/ sábado 15 de junio de 2019

La emigración de los mexicanos ricos

No podemos negar que las condiciones de nuestro país han empeorado desde hace décadas, situación que ha incentivado la intención de algunos por irse a otro país.

Esto preocupa porque denota toda una serie de problemas que se ven cada vez más difícil de solucionar y nos hacen ver como un territorio peligroso.


El caso, planteado en este momento, no es el referente a los millones de mexicanos que se han ido a los Estados Unidos por tener una gran necesidad, aquellos que arriesgan su vida al cruzar la frontera porque literalmente se están muriendo de hambre.

Ya son varios los casos de empresarios, víctimas de la delincuencia, que han optado por irse a un país de primer mundo, también algunos conocidos míos me han preguntado acerca de la conveniencia de irse a una nación que tenga menos índices delictivos, situación que nos lleva a hacer unas reflexiones.

Buscar más y mejores condiciones de vida es un derecho universal que han ejercido millones de personas en múltiples épocas, de ese modo se han conformado una gran cantidad de civilizaciones y estados.

Ahora bien, es triste que personas, que han conseguido el éxito en México, ahora se quieran ir debido a que se sienten inseguros, situación que tiene diversas aristas que debemos atender.

En primer lugar debemos comprender que llegar a un país nuevo implica empezar de cero, es decir, no se conoce a nadie, no se domina la lengua y la necesidad de tener un empleo o una fuente de ingresos es imperativa.

Conozco dos casos totalmente divergentes, en el primero, un conocido se fue a vivir a Suiza, en donde vive en un pueblo, sin salir de su casa porque su mujer es la que trabaja y sin mayor entretenimiento más que pasear en una plaza pública y estar en internet. Ese individuo se sorprende cada vez que viene a Puebla, en cuanto a sus avenidas nuevas edificaciones. Por otro lado, tenemos a un ex compañero que conoció a una francesa, con quien contrajo matrimonio, lo cual le dio la posibilidad de adquirir la nacionalidad y una plaza de maestro en el país galo. Ahora vive confortablemente en compañía de su esposa e hijos.

Bajo un análisis antropológico, una persona se compone de diversos elementos, es la consecuencia de todas sus acciones y decisiones, situación por la que pertenece de alguna manera.

El irse se puede interpretar como una manera de tener miedo, de desterrarse a sí mismo, en el entendido de que esta práctica era un castigo cruel aplicado en la antigüedad, pero también puede ser una forma de sobrevivir, como aquellos europeos que dejaron sus casas a causa de las dos grandes guerras del Siglo XX.

En alguna ocasión hubo una campaña para irse a vivir a Canadá, ya sea como empleado de algo o en calidad de inversionista, situación que fue atractiva para quien quería cambiar de aires. Esa promoción se orientaba a quienes no podían encontrar un buen trabajo, es decir, eso se dirigió a profesionistas.

En el caso de hoy, nos referimos a gente rica, quien pudiera pensarse que no le falta nada, pero tiene temor precisamente porque esa situación financiera la hace blanco de la delincuencia, tanto ellos como sus hijos. En una respuesta a la pregunta que me hicieron hace días, creo que la decisión es de cada quien, sin embargo, si se decide irse, creo que es lo más conveniente hacerlo cuando los hijos son muy pequeños, para que así puedan tener un sentido de pertenencia y desarrollarse en una comunidad en determinado, en el entendido que los pequeños son la prioridad, ya que un adulto irremediablemente tendrá que romper con algo que es parte de sí. Esto es muy diferente a quienes se consideran ciudadanos del mundo, trabajando y viajando, pero siempre con el corazón depositado en un lugar. Ahora bien, lo dicho es una mera opinión, cada quien decide y cada quien es, como dije, el conjunto de la consecuencia de sus actos. Hasta la próxima semana.

Dudas o comentarios: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com; síganme en facebook por mi nombre y en twitter: @vicente_aven.

No podemos negar que las condiciones de nuestro país han empeorado desde hace décadas, situación que ha incentivado la intención de algunos por irse a otro país.

Esto preocupa porque denota toda una serie de problemas que se ven cada vez más difícil de solucionar y nos hacen ver como un territorio peligroso.


El caso, planteado en este momento, no es el referente a los millones de mexicanos que se han ido a los Estados Unidos por tener una gran necesidad, aquellos que arriesgan su vida al cruzar la frontera porque literalmente se están muriendo de hambre.

Ya son varios los casos de empresarios, víctimas de la delincuencia, que han optado por irse a un país de primer mundo, también algunos conocidos míos me han preguntado acerca de la conveniencia de irse a una nación que tenga menos índices delictivos, situación que nos lleva a hacer unas reflexiones.

Buscar más y mejores condiciones de vida es un derecho universal que han ejercido millones de personas en múltiples épocas, de ese modo se han conformado una gran cantidad de civilizaciones y estados.

Ahora bien, es triste que personas, que han conseguido el éxito en México, ahora se quieran ir debido a que se sienten inseguros, situación que tiene diversas aristas que debemos atender.

En primer lugar debemos comprender que llegar a un país nuevo implica empezar de cero, es decir, no se conoce a nadie, no se domina la lengua y la necesidad de tener un empleo o una fuente de ingresos es imperativa.

Conozco dos casos totalmente divergentes, en el primero, un conocido se fue a vivir a Suiza, en donde vive en un pueblo, sin salir de su casa porque su mujer es la que trabaja y sin mayor entretenimiento más que pasear en una plaza pública y estar en internet. Ese individuo se sorprende cada vez que viene a Puebla, en cuanto a sus avenidas nuevas edificaciones. Por otro lado, tenemos a un ex compañero que conoció a una francesa, con quien contrajo matrimonio, lo cual le dio la posibilidad de adquirir la nacionalidad y una plaza de maestro en el país galo. Ahora vive confortablemente en compañía de su esposa e hijos.

Bajo un análisis antropológico, una persona se compone de diversos elementos, es la consecuencia de todas sus acciones y decisiones, situación por la que pertenece de alguna manera.

El irse se puede interpretar como una manera de tener miedo, de desterrarse a sí mismo, en el entendido de que esta práctica era un castigo cruel aplicado en la antigüedad, pero también puede ser una forma de sobrevivir, como aquellos europeos que dejaron sus casas a causa de las dos grandes guerras del Siglo XX.

En alguna ocasión hubo una campaña para irse a vivir a Canadá, ya sea como empleado de algo o en calidad de inversionista, situación que fue atractiva para quien quería cambiar de aires. Esa promoción se orientaba a quienes no podían encontrar un buen trabajo, es decir, eso se dirigió a profesionistas.

En el caso de hoy, nos referimos a gente rica, quien pudiera pensarse que no le falta nada, pero tiene temor precisamente porque esa situación financiera la hace blanco de la delincuencia, tanto ellos como sus hijos. En una respuesta a la pregunta que me hicieron hace días, creo que la decisión es de cada quien, sin embargo, si se decide irse, creo que es lo más conveniente hacerlo cuando los hijos son muy pequeños, para que así puedan tener un sentido de pertenencia y desarrollarse en una comunidad en determinado, en el entendido que los pequeños son la prioridad, ya que un adulto irremediablemente tendrá que romper con algo que es parte de sí. Esto es muy diferente a quienes se consideran ciudadanos del mundo, trabajando y viajando, pero siempre con el corazón depositado en un lugar. Ahora bien, lo dicho es una mera opinión, cada quien decide y cada quien es, como dije, el conjunto de la consecuencia de sus actos. Hasta la próxima semana.

Dudas o comentarios: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com; síganme en facebook por mi nombre y en twitter: @vicente_aven.