/ domingo 17 de abril de 2022

¿La violencia como estrategia feminista?

Al menos en este siglo XXI la violencia contra las mujeres y niñas ha ido en aumento, violaciones, desapariciones forzadas, feminicidios, además de que la violencia intrafamiliar se agravó en pandemia desde 2020. Este fenómeno, y cualquiera otro, no justifica imponer violencia para reclamar justicia o reivindicar derechos.


La violencia ha manchado las luchas por las libertades en la vida del mundo contemporáneo, pero vale la pena preguntarse ¿los movimientos sociales violentos tienen éxito? En los años 30 del siglo XX, las vejaciones que sufrieron los judíos en la Alemania nazi detonaron una violencia inusitada con la II GM, la violencia fue impuesta por el estado de Hitler.


En los años 50´s y 60´s el mundo colapsaba hacia un cambio de época. El movimiento social que detonó Rosa Parks al no ceder su asiento a un hombre blanco el 01 de diciembre de 1955 en Montgomerey, Alabama desobedeciendo la ley, fue llevada al calabozo con una multa de 14 dólares; la acción colectiva se configuró en protestas durante 382 días liderados por Martin Luther King. La violencia la infringía el Estado con sus leyes discriminatorias.


Lo que ocurrió en la plaza de Tiananmen, Pekín con más de un millón de manifestantes que se rebeló el 4 de junio de 1989, fue un acto de violencia y represión del gobierno chino. Obreros, periodistas, estudiantes, resentían lo que vivió entonces la Europa del Este que terminó en la caída del muro de Berlín. Finalmente el éxito de los movimientos sociales se daba pero no por la violencia.


En México, después de las manifestaciones que culminaron con la Noche de Tlatelolco en 1968, la guerrilla se organiza para resistir el autoritarismo del estado, pero con violencia. La historia política de nuestro país registra una guerrilla abatida por la fuerza del Estado.


Pero, sin lugar a duda, movimiento feminista es uno de los más exitosos dados sus resultados rápidos en un lapso corto en la historia. Las demandas desde el derecho al voto hasta la paridad en la ley electoral, ha mostrado el reconocimiento social de hombres y mujeres desde el estado. Sin embargo, el cabo suelto no se puede eliminar: la violencia que se gesta desde el seno familiar, una reproducción que deja a su paso hasta la muerte.


En México el 8M se fue generalizado hasta convertirse en un movimiento que cada vez más permea e inspira. Los cambios llegaron a las leyes aunque todavía hay pendientes, las demandas fueron orientándose hacia el Estado que o garantiza la seguridad de las mujeres y niñas, en realidad de ningún ciudadano; demandas por equidad laboral y salarial, aunque la desigualdad es generalizada. Las manifestaciones que se sucedieron al menos los 3 últimos años fueron pintadas de una violencia “inusual” en el movimiento feminista a manos de unas mujeres encapuchadas.


A reserva de las opiniones que justifiquen esa violencia que destruye monumentos y negocios, incluso acusando a mujeres “infiltradas”, no hay manera de construir en el caos que generan esas acciones. Además, el grupo de mujeres Okupa que desde 2020 tomó las instalaciones de la Comisión de Derechos Humanos (CNDH) en del centro histórico de CdMx, después de que una madre desesperada se amarró a una silla exigiendo justicia para su hija víctima de abuso sexual desde 2017, con otras 15 personas. La estrategia de las encapuchadas se viralizó en un video que las muestra vandalizando el vehículo de una mujer en la calle República de Cuba el 14 de abril, hecho que fue denunciado y dio pie para que se recuperara el inmueble de la CNDH, toda vez que se identificó que las mujeres ahí se alojaban. Lo que encontraron las autoridades en el edificio exhibe las creencias de ese colectivo que distan mucho de los motivos de cualquier feminismo: un altar de la santa Muerte que explica, de alguna forma, un procedimiento delictivo que se asocia con el fanatismo pero no con el 8M.



