/ sábado 17 de noviembre de 2018

Cuidado con comprar para compensar emociones

Algunas veces hemos escuchado que un buen modo para salir de la depresión es irse de compras, sin embargo, está práctica puede aumentar el problema, tanto en el aspecto mental como el material, así que antes de creer que unos zapatos nos pueden regalar una sonrisa, reflexionemos acerca de lo que verdaderamente nos hace falta.

Llegamos al llamado fin de semana más barato del año, en el que hay toda una campaña publicitaria que cae sobre los consumidores. Algunos señalan que las ofertas pueden llegar a ser una mera ficción y que esta fecha es un llamado a adquirir mercancías, habría que analizar.

Se dice que el amor es el motor que mueve al mundo, afirmación de la cual dudo, ya que la historia nos ha señalado que el impulso que auténticamente dinamiza al planeta ha sido el comercio. Indudablemente el capitalismo puede tener un rostro muy bonito, pensemos ahora en los grandes almacenes, la espectacular exposición de productos y la posibilidad de adquirirlos; pero no podemos olvidar los terribles momentos de crisis y las limitaciones que podemos sufrir todos a causa de una contingencia financiera.

Indudablemente el poder y la riqueza son anhelos en gran parte de los seres humanos, esta última como parte de una satisfacción de tener diversos objetos, ahora bien, resulta importante determinar qué es lo que verdaderamente necesita una persona para alcanzar la felicidad, reafirmando que esta es la gran finalidad de la existencia humana.

Obviamente todos necesitamos un alojamiento donde dormir, alguna prenda y comida, elementos que son menospreciados por el discurso publicitario que llama a comprar y tener más, inclusive llegando al exceso.

Ahora bien, qué es lo que sucede cuando una persona está triste o en depresión: obviamente quiere salir de ese estado y busca la manera de hacerlo. Algunos se refugian en el ejercicio, el alcohol, alguna afición y otros más en las compras. Esto sucede porque al adquirir ciertos productos, especialmente los publicitados y/o de marca, el sujeto siente que hace suyos los simbolismos plasmados en las mercancías. Por ejemplo: si una dama adquiere un perfume publicitado por una modelo, dentro de un bello paisaje europeo, habrá la sensación de ser semejante con la fémina de pasarela.

El problema es que la satisfacción al comprar muchas veces fenece al momento de realizar la transacción, quizá al momento de usar por primera vez el artículo, porque la emoción trabada no se originó por la falta del objeto sino por otro factor, es más, los sicarios y/o políticos, que tuvieron una niñez llena de carencias y quienes roban sin límite, están tratando de compensar sus carencias infantiles. Más que usar camionetas de lujo o tener mansiones, lo que requieren es ayuda psicológica.

La cantidad de personas que poseen problemas emocionales es más alta de lo que se cree, especialmente en nuestro país, en donde la gente se fija más en la reducción de las prestaciones que tiene un gobernante, por su encargo, que en los desfalcos de la obra pública, los cuales son miles de veces más perjudiciales para el erario.

Darse cuenta de lo que una persona necesita emocionalmente es algo muy complejo, quizá hasta por el propio interesado, pero creo que hacer el intento de saberlo puede resultar muy fructífero. Personalmente me gusta ir a comprar un buen traje de lana y una corbata de seda italiana, pero también considero algo maravilloso el adquirir unas ricas papas fritas en cazo callejero. Muchas de las necesidades son creadas por los fabricantes de mercancías, pero lo que realmente importa es lo que un sujeto libre quiera, libre de complejos y alejado de la masificación que convierte al ser humano en un objeto que solo vale por el hecho de ser consumidor. Hasta la próxima.

Dudas o comentarios: 2225647505; vicente_leopoldo@hotmail.com; @vicente_aven.


Algunas veces hemos escuchado que un buen modo para salir de la depresión es irse de compras, sin embargo, está práctica puede aumentar el problema, tanto en el aspecto mental como el material, así que antes de creer que unos zapatos nos pueden regalar una sonrisa, reflexionemos acerca de lo que verdaderamente nos hace falta.

Llegamos al llamado fin de semana más barato del año, en el que hay toda una campaña publicitaria que cae sobre los consumidores. Algunos señalan que las ofertas pueden llegar a ser una mera ficción y que esta fecha es un llamado a adquirir mercancías, habría que analizar.

Se dice que el amor es el motor que mueve al mundo, afirmación de la cual dudo, ya que la historia nos ha señalado que el impulso que auténticamente dinamiza al planeta ha sido el comercio. Indudablemente el capitalismo puede tener un rostro muy bonito, pensemos ahora en los grandes almacenes, la espectacular exposición de productos y la posibilidad de adquirirlos; pero no podemos olvidar los terribles momentos de crisis y las limitaciones que podemos sufrir todos a causa de una contingencia financiera.

Indudablemente el poder y la riqueza son anhelos en gran parte de los seres humanos, esta última como parte de una satisfacción de tener diversos objetos, ahora bien, resulta importante determinar qué es lo que verdaderamente necesita una persona para alcanzar la felicidad, reafirmando que esta es la gran finalidad de la existencia humana.

Obviamente todos necesitamos un alojamiento donde dormir, alguna prenda y comida, elementos que son menospreciados por el discurso publicitario que llama a comprar y tener más, inclusive llegando al exceso.

Ahora bien, qué es lo que sucede cuando una persona está triste o en depresión: obviamente quiere salir de ese estado y busca la manera de hacerlo. Algunos se refugian en el ejercicio, el alcohol, alguna afición y otros más en las compras. Esto sucede porque al adquirir ciertos productos, especialmente los publicitados y/o de marca, el sujeto siente que hace suyos los simbolismos plasmados en las mercancías. Por ejemplo: si una dama adquiere un perfume publicitado por una modelo, dentro de un bello paisaje europeo, habrá la sensación de ser semejante con la fémina de pasarela.

El problema es que la satisfacción al comprar muchas veces fenece al momento de realizar la transacción, quizá al momento de usar por primera vez el artículo, porque la emoción trabada no se originó por la falta del objeto sino por otro factor, es más, los sicarios y/o políticos, que tuvieron una niñez llena de carencias y quienes roban sin límite, están tratando de compensar sus carencias infantiles. Más que usar camionetas de lujo o tener mansiones, lo que requieren es ayuda psicológica.

La cantidad de personas que poseen problemas emocionales es más alta de lo que se cree, especialmente en nuestro país, en donde la gente se fija más en la reducción de las prestaciones que tiene un gobernante, por su encargo, que en los desfalcos de la obra pública, los cuales son miles de veces más perjudiciales para el erario.

Darse cuenta de lo que una persona necesita emocionalmente es algo muy complejo, quizá hasta por el propio interesado, pero creo que hacer el intento de saberlo puede resultar muy fructífero. Personalmente me gusta ir a comprar un buen traje de lana y una corbata de seda italiana, pero también considero algo maravilloso el adquirir unas ricas papas fritas en cazo callejero. Muchas de las necesidades son creadas por los fabricantes de mercancías, pero lo que realmente importa es lo que un sujeto libre quiera, libre de complejos y alejado de la masificación que convierte al ser humano en un objeto que solo vale por el hecho de ser consumidor. Hasta la próxima.

Dudas o comentarios: 2225647505; vicente_leopoldo@hotmail.com; @vicente_aven.