/ sábado 18 de enero de 2020

La discriminación a los ateos

Vivimos en una época en la que la gente se ofende de cualquier cosa, situación que ha provocado algunas acciones que se orientan a evitar lo que se considera como nocivo, tal es el caso de la discriminación, sin embargo, hay situaciones específicas que nos llevan a dudar si los esfuerzos realizados son efectivos.

Pensemos por un momento si un homosexual no es admitido en alguna tienda departamental por su preferencia y el hecho es grabado, inmediatamente se subiría el material a la red y se alegaría que se discrimina a ese sujeto. Es posible que la empresa publicara un comunicado en donde manifestara su respeto a la comunidad LGTB y hasta despedirían al empleado responsable. Lo mismo sucedería si fuera el caso de un indígena, un migrante y todos aquellos que se clasifican como grupo vulnerable. Lo paradójico es que, lejos de reducir el problema, la discriminación reina en nuestro país, haciendo de las acciones para evitarla una gran simulación.

La inclusión es algo importante, una bandera que han tomado muchas personas y políticos en sus campañas y administraciones, sin embargo, es lo que menos hay en todo el país. Los casos señalados son los más comunes, pero hoy quiero referirme a uno que resulta cada vez mayor y que se debería ver con gran atención: la discriminación a los ateos.

Es muy extensa la historia de este problema, cuántos millones de seres humanos fueron torturados y asesinados por no creer en un dios, así que el antecedente es enorme y no hay grupo social que haya sufrido más pérdidas que este.

En la actualidad sigue habiendo un rechazo a quienes no tiene creencias religiosas, es más, considero que se ha incrementado este debido a la tendencia que tenemos respecto a populismos y fanatismos, elementos que indudablemente están ligados con cualquier credo sobrenatural. No voy a entrar en interminable debate acerca de si existe dios, pero creo que si existiera, evidentemente no sería omnipotente ni amaría a todos. Debido a la creencia de que una deidad debe ser bondadosa, se asume que quien no cree en ello es malo, recordando que una calificación ética depende de un tiempo y un lugar.

La ignorancia y la intolerancia son más patentes en estos días, elementos que son un caldo de cultivo para la religión, situación que incrementa la discriminación a los ateos, quienes simplemente no creen en un ser sobrenatural, en un ejercicio de la libertad de culto, la cual también incluye el no creer.

Así como se hacen escándalos porque a un sujeto con tatuajes lo despiden de su trabajo, se debería poner más atención en quienes sufren el rechazo y hasta el ataque de quienes aún tienen el pensamiento en la Edad Media. Decía Marx que la religión es el opio de los pueblos, pero también ayuda a conservar la paz social. Yo me quedo con la opinión de Albert Camus, quien señalaba que la religión debe ser ejercida o no en función de la felicidad que produzca, sin iglesias ni sacerdotes, y asumiendo que creer en dios o en el diablo no te hacen mejor o peor persona.

Dudas o comentarios: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com; síganme en facebook por mi nombre y en twitter: @vicente_aven.

Vivimos en una época en la que la gente se ofende de cualquier cosa, situación que ha provocado algunas acciones que se orientan a evitar lo que se considera como nocivo, tal es el caso de la discriminación, sin embargo, hay situaciones específicas que nos llevan a dudar si los esfuerzos realizados son efectivos.

Pensemos por un momento si un homosexual no es admitido en alguna tienda departamental por su preferencia y el hecho es grabado, inmediatamente se subiría el material a la red y se alegaría que se discrimina a ese sujeto. Es posible que la empresa publicara un comunicado en donde manifestara su respeto a la comunidad LGTB y hasta despedirían al empleado responsable. Lo mismo sucedería si fuera el caso de un indígena, un migrante y todos aquellos que se clasifican como grupo vulnerable. Lo paradójico es que, lejos de reducir el problema, la discriminación reina en nuestro país, haciendo de las acciones para evitarla una gran simulación.

La inclusión es algo importante, una bandera que han tomado muchas personas y políticos en sus campañas y administraciones, sin embargo, es lo que menos hay en todo el país. Los casos señalados son los más comunes, pero hoy quiero referirme a uno que resulta cada vez mayor y que se debería ver con gran atención: la discriminación a los ateos.

Es muy extensa la historia de este problema, cuántos millones de seres humanos fueron torturados y asesinados por no creer en un dios, así que el antecedente es enorme y no hay grupo social que haya sufrido más pérdidas que este.

En la actualidad sigue habiendo un rechazo a quienes no tiene creencias religiosas, es más, considero que se ha incrementado este debido a la tendencia que tenemos respecto a populismos y fanatismos, elementos que indudablemente están ligados con cualquier credo sobrenatural. No voy a entrar en interminable debate acerca de si existe dios, pero creo que si existiera, evidentemente no sería omnipotente ni amaría a todos. Debido a la creencia de que una deidad debe ser bondadosa, se asume que quien no cree en ello es malo, recordando que una calificación ética depende de un tiempo y un lugar.

La ignorancia y la intolerancia son más patentes en estos días, elementos que son un caldo de cultivo para la religión, situación que incrementa la discriminación a los ateos, quienes simplemente no creen en un ser sobrenatural, en un ejercicio de la libertad de culto, la cual también incluye el no creer.

Así como se hacen escándalos porque a un sujeto con tatuajes lo despiden de su trabajo, se debería poner más atención en quienes sufren el rechazo y hasta el ataque de quienes aún tienen el pensamiento en la Edad Media. Decía Marx que la religión es el opio de los pueblos, pero también ayuda a conservar la paz social. Yo me quedo con la opinión de Albert Camus, quien señalaba que la religión debe ser ejercida o no en función de la felicidad que produzca, sin iglesias ni sacerdotes, y asumiendo que creer en dios o en el diablo no te hacen mejor o peor persona.

Dudas o comentarios: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com; síganme en facebook por mi nombre y en twitter: @vicente_aven.