/ domingo 15 de septiembre de 2019

La pérdida de autoridad y el autoritarismo

Giovanni Sartori, uno de los politólogos más importantes del siglo XX, en sus estudios sobre democracia, sistema de partidos y constitucionalismo, hace una referencia puntual sobre la autoridad y el autoritarismo; así, considera "que los que están en posición de la autoridad hacen cumplir, confirman o sancionan una línea de acción o de pensamiento".

Por otro lado, Hanna Arendt, la filósofa alemana también del siglo XX, en su estudió sobre el origen del totalitarismo señala que el vocablo autoridad (autoritas), proviene del verbo augure que significa aumentar. Pero, irremediablemente el concepto se liga al poder.

Al tratar el poder varios autores han retomado la definición de Max Weber, como dominio: se ejerce por medio de la fuerza y la coerción, Weber distingue entre el mero ejercicio del poder y la relación de dominación. Así pues, la autoridad se vincula a la legitimidad y a una estructura jerárquica. Hasta aquí la teoría.

Me referiré ahora a los últimos acontecimientos que preocupan, las agresiones populares a los miembros de la Guardia Nacional. En lo que va del año se han registrado 11 agresiones ¿por qué y qué significa? Primero, desde el 27 de mayo en Michoacán, luego de confiscarles armas a presuntos autodefensas civiles, al menos 10 militares fueron vejados, y el último atropello fue en Acajete, Puebla el pasado 12 de septiembre. Circularon videos en los que se observa y escuchan agresiones verbales humillantes a los soldados, incluso la población interviene en defensa de personas vinculadas a los delitos flagrantes, pero los elementos no pueden responder porque la ley se los impide. Y este es el punto.

¿En dónde queda la autoridad militar? Estos personajes que se enlistan para defender al pueblo mexicano de la invasión extranjera, y al menos desde la última década del siglo XX intervienen en el combate contra la droga en el país. El presidente ha dejado sin elementos de defensa propia al ejército porque “nunca utilizará la fuerza para reprimir al pueblo”, ¿incluso cuando incurra en delito?

Suplir a la policía federal o estatal porque se encuentran inmiscuidas en corrupción suena bien, pero una Guardia Nacional sin elementos para proceder, parece una celada. Esta es una preocupación legítima dada la creciente ola de delitos.

El límite entre autoridad y autoritarismo está en el exceso del uso de la fuerza, pero el defecto de la misma nos coloca en los derroteros de la fragilidad del Estado, y eso ya lo detectaron grupos de crimen organizado. Cuando se aprobó las cuatro leyes secundarias de la Guardia Nacional, hubo clamores en contra porque se avizoraba que para el exceso no sería suficiente una regulación del uso legítimo de la fuerza (por primera vez, por cierto). Pero resultó al revés.

Es una vergüenza que se permita ese maltrato a los oficiales, es la muestra definitiva de la erosión de la autoridad y la falta de respeto a su legitimidad. La dignidad de los elementos está por los suelos. Habrá que revisar y reivindicar esta postura. Por cierto, con seguridad veremos destacamentos de militares en estas celebraciones patrias para proteger la integridad de ciudadanos, sin poder y sin autoridad.

*Politóloga, profesora-investigadora. Miembro Fundadora de la AMECIP. Mail: margarita_arguelles@hotmail.com

Giovanni Sartori, uno de los politólogos más importantes del siglo XX, en sus estudios sobre democracia, sistema de partidos y constitucionalismo, hace una referencia puntual sobre la autoridad y el autoritarismo; así, considera "que los que están en posición de la autoridad hacen cumplir, confirman o sancionan una línea de acción o de pensamiento".

Por otro lado, Hanna Arendt, la filósofa alemana también del siglo XX, en su estudió sobre el origen del totalitarismo señala que el vocablo autoridad (autoritas), proviene del verbo augure que significa aumentar. Pero, irremediablemente el concepto se liga al poder.

Al tratar el poder varios autores han retomado la definición de Max Weber, como dominio: se ejerce por medio de la fuerza y la coerción, Weber distingue entre el mero ejercicio del poder y la relación de dominación. Así pues, la autoridad se vincula a la legitimidad y a una estructura jerárquica. Hasta aquí la teoría.

Me referiré ahora a los últimos acontecimientos que preocupan, las agresiones populares a los miembros de la Guardia Nacional. En lo que va del año se han registrado 11 agresiones ¿por qué y qué significa? Primero, desde el 27 de mayo en Michoacán, luego de confiscarles armas a presuntos autodefensas civiles, al menos 10 militares fueron vejados, y el último atropello fue en Acajete, Puebla el pasado 12 de septiembre. Circularon videos en los que se observa y escuchan agresiones verbales humillantes a los soldados, incluso la población interviene en defensa de personas vinculadas a los delitos flagrantes, pero los elementos no pueden responder porque la ley se los impide. Y este es el punto.

¿En dónde queda la autoridad militar? Estos personajes que se enlistan para defender al pueblo mexicano de la invasión extranjera, y al menos desde la última década del siglo XX intervienen en el combate contra la droga en el país. El presidente ha dejado sin elementos de defensa propia al ejército porque “nunca utilizará la fuerza para reprimir al pueblo”, ¿incluso cuando incurra en delito?

Suplir a la policía federal o estatal porque se encuentran inmiscuidas en corrupción suena bien, pero una Guardia Nacional sin elementos para proceder, parece una celada. Esta es una preocupación legítima dada la creciente ola de delitos.

El límite entre autoridad y autoritarismo está en el exceso del uso de la fuerza, pero el defecto de la misma nos coloca en los derroteros de la fragilidad del Estado, y eso ya lo detectaron grupos de crimen organizado. Cuando se aprobó las cuatro leyes secundarias de la Guardia Nacional, hubo clamores en contra porque se avizoraba que para el exceso no sería suficiente una regulación del uso legítimo de la fuerza (por primera vez, por cierto). Pero resultó al revés.

Es una vergüenza que se permita ese maltrato a los oficiales, es la muestra definitiva de la erosión de la autoridad y la falta de respeto a su legitimidad. La dignidad de los elementos está por los suelos. Habrá que revisar y reivindicar esta postura. Por cierto, con seguridad veremos destacamentos de militares en estas celebraciones patrias para proteger la integridad de ciudadanos, sin poder y sin autoridad.

*Politóloga, profesora-investigadora. Miembro Fundadora de la AMECIP. Mail: margarita_arguelles@hotmail.com