/ martes 23 de enero de 2024

El cáncer priista

El rechazo del PRI y de los priistas es un cáncer que arrastra el PAN por contemplarlo en su alianza, y Morena por darles ingreso sin ningún tapujo a los que salen corriendo del naufragio de este partido, mismo que se encuentra prácticamente en vísperas de su extinción.

Sería más digno, para el PAN y para Morena dejarle perecer sin mayores aspavientos, menos costoso, menos trágico y sobre todo, menos riesgoso; si algo cargarán ambas fuerzas políticas son los restos de dicho partido.

Sin embargo, hay una necedad, casi incomprensible de extenderle un salvavidas al partido y a sus cuadros. Esta dinámica justificada en pragmatismo daña sobre todo a la credibilidad de la democracia y distorsiona el sentido de la representatividad, pues no hay ningún programa o carga ideológica de por medio.

La democracia, la política, no se trata de ganar elecciones, y si es vista así, solo provocará como ha venido sucediendo una crisis de legitimidad en las instituciones políticas del Estado mexicano.

¿Cuál será el efecto para el PAN y para MORENA de sostener con vida al PRI, sus prácticas y a sus cuadros –ahora camaradas del partido–? Para el PAN y sus militantes es odioso tener que compartir espacios de representación con un partido que no aporta más que recursos, aunque le tienen que ceder múltiples concesiones.

Para Morena, es aún peor, no solo carga con los negativos de sus perfiles, y con ello, dinamita su credibilidad política, sino que pone en riesgo su gobernabilidad. El centralismo de Morena no parece democratizar al partido, sino que hasta amenaza con fragmentarlo en regiones o por expresiones identitarias ¿será que en 2027 surgirán los primeros partidos obradoristas sin Morena?

Por si fuera poco, Morena no solo cargará con las perfidias trayectorias de priistas recién conversos, sino las de sus demás partidos satélites. Todo apunta a que, de no cuidarse los procesos locales del partido, el descontento de la militancia y de la base puede llevar a que las y los obradoristas no hagan campaña, no voten o que incluso hagan campaña por otras expresiones.

La disputa en Puebla capital es fundamental, así como en Tijuana se reculó sobre Hank Ronk, en Morena ceder el espacio a un perfil “ambidiestro”, que lo mismo le da ser candidato de la oposición o de nuestro movimiento, es un acto innecesario, riesgoso y que no garantiza el triunfo: podrá mover algunos votos del PAN, pero perderán todos los de la base obradorista.


El rechazo del PRI y de los priistas es un cáncer que arrastra el PAN por contemplarlo en su alianza, y Morena por darles ingreso sin ningún tapujo a los que salen corriendo del naufragio de este partido, mismo que se encuentra prácticamente en vísperas de su extinción.

Sería más digno, para el PAN y para Morena dejarle perecer sin mayores aspavientos, menos costoso, menos trágico y sobre todo, menos riesgoso; si algo cargarán ambas fuerzas políticas son los restos de dicho partido.

Sin embargo, hay una necedad, casi incomprensible de extenderle un salvavidas al partido y a sus cuadros. Esta dinámica justificada en pragmatismo daña sobre todo a la credibilidad de la democracia y distorsiona el sentido de la representatividad, pues no hay ningún programa o carga ideológica de por medio.

La democracia, la política, no se trata de ganar elecciones, y si es vista así, solo provocará como ha venido sucediendo una crisis de legitimidad en las instituciones políticas del Estado mexicano.

¿Cuál será el efecto para el PAN y para MORENA de sostener con vida al PRI, sus prácticas y a sus cuadros –ahora camaradas del partido–? Para el PAN y sus militantes es odioso tener que compartir espacios de representación con un partido que no aporta más que recursos, aunque le tienen que ceder múltiples concesiones.

Para Morena, es aún peor, no solo carga con los negativos de sus perfiles, y con ello, dinamita su credibilidad política, sino que pone en riesgo su gobernabilidad. El centralismo de Morena no parece democratizar al partido, sino que hasta amenaza con fragmentarlo en regiones o por expresiones identitarias ¿será que en 2027 surgirán los primeros partidos obradoristas sin Morena?

Por si fuera poco, Morena no solo cargará con las perfidias trayectorias de priistas recién conversos, sino las de sus demás partidos satélites. Todo apunta a que, de no cuidarse los procesos locales del partido, el descontento de la militancia y de la base puede llevar a que las y los obradoristas no hagan campaña, no voten o que incluso hagan campaña por otras expresiones.

La disputa en Puebla capital es fundamental, así como en Tijuana se reculó sobre Hank Ronk, en Morena ceder el espacio a un perfil “ambidiestro”, que lo mismo le da ser candidato de la oposición o de nuestro movimiento, es un acto innecesario, riesgoso y que no garantiza el triunfo: podrá mover algunos votos del PAN, pero perderán todos los de la base obradorista.