/ lunes 18 de marzo de 2024

Lecciones del primer debate en 2024

El debate esconde una esencia dialéctica para producir conocimiento, bajo una lógica hegeliana a toda tesis corresponde una antítesis, de la cual surge una síntesis. En otras palabras, si las afirmaciones que se intercambian los participantes en un diálogo no produce un acuerdo, retroalimentación o cuando menos un mínimo de reconocimiento, el diálogo nunca llegará a la síntesis, y se frustrará la producción de conocimiento.

Así que más que declarar a alguien “ganador” de un debate bajo la premisa del mejor ataque o defensa, y del trillado priorizar las propuestas, el debate debería estar orientado a construir acuerdos de gobierno que convenzan e integren las diferentes propuestas, y así que de las diferencias se produzca un acuerdo y en todo caso una síntesis de los diferentes planteamientos.

Para tener otro parámetro habría que considerar los puntos en común en las participaciones de los candidatos a la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México. Sin duda, hay un reconocimiento implícito de los avances en materia de seguridad, educación y defensa de derechos humanos en la capital del país, ambiente que ancla la disputa política en términos de una ciudad de derechos y libertades, victoria histórica de la izquierda. Es decir, incluso el PAN ha tenido que moderarse en la capital para conquistar el voto de ciudadanos habituados a ejercer derechos emanados por un ideario progresista.

También hay consenso en las principales adversidades de la Ciudad de México, aunque no lo hay en las acciones para poder atenderlas. Estas problemáticas son: la escasez de agua, la corrupción en la industria de la construcción y el encarecimiento de la vivienda, así como la necesidad de construcción de bienestar en las zonas periféricas, cinturones de pobreza y marginación de la colosal ciudad.

Este primer debate nos muestra un poco de lo que veremos en el resto de los encuentros a nivel nacional. Las y los candidatos de Morena deben espabilar y evitar que sus participaciones sean una réplica de la mañanera. Mientras que los opositores dejar de creer que toda participación pública debe orientarse a atacar directa o indirectamente al presidente Andrés Manuel López Obrador.

El debate esconde una esencia dialéctica para producir conocimiento, bajo una lógica hegeliana a toda tesis corresponde una antítesis, de la cual surge una síntesis. En otras palabras, si las afirmaciones que se intercambian los participantes en un diálogo no produce un acuerdo, retroalimentación o cuando menos un mínimo de reconocimiento, el diálogo nunca llegará a la síntesis, y se frustrará la producción de conocimiento.

Así que más que declarar a alguien “ganador” de un debate bajo la premisa del mejor ataque o defensa, y del trillado priorizar las propuestas, el debate debería estar orientado a construir acuerdos de gobierno que convenzan e integren las diferentes propuestas, y así que de las diferencias se produzca un acuerdo y en todo caso una síntesis de los diferentes planteamientos.

Para tener otro parámetro habría que considerar los puntos en común en las participaciones de los candidatos a la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México. Sin duda, hay un reconocimiento implícito de los avances en materia de seguridad, educación y defensa de derechos humanos en la capital del país, ambiente que ancla la disputa política en términos de una ciudad de derechos y libertades, victoria histórica de la izquierda. Es decir, incluso el PAN ha tenido que moderarse en la capital para conquistar el voto de ciudadanos habituados a ejercer derechos emanados por un ideario progresista.

También hay consenso en las principales adversidades de la Ciudad de México, aunque no lo hay en las acciones para poder atenderlas. Estas problemáticas son: la escasez de agua, la corrupción en la industria de la construcción y el encarecimiento de la vivienda, así como la necesidad de construcción de bienestar en las zonas periféricas, cinturones de pobreza y marginación de la colosal ciudad.

Este primer debate nos muestra un poco de lo que veremos en el resto de los encuentros a nivel nacional. Las y los candidatos de Morena deben espabilar y evitar que sus participaciones sean una réplica de la mañanera. Mientras que los opositores dejar de creer que toda participación pública debe orientarse a atacar directa o indirectamente al presidente Andrés Manuel López Obrador.