/ sábado 18 de julio de 2020

Cuidado con ser víctima de tu pareja

Desde hace años es bien sabido que las relaciones afectivas cada vez duran menos, millones de madres y padres solteros son el único sustento de la familia e inclusive vemos algo tan lamentable como la violencia intrafamiliar y el feminicidio. Parte de estos problemas surge de la circunstancia de convertirse en víctima o tener conciencia de víctima, dos conceptos que hacen del amor un tormento.

En el ámbito criminológico son bien estudiados dos conceptos, el camino de la víctima y el camino del crimen, iter victimae e iter criminis, por su enunciación en latín, los cuales señalan una relación sumamente coherente entre esos dos sujetos, en la cual uno depende de la existencia del otro. Desde luego que en estos casos hablamos de delitos y conceptos jurídicos, los cuales atentan contra un orden jurídico, pero en el caso de las parejas, nos encontramos con acciones que son legales, pero que evidentemente dañan a una de los integrantes de la relación.

La traición, manipulación, presión, así como los maltratos o ataques físicos y verbales constituyen la mayor parte de lo que puede resentir un individuo, situación que se origina en todo un conjunto de factores que posee el agresor, los cuales generalmente tienen antecedentes familiares bastante marcados.

Así como sucede en el ámbito penal, la culpa es atribuible, al 100%, a quien es sujeto activo de las reprochables conductas mencionadas, pero también hay que señalar que debe haber otra persona que las recibe y que, de un modo probable, también se ponga en una posición en la que se vuelve vulnerable, es decir, soporta y da pie a que el abusador y/o maltratador siga haciendo de las suyas.

Este tema ya ha sido muy explorado y publicitado, sin embargo, en estos tiempos de crisis se vuelve cada vez más común y por eso debe ser mencionado en múltiples ocasiones. Son más las mujeres que son víctimas, aunque también tenemos un número creciente de caballeros, los factores son múltiples, pero los más comunes son las diferencias sociales, es decir, las divergencias en educación, dinero y valores, pero sobre todo, la falta de comunicación y acuerdos. Hay que entender que una pareja es para complementarse, no para que solucione la vida; si alguien se fija mayormente en otro por su riqueza y ofrece solo belleza, es altamente probable será tratado como un adorno que se puede cambiar o desechar fácilmente; también tenemos quien tiene una dependencia emocional muy marcada, ante lo cual hay que identificar cuál es la carencia que se quiere compensar.

Aparte de todo esto, hay que mencionar que el mal de nuestros tiempos, el egoísmo, echa por tierra la posibilidad de que exista una auténtica solidaridad entre los enamorados.

Tenemos otro concepto diferente: la conciencia de víctima, esto significa que alguien siempre está culpando a los demás de sus problemas, señalando que él o ella son los receptores de toda una serie de factores que los atacan, dejando de lado algo tan importante como el reconocimiento de la propia culpabilidad. Pongamos de ejemplo a alguien que ha terminado mal con todos sus novios o novias, estadísticamente resulta imposible aceptar que todos los demás hayan tenido la culpa del rompimiento.

Este tipo de personas se identifican por las siguientes conductas: no se consuelan con nada, siempre buscan algo con que inconformar, tienen celos del éxito de los demás, adoptan posturas miserables y culpan a los demás de sus fracasos.

Lo peor de todo, es que este tipo de personas están ciegas ante el problema, negándose a aceptarlo o a buscar ayuda, lo cual llega puede hacer imposible la convivencia.

Termino reafirmando que las relaciones afectivas son infinitamente diversas, cada quien es libre de tener el rol que quiera dentro de la pareja, pero creo que es bastante útil conocer estos parámetros, intentar llegar a acuerdos y así hacer que la relación tenga más momentos buenos que malos, evitando totalmente la ofensa y la violencia. Hasta la próxima.

Dudas o comentarios: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com; síganme en facebook por mi nombre y en twitter: @vicente_aven.

