/ domingo 12 de enero de 2020

La vida es clara, undívaga, y abierta como el mar

La película mexicana “Llamas contra el viento” fue estrenada en 1956; lleva un argumento de Edmundo Báez y Alfredo B. Crevenna, y, según los créditos del filme, esta “inspirada” en el poema “Canción de la vida profunda” del poeta colombiano Porfirio Barba Jacob. Es útil recordar que en ese tiempo el presidente de México era Adolfo Ruiz Cortines, el mismo que presentó al Congreso el proyecto para reformar el artículo 34 constitucional para reconocer el derecho de las mujeres al voto, realidad jurídica que ocurrió en 1953.

El sumario de la cinta es este: “Tres azafatas (Yolanda Varela, Ariadne Welter y Anabelle Gutiérrez) aprovechan sus vacaciones anuales para viajar a Caracas, Venezuela, donde vive un hombre (Víctor Junco) que conoció a cada una de ellas por separado, ofreciéndoles matrimonio. Cuando las jóvenes se descubren burladas, aparecen providencialmente tres hombres bondadosos y honestos (Raúl Ramírez, Fernando Casanova y Félix González), que muy prontamente las consuelan. La película tiene locaciones de Venezuela, Panamá, Cuba y Colombia.”

El poema “Canción de la vida profunda” está coronado por un epígrafe de Montaigne, “El hombre es una cosa vana, variable y ondeante”, y lo integran 7 estrofas de 4 versos alejandrinos. En la película (puede verse en You Tube) en el periodo que va del minuto 27 al 30, las tres actrices, de manera sucesiva, entonan los versos de la Canción para representar el estado de sus almas. Este es el insólito valor del filme: presenta a la poesía en relación directa con lo cotidiano, como una representación simbólica útil, como una guía para transformar la vida:

Hay días en que somos tan móviles, tan móviles,

como las leves briznas al viento y al azar.

Tal vez bajo otro cielo la Gloria nos sonríe.

La vida es clara, undívaga, y abierta como un mar.


Y hay días en que somos tan fértiles, tan fértiles,

como en abril el campo, que tiembla de pasión:

bajo el influjo próvido de espirituales lluvias,

el alma está brotando florestas de ilusión.


Y hay días en que somos tan sórdidos, tan sórdidos,

como la entraña obscura de oscuro pedernal:

la noche nos sorprende, con sus profusas lámparas,

en rútiles monedas tasando el Bien y el Mal.


Y hay días en que somos tan plácidos, tan plácidos...

(¡Niñez en el crepúsculo! ¡Lagunas de zafir!)

que un verso, un trino, un monte, un pájaro que cruza,

y hasta las propias penas, nos hacen sonreír.


Y hay días en que somos tan lúbricos, tan lúbricos,

que nos depara en vano su carne la mujer:

tras de ceñir un talle y acariciar un seno,

la redondez de un fruto nos vuelve a estremecer.


Y hay días en que somos tan lúgubres, tan lúgubres,

como en las noches lúgubres el llanto del pinar.

El alma gime entonces bajo el dolor del mundo,

y acaso ni Dios mismo nos puede consolar.


Mas hay también ¡Oh Tierra! un día... un día... un día...

en que levamos anclas para jamás volver...

Un día en que discurren vientos ineluctables

¡Un día en que ya nadie nos puede retener!

Es claro que la libre interpretación del verso 2 del poema (como las leves briznas al viento y al azar) es el origen del nombre de la película: “Llamas contra el viento”. Como evidente es la extraordinaria creatividad de los argumentistas, mismos que años antes, en 1947, auxiliados por José Revueltas, escribieron el texto dramático de la célebre película “La Diosa Arrodillada”, protagonizada por María Félix y Arturo de Córdova.

Porfirio Barba Jacob, es un nombre de pluma, en la vida civil el poeta se llamó Miguel Ángel Osorio Benítez, nació en Santa Rosa de Osos, el 29 de julio de 1883 y murió en Ciudad de México, el 14 de enero de 1942). Luis Antonio de Villena, el escritor español, escribe:

“…sus poemas han sido editados críticamente por su paisano Fernando Vallejo, y de ahí los he tomado para esta antología, “Rosas negras” -que reproduce el título de uno de los libros que editó en vida. Es una poesía que va de un cuidado tardo-modernismo a un genuino postmodernismo donde está lo mejor de su labor de maldito: de homosexual, amante de los muchachos, que asumió su condición (y hablamos de 1920) a la par que hacía gala de su amor a la poesía, de su dipsomanía, de su adicción a la mariguana y de vender su periodismo al mejor postor. (…) Es un poeta de obra breve, pero, en lo mejor, muy notable y un personaje abismático de primera: “Mi vaso lleno -el vino del Anáhuac-/ mi esfuerzo vano -estéril mi pasión-/ soy un perdido -soy un mariguano- / ¡te invito a beber, a danzar, al son de mi canción!”

Finalmente, amigo lector, consigno aquí que Luis Antonio de Villena, en otro ámbito, escribió que Gil de Biedma respondía los parabienes de año nuevo de esta manera:

“… gracias, pero ojalá que, ante todo, sea en verdad nuevo. Porque la cifra del año muda, pero a menudo repite las mismas vulgaridades, el mismo chafarrinón (lo indigno, lo degradado, lo decepcionante) de nuestra condición pecadora.”

Si es verdad la sentencia bíblica de que no hay nada nuevo bajo el sol (nihil novum sub sole), entonces, piadoso lector, ya sabemos lo que nos depara el efímero futuro, hace doce días nacido.

