/ sábado 25 de septiembre de 2021

Iturbide también es el padre de la Patria

Entre las ficciones y leyendas que forman la historia mexicana, no podemos ser ajenos al papel del hombre que consolidó los esfuerzos por lograr la Independencia. Más allá de la ideología y la división centenaria de México, no es justo quitarle méritos a Agustín I, ya que sin él simplemente no estaríamos cumpliendo 200 años de ser independientes.

El próximo lunes se cumplirán exactamente dos siglos desde que el Ejército Trigarante entró a la capital de nuestro país. El evento causó una gran algarabía, las tropas marchaban triunfantes al mando de Agustín de Iturbide, secundado por Vicente Guerrero, quien significó el último y pequeño bastión de una causa muy debilitada, reducida a un campamento de milicias que difícilmente hubieran podido lograr la emancipación. No con esto demerito la labor de este grupo, pero hay que reconocer quién poseía más fuerza en esos momentos. El ejército realista era un cuerpo armado formal, mientras que los últimos insurgentes constituían una fuerza guerrillera, con apariencia descuidada y que luchaban por no solo contra el enemigo, sino contra las incomodidades de la selva.

Hay un aforismo en nuestra historia patria que dice una gran verdad y que muchos se niegan a aceptar: la Conquista la hicieron los indígenas, la Independencia los españoles y la Revolución los Estados Unidos; y, aunque parezca paradójico, esta frase tiene un alto contenido de verdad por lo que comentaremos a continuación:

Ni el más ferviente seguidor de Hidalgo puede negar que una de las frases del Grito de Dolores fue: “Viva Fernando Séptimo”, el monarca español, además de la violencia innecesaria que utilizaron los primeros insurgentes al inicio del movimiento. Muchos se cuestionan por qué Hidalgo no ordenó el ataque a la Ciudad de México, cuando sus fuerzas habían arrasado a sus rivales, quizá fue el acto más sensato del comandante cura, un ataque a la capital hubiera destruido todavía más la infraestructura del país y quizá hubiera terminado en una masacre y genocidio, como sucedió en la Alhóndiga de Granaditas.

Iturbide manifestó su postura ante la emancipación de España, él estaba de acuerdo con ello, pero no al estilo “salvaje” (como él decía) de los Insurgentes, situación que puede ser peyorativa para quienes llevaron el nombre que gritamos la noche del 15 de septiembre, pero no es algo falso el exceso de violencia utilizada, situación criticada por un historiador de la talla de Enrique Krauze. Esto no quiere decir que debemos borrar a estos personajes, pero tampoco es para idealizarlos y tenerlos como los únicos protagonistas de la Independencia.

Iturbide era un criollo de buen físico, aristócrata y con carrera militar, el ideal de la época, quien tuvo la visión y el atino de separarse de la madre patria y encausar los ideales de los criollos, aquellos descendientes de los españoles, nacidos en América, cuyo descontento hacia los mandos peninsulares era continuo y fue canalizado en la primera oportunidad que tuvieron, así como los tlaxcaltecas lo hicieron cuando se trató de atacar a un enemigo que los había sometido severamente por décadas: los aztecas.

Algunas voces critican hoy al general realista supuestamente porque representaba a las élites, lo cual resulta absurdo, ya que en toda la historia de la humanidad hemos advertido que los grandes movimientos han tenido que ser encabezados precisamente por las élites, claro, tomando muchas veces como bandera las causas populares, por lo idealista y atractivo que resulta esto, lo cual es evidente en estos tiempos en que se promueve el indigenismo de la forma más hipócrita y simulada, ya que en realidad la mayoría quiere ser de piel blanca y tener alguna raíz europea.

El nacido en Valladolid, hoy Morelia, tuvo también el talento de conciliar a las demás fuerzas realistas para unirse a la emancipación, incluyendo a Juan de O´Donojú, el ultimo virrey de la Nueva España que firmó los Tratados de Córdoba con los que México se declaró independiente.

Todo este proceso llevado a cabo por Iturbide se realizó prácticamente sin entablar lucha alguna, es decir, una transición pacífica, al estilo de Canadá, Australia y la India, potencias actuales; contrario al estilo de las matanzas y barbaries de Hidalgo, las cuales afectaron notablemente la infraestructura económica, situación que convirtió a la potencia que era la Nueva España, a un país pobre.

Hoy las monarquías se ven con cierta duda, pero para la época no era raro pensar en un emperador, la democracia no le importaba a la gran mayoría, como quizá suceda hoy, así que la coronación de Agustín I no puede considerarse como algo negativo. Como muchos personajes de la época, la soberbia y los enemigos nacionales ocasionaron hechos lamentables como la disolución del Congreso, pero eso no debe eclipsar la auténtica hazaña de haber consumado la Independencia. Al final, creo que deben reconocerse a todos que buscaron conformar una nación, sin asumir posturas radicales y pensando que hay buenos y malos. Espero que algún día Iturbide pueda ser reconocido en su dimensión y así contribuyamos a una verdadera unidad nacional y conformar un proyecto de nación auténtico, elementos que nunca han existido y que se ven cada día más lejos en este México dividido y con tantos problemas estructurales. Hasta la próxima.

Dudas o comentarios: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com; síganme en facebook por mi nombre y en twitter: @vicente_aven.