Desde hace años es bien sabido que las relaciones afectivas cada vez duran menos, millones de madres y padres solteros son el único sustento de la familia e inclusive vemos algo tan lamentable como la violencia intrafamiliar y el feminicidio. Parte de estos problemas surge de la circunstancia de convertirse en víctima o tener conciencia de víctima, dos conceptos que hacen del amor un tormento.

En el ámbito criminológico son bien estudiados dos conceptos, el camino de la víctima y el camino del crimen, iter victimae e iter criminis, por su enunciación en latín, los cuales señalan una relación sumamente coherente entre esos dos sujetos, en la cual uno depende de la existencia del otro. Desde luego que en estos casos hablamos de delitos y conceptos jurídicos, los cuales atentan contra un orden jurídico, pero en el caso de las parejas, nos encontramos con acciones que son legales, pero que evidentemente dañan a una de los integrantes de la relación.

La traición, manipulación, presión, así como los maltratos o ataques físicos y verbales constituyen la mayor parte de lo que puede resentir un individuo, situación que se origina en todo un conjunto de factores que posee el agresor, los cuales generalmente tienen antecedentes familiares bastante marcados.

Así como sucede en el ámbito penal, la culpa es atribuible, al 100%, a quien es sujeto activo de las reprochables conductas mencionadas, pero también hay que señalar que debe haber otra persona que las recibe y que, de un modo probable, también se ponga en una posición en la que se vuelve vulnerable, es decir, soporta y da pie a que el abusador y/o maltratador siga haciendo de las suyas.

Este tema ya ha sido muy explorado y publicitado, sin embargo, en estos tiempos de crisis se vuelve cada vez más común y por eso debe ser mencionado en múltiples ocasiones. Son más las mujeres que son víctimas, aunque también tenemos un número creciente de caballeros, los factores son múltiples, pero los más comunes son las diferencias sociales, es decir, las divergencias en educación, dinero y valores, pero sobre todo, la falta de comunicación y acuerdos. Hay que entender que una pareja es para complementarse, no para que solucione la vida; si alguien se fija mayormente en otro por su riqueza y ofrece solo belleza, es altamente probable será tratado como un adorno que se puede cambiar o desechar fácilmente; también tenemos quien tiene una dependencia emocional muy marcada, ante lo cual hay que identificar cuál es la carencia que se quiere compensar.

Aparte de todo esto, hay que mencionar que el mal de nuestros tiempos, el egoísmo, echa por tierra la posibilidad de que exista una auténtica solidaridad entre los enamorados.

Tenemos otro concepto diferente: la conciencia de víctima, esto significa que alguien siempre está culpando a los demás de sus problemas, señalando que él o ella son los receptores de toda una serie de factores que los atacan, dejando de lado algo tan importante como el reconocimiento de la propia culpabilidad. Pongamos de ejemplo a alguien que ha terminado mal con todos sus novios o novias, estadísticamente resulta imposible aceptar que todos los demás hayan tenido la culpa del rompimiento.

Este tipo de personas se identifican por las siguientes conductas: no se consuelan con nada, siempre buscan algo con que inconformar, tienen celos del éxito de los demás, adoptan posturas miserables y culpan a los demás de sus fracasos.

Lo peor de todo, es que este tipo de personas están ciegas ante el problema, negándose a aceptarlo o a buscar ayuda, lo cual llega puede hacer imposible la convivencia.

Termino reafirmando que las relaciones afectivas son infinitamente diversas, cada quien es libre de tener el rol que quiera dentro de la pareja, pero creo que es bastante útil conocer estos parámetros, intentar llegar a acuerdos y así hacer que la relación tenga más momentos buenos que malos, evitando totalmente la ofensa y la violencia. Hasta la próxima.

Dudas o comentarios: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com; síganme en facebook por mi nombre y en twitter: @vicente_aven.