problema que enfrentemos.

De cara a esta realidad, el Líder Estadista, debe vivir en el presente, pero pensar y anticipar a mediano y largo plazo; ser un agente de cambio en constante movimiento, que crezca y haga crecer, que innove y que rompa paradigmas, porque los factores económicos, la tecnología, el medio ambiente y la competencia son siempre cambiantes, y exige del Estadista una renovación y adaptación constante.

El Presidente Andrés Manuel López Obrador, al llegar a su 1er informe constitucional, sigue enfrentando varios retos en el ámbito político económico y social que el mismo planteó, aunado a que el país enfrenta una desmedida violencia con un incremento notable de feminicidios; debe estar a la altura como estadista de su promesa, aceptar la realidad y los datos duros para conducir a México, en un Estado moderno.

Su gobierno tiene el tiempo suficiente para rectificar el rumbo, su 4t, requiere un plan nacional, con políticas públicas que sustenten los cambios que los mexicanos esperamos. No debe perder de vista que el impulso a la actividad económica, como motor de desarrollo, permitirá incentivar y reactivar el avance social del país, debe asumir ante la realidad actual, un criterio incluyente, no de confrontación y más flexible, para lograr su prometida transformación.

Sus comentarios jrobertofl@hotmail.com