/ lunes 3 de junio de 2019

Fumando es un placer genial, sensual…

El título de esta editorial corresponde a un tango de 1922, que fue prácticamente un himno para los fumadores. Son muy conocidos los perjuicios que produce el cigarro, sin embargo, hoy comentaremos acerca del placer que llega a producir esta actividad, así como los aspectos culturales que han hecho de esta adicción algo incontrolable para muchos.

El pasado viernes se celebró el Día Mundial sin Tabaco, conminando a la población a no consumirlo y hacer conciencia de los perjuicios que implica ello, pero por qué sigue habiendo consumidores sabiendo los peligros, inclusive sufriendo ya las consecuencias. Son comunes los casos en los que un fumador continúa inhalando el humo mortal, aun cuando ya tiene una metástasis, así que vale la pena analizar cuál es el atractivo que se vuelve irresistible.

En primer lugar hay que recordar que estamos hablando de una adicción, algo que se vuelve necesario aun cuando causa daño, fuera de la racionalidad y el sentido común, así como puede ser la drogadicción y el alcoholismo.

También hay que mencionar que prácticamente todos los seres humanos han estado cerca de alguna substancia adictiva, la cual produce una variedad de placeres que se pueden ver desde distintos puntos de vista.

El filósofo Guilles Deleuze menciona que el consumir alguna de estas substancias es una especie de sacrificio religioso, como lo puede ser el ayuno de un viernes santo, ya que es bien sabido que no consumir alimentos en las primeras horas de la mañana es sumamente perjudicial para la salud, sin embargo, en el caso mencionado se hace con una convicción de que se cumple con algo trascendente.

El intelectual francés también menciona que, mientras no se afecte la capacidad de trabajar, cualquiera puede consumir alguna de estas substancias.

Ahora bien, a diferencia del alcohol o alguna droga dura, el cigarro no afecta el desempeño laboral, es más, hay quien sostiene que sin unas buenas fumadas no puede concentrarse para sus labores.

Ahora bien, el placer del tabaco es descrito por algunos, como una sensación que recorre todo el cuerpo, infundiendo una especie de paz que a cualquiera resulta satisfactoria.

En cuanto al factor social y aspiracional, hay que ver cómo los jóvenes se inician en el tabaquismo por un deseo de pertenencia, inclusive de sofisticación. Indudablemente un cigarro es elegante, en su forma de tomarlo, la forma de exhalar el humo, situación que fue popularizada por expresiones comerciales, actualmente prohibidas, en las que personas aparentemente felices y/o exitosas aparecían fumando, para muestra tenemos a Agustín Lara o Alberto Vázquez.

Cómo olvidar la publicidad de las grandes marcas, especialmente la de Marlboro y sus vaqueros derrochantes de masculinidad y anuncios en los autos de Fórmula Uno. La representación típica del hombre acaudalado siempre tiene un puro, combinado con un sombrero de copa alta y un traje, inclusive en expresiones contemporáneas en la red, el habano es utilizado para distinguir a alguien que logra salir airoso de una situación difícil.

Así como hay adolecentes que quieren sobresalir fumando cigarros, del mismo modo hay adultos que quieren compensar sus complejos fumando un puro.

En fin, cada quien es libre de hacer lo que quiera sin afectar derechos de terceros, sin embargo, en materia de seguridad social, el estado resiente los efectos de las adicciones; los fumadores pasivos sufren padecimientos graves aun cuando nunca pusieron en su boca un tabaco, aparte de las molestias que llega a causar el cuidado de un enfermo de cáncer de pulmón o enfisema. Así que hay que reflexionar y tratar de reducir las adicciones. Termino mencionando una estrofa la canción mencionada, en la versión de Sara Montiel que dice: Corre que quiero enloquecer de placer, sintiendo ese calor del humo embriagados que acaba por prender la llama ardiente del amor. Hasta la próxima semana.

Dudas o comentarios: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com; síganme en facebook por mi nombre y en twitter: @vicente_aven.