Escolio: No existe nada nuevo; pero lo que hay es lo infinito.

La película mexicana “Llamas contra el viento” fue estrenada en 1956; lleva un argumento de Edmundo Báez y Alfredo B. Crevenna, y, según los créditos del filme, esta “inspirada” en el poema “Canción de la vida profunda” del poeta colombiano Porfirio Barba Jacob. Es útil recordar que en ese tiempo el presidente de México era Adolfo Ruiz Cortines, el mismo que presentó al Congreso el proyecto para reformar el artículo 34 constitucional para reconocer el derecho de las mujeres al voto, realidad jurídica que ocurrió en 1953.

El sumario de la cinta es este: “Tres azafatas (Yolanda Varela, Ariadne Welter y Anabelle Gutiérrez) aprovechan sus vacaciones anuales para viajar a Caracas, Venezuela, donde vive un hombre (Víctor Junco) que conoció a cada una de ellas por separado, ofreciéndoles matrimonio. Cuando las jóvenes se descubren burladas, aparecen providencialmente tres hombres bondadosos y honestos (Raúl Ramírez, Fernando Casanova y Félix González), que muy prontamente las consuelan. La película tiene locaciones de Venezuela, Panamá, Cuba y Colombia.”

El poema “Canción de la vida profunda” está coronado por un epígrafe de Montaigne, “El hombre es una cosa vana, variable y ondeante”, y lo integran 7 estrofas de 4 versos alejandrinos. En la película (puede verse en You Tube) en el periodo que va del minuto 27 al 30, las tres actrices, de manera sucesiva, entonan los versos de la Canción para representar el estado de sus almas. Este es el insólito valor del filme: presenta a la poesía en relación directa con lo cotidiano, como una representación simbólica útil, como una guía para transformar la vida:

Hay días en que somos tan móviles, tan móviles,

como las leves briznas al viento y al azar.

Tal vez bajo otro cielo la Gloria nos sonríe.

La vida es clara, undívaga, y abierta como un mar.


Y hay días en que somos tan fértiles, tan fértiles,

como en abril el campo, que tiembla de pasión:

bajo el influjo próvido de espirituales lluvias,

el alma está brotando florestas de ilusión.


Y hay días en que somos tan sórdidos, tan sórdidos,

como la entraña obscura de oscuro pedernal:

la noche nos sorprende, con sus profusas lámparas,

en rútiles monedas tasando el Bien y el Mal.


Y hay días en que somos tan plácidos, tan plácidos...

(¡Niñez en el crepúsculo! ¡Lagunas de zafir!)

que un verso, un trino, un monte, un pájaro que cruza,

y hasta las propias penas, nos hacen sonreír.


Y hay días en que somos tan lúbricos, tan lúbricos,

que nos depara en vano su carne la mujer:

tras de ceñir un talle y acariciar un seno,

la redondez de un fruto nos vuelve a estremecer.


Y hay días en que somos tan lúgubres, tan lúgubres,

como en las noches lúgubres el llanto del pinar.

El alma gime entonces bajo el dolor del mundo,

y acaso ni Dios mismo nos puede consolar.


Mas hay también ¡Oh Tierra! un día... un día... un día...

en que levamos anclas para jamás volver...

Un día en que discurren vientos ineluctables

¡Un día en que ya nadie nos puede retener!

Es claro que la libre interpretación del verso 2 del poema (como las leves briznas al viento y al azar) es el origen del nombre de la película: “Llamas contra el viento”. Como evidente es la extraordinaria creatividad de los argumentistas, mismos que años antes, en 1947, auxiliados por José Revueltas, escribieron el texto dramático de la célebre película “La Diosa Arrodillada”, protagonizada por María Félix y Arturo de Córdova.

Porfirio Barba Jacob, es un nombre de pluma, en la vida civil el poeta se llamó Miguel Ángel Osorio Benítez, nació en Santa Rosa de Osos, el 29 de julio de 1883 y murió en Ciudad de México, el 14 de enero de 1942). Luis Antonio de Villena, el escritor español, escribe:

“…sus poemas han sido editados críticamente por su paisano Fernando Vallejo, y de ahí los he tomado para esta antología, “Rosas negras” -que reproduce el título de uno de los libros que editó en vida. Es una poesía que va de un cuidado tardo-modernismo a un genuino postmodernismo donde está lo mejor de su labor de maldito: de homosexual, amante de los muchachos, que asumió su condición (y hablamos de 1920) a la par que hacía gala de su amor a la poesía, de su dipsomanía, de su adicción a la mariguana y de vender su periodismo al mejor postor. (…) Es un poeta de obra breve, pero, en lo mejor, muy notable y un personaje abismático de primera: “Mi vaso lleno -el vino del Anáhuac-/ mi esfuerzo vano -estéril mi pasión-/ soy un perdido -soy un mariguano- / ¡te invito a beber, a danzar, al son de mi canción!”

Finalmente, amigo lector, consigno aquí que Luis Antonio de Villena, en otro ámbito, escribió que Gil de Biedma respondía los parabienes de año nuevo de esta manera:

“… gracias, pero ojalá que, ante todo, sea en verdad nuevo. Porque la cifra del año muda, pero a menudo repite las mismas vulgaridades, el mismo chafarrinón (lo indigno, lo degradado, lo decepcionante) de nuestra condición pecadora.”

Si es verdad la sentencia bíblica de que no hay nada nuevo bajo el sol (nihil novum sub sole), entonces, piadoso lector, ya sabemos lo que nos depara el efímero futuro, hace doce días nacido.

Escolio: No existe nada nuevo; pero lo que hay es lo infinito.