/ sábado 10 de agosto de 2019

En México también hay una especie de supremacistas blancos

No podemos dejar de lamentar la masacre de El Paso, en la que varios inocentes perdieron la vida debido un desequilibrado mental que arremetió debido a sus creencias, las cuales también han sido fomentadas de alguna manera por el discurso de odio que hay en los Estados Unidos. Pese a lo terrible que puede sonar esto, hay quien se alegra por acciones como estas, eso es lo más trágico.


Más de 20 personas vieron su existencia segada, entre ellas, unos padres que actuaron como escudos humanos para proteger a su bebé de las acciones de lo que nosotros consideramos a como abominables.

Indudablemente debemos hacer un reproche respecto a esa situación, es algo que a todas luces se ve como inaceptable. El gran problema que yo advierto es que eso es el reflejo del imaginario que tiene buena parte de la población estadounidense y, paradójicamente, también la mexicana.

Ya en ocasiones anteriores había señalado que muchos connacionales tienen un Trump en su interior, es decir, son racistas, elitistas y discriminatorios.

Efectivamente nosotros tenemos todo el derecho a señalar a quienes nos atacan, pero creo que antes de lanzarnos de un modo patriotero y populista, debemos analizar los contenidos de la idiosincrasia en la que vivimos en nuestro país, llena de divisiones, complejos y rencores que no nos permiten consolidar una unidad nacional que cada vez se ve más lejos.

Además de lo anterior, bien podríamos también hacer un juicio de reproche a nosotros mismos, especialmente a quienes discriminan a los demás por el color de piel y origen étnico, lo cual no solo incluye a quienes rechazan a la gente de piel morena, sino también a quien magnifica a los sujetos considerados como grupo vulnerable. Tal es el caso de los pseudo admiradores de Yalitza, la protagonista de Roma, quien fue objeto de una controversia, pero la realidad es que, de una manera u otra, esa dama fue discriminada por millones, tanto quienes hablaron exageradamente, tanto para bien como para mal, las dos son formas de discriminación.

En este sentido, también no podemos dejar de mencionar a los publicistas que escogen gente con rasgos caucásicos para mostrar sus productos, situación que motiva a algunas personas para adquirir esos objetos, con la intención conciente o inconciente de parecerse a quienes tienen la piel más clara.

Yo he escuchado también una serie de enseñanzas que se transmiten de generación en generación, también conocidas como lealtades invisibles, las cuales también llegan a contener un racismo marcado.

La frase: “hay que mejorar la raza” contiene un aspecto aspiracional respecto a ser o parecer alguien con una génesis más pegada a Europa que a lo autóctono, situación que evidencia una falta de identidad que trasciende, de alguna manera, a la falta de acuerdos que tenemos como mexicanos.

Si la gente solo se cambiara el color de la piel y el cabello no habría tantos inconvenientes, el problema verdadero aparece cuando eso se traslada a la ofensa, tal es el caso de quien usa los términos “indio” o “campesino” como peyorativos, recordando que las palabras son el primer rasgo de lo que después puede ser una agresión física y llegar a una atrocidad como la que vimos en días pasados en territorio estadounidense.

En fin, reflexionemos acerca de la situación y veamos que nuestro enemigo no es precisamente un rubio millonario, sino la idiosincrasia que nos afecta en muchos aspectos.

Dudas o comentarios: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com; síganme en facebook por mi nombre y en twitter: @vicente_aven.

No podemos dejar de lamentar la masacre de El Paso, en la que varios inocentes perdieron la vida debido un desequilibrado mental que arremetió debido a sus creencias, las cuales también han sido fomentadas de alguna manera por el discurso de odio que hay en los Estados Unidos. Pese a lo terrible que puede sonar esto, hay quien se alegra por acciones como estas, eso es lo más trágico.


Más de 20 personas vieron su existencia segada, entre ellas, unos padres que actuaron como escudos humanos para proteger a su bebé de las acciones de lo que nosotros consideramos a como abominables.

Indudablemente debemos hacer un reproche respecto a esa situación, es algo que a todas luces se ve como inaceptable. El gran problema que yo advierto es que eso es el reflejo del imaginario que tiene buena parte de la población estadounidense y, paradójicamente, también la mexicana.

Ya en ocasiones anteriores había señalado que muchos connacionales tienen un Trump en su interior, es decir, son racistas, elitistas y discriminatorios.

Efectivamente nosotros tenemos todo el derecho a señalar a quienes nos atacan, pero creo que antes de lanzarnos de un modo patriotero y populista, debemos analizar los contenidos de la idiosincrasia en la que vivimos en nuestro país, llena de divisiones, complejos y rencores que no nos permiten consolidar una unidad nacional que cada vez se ve más lejos.

Además de lo anterior, bien podríamos también hacer un juicio de reproche a nosotros mismos, especialmente a quienes discriminan a los demás por el color de piel y origen étnico, lo cual no solo incluye a quienes rechazan a la gente de piel morena, sino también a quien magnifica a los sujetos considerados como grupo vulnerable. Tal es el caso de los pseudo admiradores de Yalitza, la protagonista de Roma, quien fue objeto de una controversia, pero la realidad es que, de una manera u otra, esa dama fue discriminada por millones, tanto quienes hablaron exageradamente, tanto para bien como para mal, las dos son formas de discriminación.

En este sentido, también no podemos dejar de mencionar a los publicistas que escogen gente con rasgos caucásicos para mostrar sus productos, situación que motiva a algunas personas para adquirir esos objetos, con la intención conciente o inconciente de parecerse a quienes tienen la piel más clara.

Yo he escuchado también una serie de enseñanzas que se transmiten de generación en generación, también conocidas como lealtades invisibles, las cuales también llegan a contener un racismo marcado.

La frase: “hay que mejorar la raza” contiene un aspecto aspiracional respecto a ser o parecer alguien con una génesis más pegada a Europa que a lo autóctono, situación que evidencia una falta de identidad que trasciende, de alguna manera, a la falta de acuerdos que tenemos como mexicanos.

Si la gente solo se cambiara el color de la piel y el cabello no habría tantos inconvenientes, el problema verdadero aparece cuando eso se traslada a la ofensa, tal es el caso de quien usa los términos “indio” o “campesino” como peyorativos, recordando que las palabras son el primer rasgo de lo que después puede ser una agresión física y llegar a una atrocidad como la que vimos en días pasados en territorio estadounidense.

En fin, reflexionemos acerca de la situación y veamos que nuestro enemigo no es precisamente un rubio millonario, sino la idiosincrasia que nos afecta en muchos aspectos.

Dudas o comentarios: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com; síganme en facebook por mi nombre y en twitter: @vicente_aven.