/ domingo 4 de agosto de 2019

Las formas de la conciencia

Son, tal vez, como un conjunto de vasos y copas. Me explico: podríamos servirnos un whisky en una copa triangular de Martini, en una copa de champagne o en una copa amplia de las que se usan para el coñac. Pero no funcionaría el ritual de la copa de mediodía; el whisky debe servirse en un vaso corto de fondo grueso.

Entonces, ¿la forma es el vaso y la conciencia el whisky?; ¿la forma determina la conciencia?; y, ¿existe una relación necesaria entre la forma y la conciencia? Tal vez.

En este punto hemos suscitado otra serie de interrogantes: ¿Existe solo un tipo o clase de conciencia, o es posible la existencia de una taxonomía o catálogo de conciencias?

Estas cuestiones parecen de fácil respuesta pero no es así.

Veamos. Podríamos responder que no existe una sino varias ‘conciencias’ porque no es la misma la de un individuo que ocupa su vida en la comisión de delitos, supongamos un asaltante de usuarios del transporte público o un ‘huachicolero’, que, por ejemplo, la de un neurocirujano que dedica sus días a la salud de sus pacientes y, además, en sus ratos de ocio lee, cuidadosamente a Borges y escucha a Bach.

Es evidente que no puede ser la misma ‘conciencia’ porque en este caso existen dos ‘formas’ distintas; es decir, existe la ‘forma 1’ es el ‘huachicolero’ y la ‘forma 2’ es el neurocirujano. Luego entonces, la ‘forma’ es el hombre, es decir, la forma se construye con un conjunto de juicios, elecciones, aficiones, estudios y trabajo.

Dicho de otra manera: el hombre construye la ‘forma’ de su ‘conciencia’ por medio del vicio en el caso 1; o por medio de la virtud en el caso 2. Karl Marx, en el siglo XIX, formuló esta proposición de la siguiente manera: ‘El ser social determina la conciencia.’ Ahora nos corresponde dilucidar qué es aquello que configura al ‘ser.’ ¿El ‘ser’ es, acaso, una fatalidad y si mis padres fueron esclavos, yo —entonces— de manera necesaria seré esclavo y mis hijos también?

Los deterministas responderán que sí, que efectivamente así será y que la única redención posible del esclavo será obra del Estado —la Institución de instituciones, el Leviatán, “El Ogro Filantrópico— y que nunca será posible la liberación personal.

(En este momento de la divagación vienen a mi memoria dos libros “El individuo y la historia” de Plejanov —un expediente de propaganda leninista; y, por otra parte, “Hombres representativos”, de Emerson—una joya de la libertad personal.)

Los liber-albedristas sostendrán, en contra de la tesis de los deterministas, que el hombre (todos) es capaz (siempre) de elegir el bien y libertarse de la servidumbre de la pereza y el vicio. Los pensadores de la libertad personal propondrán como paradigma al filósofo Epicteto, al que nació como esclavo y murió como hombre libre. Y tal vez también a Agustín de Hipona, el pagano libertino que en su juventud fue profesor de retórica y en su madurez —conversión mediante— preclaro filósofo y padre de la iglesia.

Recapitulando: Forma y conciencia son indivisibles. Forma y conciencia son el hombre. La esclavitud es una elección.

Corolario. El whisky no se toma en copa.

Son, tal vez, como un conjunto de vasos y copas. Me explico: podríamos servirnos un whisky en una copa triangular de Martini, en una copa de champagne o en una copa amplia de las que se usan para el coñac. Pero no funcionaría el ritual de la copa de mediodía; el whisky debe servirse en un vaso corto de fondo grueso.

Entonces, ¿la forma es el vaso y la conciencia el whisky?; ¿la forma determina la conciencia?; y, ¿existe una relación necesaria entre la forma y la conciencia? Tal vez.

En este punto hemos suscitado otra serie de interrogantes: ¿Existe solo un tipo o clase de conciencia, o es posible la existencia de una taxonomía o catálogo de conciencias?

Estas cuestiones parecen de fácil respuesta pero no es así.

Veamos. Podríamos responder que no existe una sino varias ‘conciencias’ porque no es la misma la de un individuo que ocupa su vida en la comisión de delitos, supongamos un asaltante de usuarios del transporte público o un ‘huachicolero’, que, por ejemplo, la de un neurocirujano que dedica sus días a la salud de sus pacientes y, además, en sus ratos de ocio lee, cuidadosamente a Borges y escucha a Bach.

Es evidente que no puede ser la misma ‘conciencia’ porque en este caso existen dos ‘formas’ distintas; es decir, existe la ‘forma 1’ es el ‘huachicolero’ y la ‘forma 2’ es el neurocirujano. Luego entonces, la ‘forma’ es el hombre, es decir, la forma se construye con un conjunto de juicios, elecciones, aficiones, estudios y trabajo.

Dicho de otra manera: el hombre construye la ‘forma’ de su ‘conciencia’ por medio del vicio en el caso 1; o por medio de la virtud en el caso 2. Karl Marx, en el siglo XIX, formuló esta proposición de la siguiente manera: ‘El ser social determina la conciencia.’ Ahora nos corresponde dilucidar qué es aquello que configura al ‘ser.’ ¿El ‘ser’ es, acaso, una fatalidad y si mis padres fueron esclavos, yo —entonces— de manera necesaria seré esclavo y mis hijos también?

Los deterministas responderán que sí, que efectivamente así será y que la única redención posible del esclavo será obra del Estado —la Institución de instituciones, el Leviatán, “El Ogro Filantrópico— y que nunca será posible la liberación personal.

(En este momento de la divagación vienen a mi memoria dos libros “El individuo y la historia” de Plejanov —un expediente de propaganda leninista; y, por otra parte, “Hombres representativos”, de Emerson—una joya de la libertad personal.)

Los liber-albedristas sostendrán, en contra de la tesis de los deterministas, que el hombre (todos) es capaz (siempre) de elegir el bien y libertarse de la servidumbre de la pereza y el vicio. Los pensadores de la libertad personal propondrán como paradigma al filósofo Epicteto, al que nació como esclavo y murió como hombre libre. Y tal vez también a Agustín de Hipona, el pagano libertino que en su juventud fue profesor de retórica y en su madurez —conversión mediante— preclaro filósofo y padre de la iglesia.

Recapitulando: Forma y conciencia son indivisibles. Forma y conciencia son el hombre. La esclavitud es una elección.

Corolario. El whisky no se toma en copa.