Entre las ficciones y leyendas que forman la historia mexicana, no podemos ser ajenos al papel del hombre que consolidó los esfuerzos por lograr la Independencia. Más allá de la ideología y la división centenaria de México, no es justo quitarle méritos a Agustín I, ya que sin él simplemente no estaríamos cumpliendo 200 años de ser independientes.

El próximo lunes se cumplirán exactamente dos siglos desde que el Ejército Trigarante entró a la capital de nuestro país. El evento causó una gran algarabía, las tropas marchaban triunfantes al mando de Agustín de Iturbide, secundado por Vicente Guerrero, quien significó el último y pequeño bastión de una causa muy debilitada, reducida a un campamento de milicias que difícilmente hubieran podido lograr la emancipación. No con esto demerito la labor de este grupo, pero hay que reconocer quién poseía más fuerza en esos momentos. El ejército realista era un cuerpo armado formal, mientras que los últimos insurgentes constituían una fuerza guerrillera, con apariencia descuidada y que luchaban por no solo contra el enemigo, sino contra las incomodidades de la selva.

Hay un aforismo en nuestra historia patria que dice una gran verdad y que muchos se niegan a aceptar: la Conquista la hicieron los indígenas, la Independencia los españoles y la Revolución los Estados Unidos; y, aunque parezca paradójico, esta frase tiene un alto contenido de verdad por lo que comentaremos a continuación:

Ni el más ferviente seguidor de Hidalgo puede negar que una de las frases del Grito de Dolores fue: “Viva Fernando Séptimo”, el monarca español, además de la violencia innecesaria que utilizaron los primeros insurgentes al inicio del movimiento. Muchos se cuestionan por qué Hidalgo no ordenó el ataque a la Ciudad de México, cuando sus fuerzas habían arrasado a sus rivales, quizá fue el acto más sensato del comandante cura, un ataque a la capital hubiera destruido todavía más la infraestructura del país y quizá hubiera terminado en una masacre y genocidio, como sucedió en la Alhóndiga de Granaditas.

Iturbide manifestó su postura ante la emancipación de España, él estaba de acuerdo con ello, pero no al estilo “salvaje” (como él decía) de los Insurgentes, situación que puede ser peyorativa para quienes llevaron el nombre que gritamos la noche del 15 de septiembre, pero no es algo falso el exceso de violencia utilizada, situación criticada por un historiador de la talla de Enrique Krauze. Esto no quiere decir que debemos borrar a estos personajes, pero tampoco es para idealizarlos y tenerlos como los únicos protagonistas de la Independencia.

Iturbide era un criollo de buen físico, aristócrata y con carrera militar, el ideal de la época, quien tuvo la visión y el atino de separarse de la madre patria y encausar los ideales de los criollos, aquellos descendientes de los españoles, nacidos en América, cuyo descontento hacia los mandos peninsulares era continuo y fue canalizado en la primera oportunidad que tuvieron, así como los tlaxcaltecas lo hicieron cuando se trató de atacar a un enemigo que los había sometido severamente por décadas: los aztecas.

Algunas voces critican hoy al general realista supuestamente porque representaba a las élites, lo cual resulta absurdo, ya que en toda la historia de la humanidad hemos advertido que los grandes movimientos han tenido que ser encabezados precisamente por las élites, claro, tomando muchas veces como bandera las causas populares, por lo idealista y atractivo que resulta esto, lo cual es evidente en estos tiempos en que se promueve el indigenismo de la forma más hipócrita y simulada, ya que en realidad la mayoría quiere ser de piel blanca y tener alguna raíz europea.

El nacido en Valladolid, hoy Morelia, tuvo también el talento de conciliar a las demás fuerzas realistas para unirse a la emancipación, incluyendo a Juan de O´Donojú, el ultimo virrey de la Nueva España que firmó los Tratados de Córdoba con los que México se declaró independiente.

Todo este proceso llevado a cabo por Iturbide se realizó prácticamente sin entablar lucha alguna, es decir, una transición pacífica, al estilo de Canadá, Australia y la India, potencias actuales; contrario al estilo de las matanzas y barbaries de Hidalgo, las cuales afectaron notablemente la infraestructura económica, situación que convirtió a la potencia que era la Nueva España, a un país pobre.

Hoy las monarquías se ven con cierta duda, pero para la época no era raro pensar en un emperador, la democracia no le importaba a la gran mayoría, como quizá suceda hoy, así que la coronación de Agustín I no puede considerarse como algo negativo. Como muchos personajes de la época, la soberbia y los enemigos nacionales ocasionaron hechos lamentables como la disolución del Congreso, pero eso no debe eclipsar la auténtica hazaña de haber consumado la Independencia. Al final, creo que deben reconocerse a todos que buscaron conformar una nación, sin asumir posturas radicales y pensando que hay buenos y malos. Espero que algún día Iturbide pueda ser reconocido en su dimensión y así contribuyamos a una verdadera unidad nacional y conformar un proyecto de nación auténtico, elementos que nunca han existido y que se ven cada día más lejos en este México dividido y con tantos problemas estructurales. Hasta la próxima.

Dudas o comentarios: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com; síganme en facebook por mi nombre y en twitter: @vicente_aven.