El título de esta editorial corresponde a un tango de 1922, que fue prácticamente un himno para los fumadores. Son muy conocidos los perjuicios que produce el cigarro, sin embargo, hoy comentaremos acerca del placer que llega a producir esta actividad, así como los aspectos culturales que han hecho de esta adicción algo incontrolable para muchos.

El pasado viernes se celebró el Día Mundial sin Tabaco, conminando a la población a no consumirlo y hacer conciencia de los perjuicios que implica ello, pero por qué sigue habiendo consumidores sabiendo los peligros, inclusive sufriendo ya las consecuencias. Son comunes los casos en los que un fumador continúa inhalando el humo mortal, aun cuando ya tiene una metástasis, así que vale la pena analizar cuál es el atractivo que se vuelve irresistible.

En primer lugar hay que recordar que estamos hablando de una adicción, algo que se vuelve necesario aun cuando causa daño, fuera de la racionalidad y el sentido común, así como puede ser la drogadicción y el alcoholismo.

También hay que mencionar que prácticamente todos los seres humanos han estado cerca de alguna substancia adictiva, la cual produce una variedad de placeres que se pueden ver desde distintos puntos de vista.

El filósofo Guilles Deleuze menciona que el consumir alguna de estas substancias es una especie de sacrificio religioso, como lo puede ser el ayuno de un viernes santo, ya que es bien sabido que no consumir alimentos en las primeras horas de la mañana es sumamente perjudicial para la salud, sin embargo, en el caso mencionado se hace con una convicción de que se cumple con algo trascendente.

El intelectual francés también menciona que, mientras no se afecte la capacidad de trabajar, cualquiera puede consumir alguna de estas substancias.

Ahora bien, a diferencia del alcohol o alguna droga dura, el cigarro no afecta el desempeño laboral, es más, hay quien sostiene que sin unas buenas fumadas no puede concentrarse para sus labores.

Ahora bien, el placer del tabaco es descrito por algunos, como una sensación que recorre todo el cuerpo, infundiendo una especie de paz que a cualquiera resulta satisfactoria.

En cuanto al factor social y aspiracional, hay que ver cómo los jóvenes se inician en el tabaquismo por un deseo de pertenencia, inclusive de sofisticación. Indudablemente un cigarro es elegante, en su forma de tomarlo, la forma de exhalar el humo, situación que fue popularizada por expresiones comerciales, actualmente prohibidas, en las que personas aparentemente felices y/o exitosas aparecían fumando, para muestra tenemos a Agustín Lara o Alberto Vázquez.

Cómo olvidar la publicidad de las grandes marcas, especialmente la de Marlboro y sus vaqueros derrochantes de masculinidad y anuncios en los autos de Fórmula Uno. La representación típica del hombre acaudalado siempre tiene un puro, combinado con un sombrero de copa alta y un traje, inclusive en expresiones contemporáneas en la red, el habano es utilizado para distinguir a alguien que logra salir airoso de una situación difícil.

Así como hay adolecentes que quieren sobresalir fumando cigarros, del mismo modo hay adultos que quieren compensar sus complejos fumando un puro.

En fin, cada quien es libre de hacer lo que quiera sin afectar derechos de terceros, sin embargo, en materia de seguridad social, el estado resiente los efectos de las adicciones; los fumadores pasivos sufren padecimientos graves aun cuando nunca pusieron en su boca un tabaco, aparte de las molestias que llega a causar el cuidado de un enfermo de cáncer de pulmón o enfisema. Así que hay que reflexionar y tratar de reducir las adicciones. Termino mencionando una estrofa la canción mencionada, en la versión de Sara Montiel que dice: Corre que quiero enloquecer de placer, sintiendo ese calor del humo embriagados que acaba por prender la llama ardiente del amor. Hasta la próxima semana.

Dudas o comentarios: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com; síganme en facebook por mi nombre y en twitter: @vicente_aven.