/ sábado 15 de agosto de 2020

Bukowski, otro ejemplo del alcoholismo de los escritores

Desde una óptica muy general, se podría pensar que los poetas son hombres de lindos sentimientos, enamorados y cuyos textos se desbordan de dulzura y belleza, sin embargo, ellos y buena parte de los hombres de letras han tenido vidas tormentosas, descuidadas, con escándalos y adicciones que distan mucho de los romanticismos que muchos sueñan.

Mañana 16 de agosto se cumplen 100 años del nacimiento de un autor odiado y querido por muchos, con influencia notable en el siglo XX y cuyo estilo de vida refleja la decadencia norteamericana, surgida a partir de la década de 1950.

Charles Bukowski nació en Alemania, pero su familia emigró después de la crisis que sufrió ese país por la derrota de la Primera Guerra Mundial, ya en Baltimore, acudió a la escuela y realizó estudios literarios en la prestigiada Universidad de California en Los Ángeles, sin embargo, tuvo que abandonar su carrera por diversos problemas familiares.

El autor de “La senda del perdedor” laboró en una oficina de correos, situación que manifiestamente le desagradaba, ante lo cual alguna vez señaló que de seguir ahí se volvería loco, por lo cual prefería morirse de hambre como escritor.

Como muchos otros autores, la vida de este peculiar hombre tuvo un constante acercamiento a las prostitutas, el alcohol y un nihilismo claro, es decir, la desvalorización de las cosas y negar a cualquier dios.

Más que hacer un análisis de su obra, el punto de hoy es apreciar cómo la ingesta de licor ha sido una constante para la producción artística, especialmente la referente a las letras.

Ahora bien, hay que saber diferenciar de lo que es una adicción destructiva a un elemento que incentiva la creación. Existen millones de alcohólicos, de todos los niveles sociales, algunos han llegado al extremo de perder toda la dignidad y conciencia, como quien lamentablemente vemos en calidad de indigente en la calle; pero no podemos olvidar a aquellos que, en un estado de embriaguez, pueden llegar a dilucidar las mejores ideas, libres de inhibiciones y dando rienda suelta a la escritura. Desde luego que esto no significa que beber hace que un sujeto cree buenos textos, pero es indudable que personajes como Hemingway, Poe, Faulkner, Wilde, Darío y el propio Bukowski no habrían sido ellos sin una copa en la mano, bueno, muchas.

También hay que señalar que hay una delgada línea entre lo que es la perdición y la inspiración originada de un destilado, he ahí uno de los elementos fascinantes de la bebida, cuyo consumo irresponsable es manifiestamente malo, pero que con inteligencia podría ser considerado algo maravilloso, como lo señalan diversos autores.

Tenemos afirmaciones diversas, como esta de nuestro autor mencionado: Ese es el problema de beber, pensaba, mientras me servía un trago: Si algo malo pasa, bebes para intentar olvidar; si algo bueno pasa, bebes para celebrar; y si nada pasa, bebes para que hacer que algo pase. Todas estas ideas reflejan lo mucho que puede significar una copa para los escritores, ese misterio sujeto a controversias, reproches y admiraciones.

Como siempre, cada quien puede hacer lo que quiera sin afectar a terceros, si alguien gusta de un trago, pues que lo haga después de cumplir con sus responsabilidades, lejos del riesgo del covid-19 y la calle y, con muy buena suerte, hasta podría escribir algo de calidad. Hasta la vista.

Dudas o comentarios: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com; síganme en facebook por mi nombre y en twitter: @vicente_aven.

Desde una óptica muy general, se podría pensar que los poetas son hombres de lindos sentimientos, enamorados y cuyos textos se desbordan de dulzura y belleza, sin embargo, ellos y buena parte de los hombres de letras han tenido vidas tormentosas, descuidadas, con escándalos y adicciones que distan mucho de los romanticismos que muchos sueñan.

Mañana 16 de agosto se cumplen 100 años del nacimiento de un autor odiado y querido por muchos, con influencia notable en el siglo XX y cuyo estilo de vida refleja la decadencia norteamericana, surgida a partir de la década de 1950.

Charles Bukowski nació en Alemania, pero su familia emigró después de la crisis que sufrió ese país por la derrota de la Primera Guerra Mundial, ya en Baltimore, acudió a la escuela y realizó estudios literarios en la prestigiada Universidad de California en Los Ángeles, sin embargo, tuvo que abandonar su carrera por diversos problemas familiares.

El autor de “La senda del perdedor” laboró en una oficina de correos, situación que manifiestamente le desagradaba, ante lo cual alguna vez señaló que de seguir ahí se volvería loco, por lo cual prefería morirse de hambre como escritor.

Como muchos otros autores, la vida de este peculiar hombre tuvo un constante acercamiento a las prostitutas, el alcohol y un nihilismo claro, es decir, la desvalorización de las cosas y negar a cualquier dios.

Más que hacer un análisis de su obra, el punto de hoy es apreciar cómo la ingesta de licor ha sido una constante para la producción artística, especialmente la referente a las letras.

Ahora bien, hay que saber diferenciar de lo que es una adicción destructiva a un elemento que incentiva la creación. Existen millones de alcohólicos, de todos los niveles sociales, algunos han llegado al extremo de perder toda la dignidad y conciencia, como quien lamentablemente vemos en calidad de indigente en la calle; pero no podemos olvidar a aquellos que, en un estado de embriaguez, pueden llegar a dilucidar las mejores ideas, libres de inhibiciones y dando rienda suelta a la escritura. Desde luego que esto no significa que beber hace que un sujeto cree buenos textos, pero es indudable que personajes como Hemingway, Poe, Faulkner, Wilde, Darío y el propio Bukowski no habrían sido ellos sin una copa en la mano, bueno, muchas.

También hay que señalar que hay una delgada línea entre lo que es la perdición y la inspiración originada de un destilado, he ahí uno de los elementos fascinantes de la bebida, cuyo consumo irresponsable es manifiestamente malo, pero que con inteligencia podría ser considerado algo maravilloso, como lo señalan diversos autores.

Tenemos afirmaciones diversas, como esta de nuestro autor mencionado: Ese es el problema de beber, pensaba, mientras me servía un trago: Si algo malo pasa, bebes para intentar olvidar; si algo bueno pasa, bebes para celebrar; y si nada pasa, bebes para que hacer que algo pase. Todas estas ideas reflejan lo mucho que puede significar una copa para los escritores, ese misterio sujeto a controversias, reproches y admiraciones.

Como siempre, cada quien puede hacer lo que quiera sin afectar a terceros, si alguien gusta de un trago, pues que lo haga después de cumplir con sus responsabilidades, lejos del riesgo del covid-19 y la calle y, con muy buena suerte, hasta podría escribir algo de calidad. Hasta la vista.

Dudas o comentarios: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com; síganme en facebook por mi nombre y en twitter: @vicente_aven.