*Politóloga, profesora-investigadora. Miembro Fundadora de la AMECIP y secretaria de Membresías (2022-2024) Mail: margarita_arguelles@hotmail.com

Al menos en este siglo XXI la violencia contra las mujeres y niñas ha ido en aumento, violaciones, desapariciones forzadas, feminicidios, además de que la violencia intrafamiliar se agravó en pandemia desde 2020. Este fenómeno, y cualquiera otro, no justifica imponer violencia para reclamar justicia o reivindicar derechos.


La violencia ha manchado las luchas por las libertades en la vida del mundo contemporáneo, pero vale la pena preguntarse ¿los movimientos sociales violentos tienen éxito? En los años 30 del siglo XX, las vejaciones que sufrieron los judíos en la Alemania nazi detonaron una violencia inusitada con la II GM, la violencia fue impuesta por el estado de Hitler.


En los años 50´s y 60´s el mundo colapsaba hacia un cambio de época. El movimiento social que detonó Rosa Parks al no ceder su asiento a un hombre blanco el 01 de diciembre de 1955 en Montgomerey, Alabama desobedeciendo la ley, fue llevada al calabozo con una multa de 14 dólares; la acción colectiva se configuró en protestas durante 382 días liderados por Martin Luther King. La violencia la infringía el Estado con sus leyes discriminatorias.


Lo que ocurrió en la plaza de Tiananmen, Pekín con más de un millón de manifestantes que se rebeló el 4 de junio de 1989, fue un acto de violencia y represión del gobierno chino. Obreros, periodistas, estudiantes, resentían lo que vivió entonces la Europa del Este que terminó en la caída del muro de Berlín. Finalmente el éxito de los movimientos sociales se daba pero no por la violencia.


En México, después de las manifestaciones que culminaron con la Noche de Tlatelolco en 1968, la guerrilla se organiza para resistir el autoritarismo del estado, pero con violencia. La historia política de nuestro país registra una guerrilla abatida por la fuerza del Estado.


Pero, sin lugar a duda, movimiento feminista es uno de los más exitosos dados sus resultados rápidos en un lapso corto en la historia. Las demandas desde el derecho al voto hasta la paridad en la ley electoral, ha mostrado el reconocimiento social de hombres y mujeres desde el estado. Sin embargo, el cabo suelto no se puede eliminar: la violencia que se gesta desde el seno familiar, una reproducción que deja a su paso hasta la muerte.


En México el 8M se fue generalizado hasta convertirse en un movimiento que cada vez más permea e inspira. Los cambios llegaron a las leyes aunque todavía hay pendientes, las demandas fueron orientándose hacia el Estado que o garantiza la seguridad de las mujeres y niñas, en realidad de ningún ciudadano; demandas por equidad laboral y salarial, aunque la desigualdad es generalizada. Las manifestaciones que se sucedieron al menos los 3 últimos años fueron pintadas de una violencia “inusual” en el movimiento feminista a manos de unas mujeres encapuchadas.


A reserva de las opiniones que justifiquen esa violencia que destruye monumentos y negocios, incluso acusando a mujeres “infiltradas”, no hay manera de construir en el caos que generan esas acciones. Además, el grupo de mujeres Okupa que desde 2020 tomó las instalaciones de la Comisión de Derechos Humanos (CNDH) en del centro histórico de CdMx, después de que una madre desesperada se amarró a una silla exigiendo justicia para su hija víctima de abuso sexual desde 2017, con otras 15 personas. La estrategia de las encapuchadas se viralizó en un video que las muestra vandalizando el vehículo de una mujer en la calle República de Cuba el 14 de abril, hecho que fue denunciado y dio pie para que se recuperara el inmueble de la CNDH, toda vez que se identificó que las mujeres ahí se alojaban. Lo que encontraron las autoridades en el edificio exhibe las creencias de ese colectivo que distan mucho de los motivos de cualquier feminismo: un altar de la santa Muerte que explica, de alguna forma, un procedimiento delictivo que se asocia con el fanatismo pero no con el 8M.



*Politóloga, profesora-investigadora. Miembro Fundadora de la AMECIP y secretaria de Membresías (2022-2024) Mail: margarita_arguelles@hotmail.com