/ jueves 18 de enero de 2024

Los jóvenes no deben olvidar a José Agustín

Hace unas horas fue noticia el amparo concedido a una niña de secundaria, en Zacatecas, que no fue aceptada en la escuela por llevar el cabello teñido de azul, ante esto, algunos celebran que es un triunfo de las libertades, lo cual no creo que sea del todo cierto. Si nos preguntamos quién es una persona libre podríamos contestar de muchas y diversas maneras, en general, podemos decir que se trata de un sujeto que puede hacer lo que quiera, sin afectar derechos de terceros ni el interés público, pero realmente ¿Traer el cabello o vestir de algún modo nos hace libres? Más cuando vivimos una inseguridad notoria en el país, cuando no podemos emprender un negocio por las dificultades financieras y hasta la amenaza de cobro de piso, entre tantas cosas, es más, no podemos negar la censura que existe en el país y el peligro de ser preso político, así que cuando señalemos que existe un triunfo de la libertad debemos ser muy cautelosos y no confundirlos con exhibicionismos, que efectivamente son legales y hasta legítimos, pero que no aportan a la solución de los problemas estructurales del país que afectan a todos.

José Agustín Ramírez Gómez nació circunstancialmente en Guadalajara, pero siempre se consideró Acapulqueño, ese puerto maravilloso que durante décadas fue la mejor playa del mundo y que esperemos se recupere pronto.

No podemos decir que todos los aspectos de la vida de un hombre son constructivos o dignos de replicarse, eso aplica para todos, por eso creer en deidades, santos o profetas inmaculados es algo poco o nada humano.

En mis años de estudiante, en la facultad de Filosofía y Letras de la Buap, José Agustín era un símbolo de libertad y de crítica a la situación. Personalmente el título de la novela “Se está haciendo tarde” ha significado mucho en mi vida y el contenido de ella era imaginado por un servidor como una gran aventura, me hubiera gustado experimentar, con el detalle del texto, alguna de las conductas de los personajes de la obra que consolidó al recién fallecido.

Desgraciadamente hoy vivimos una exaltación de las supuestas libertades y la devaluación de las responsabilidades, los activismos son muchas veces una simulación y buena parte de los jóvenes son presos del narcisismo impuesto por las redes sociales, muchos de ellos nacen y viven con el celular en la mano y caen en una ansiedad notable cuando no están conectados, siendo una especie de presos de conciencia de un dispositivo electrónico, aparte de las adicciones al alcohol y otras drogas duras ¡Un auténtico desperdicio de vida!

José Agustín nunca negó su consumo a la “hierba” y a los hongos alucinógenos, es más, en alguna entrevista salía bebiendo una cerveza obscura, al lado de envases vacíos que atestiguaban el consumo de ese día, pero también era un hombre sumamente estudioso, cuyo talento se demostró desde pequeño y cuya producción literaria surgió desde la niñez. Aparte tuvo la oportunidad de ser una celebridad y tener una participación en la industria cinematográfica, al grado de llegar a tener alguna cita con la “novia de México”, Angélica María. Como buen intelectual de izquierda, estuvo preso, no por motivos políticos, sino por ser sorprendido consumiendo mariguana y tener la mala fortuna de estar cerca, en ese momento, de unos traficantes, curiosamente fue detenido por el legendario “Negro” Durazo y convivir con presos políticos como José Revueltas durante su encarcelamiento.

La serie de libros “Tragicomedia Mexicana” es muestra de una crítica que los jóvenes y todos los ciudadanos debemos hacer y no pensar que el país “está mejor que nunca”, como dijo la precandidata del partido oficial recientemente.

José Agustín fue crítico, artista, novelista, dramaturgo, cineasta, esposo y padre de 3 varones, pero sobre todo un hombre libre, sumamente alegre, cuyas enseñanzas no deben ser olvidadas por una juventud alienada por influencers, egoísmos, miedos e irresponsabilidades que cada vez descomponen más a la sociedad. Hasta la próxima.

@vicente_aven


Hace unas horas fue noticia el amparo concedido a una niña de secundaria, en Zacatecas, que no fue aceptada en la escuela por llevar el cabello teñido de azul, ante esto, algunos celebran que es un triunfo de las libertades, lo cual no creo que sea del todo cierto. Si nos preguntamos quién es una persona libre podríamos contestar de muchas y diversas maneras, en general, podemos decir que se trata de un sujeto que puede hacer lo que quiera, sin afectar derechos de terceros ni el interés público, pero realmente ¿Traer el cabello o vestir de algún modo nos hace libres? Más cuando vivimos una inseguridad notoria en el país, cuando no podemos emprender un negocio por las dificultades financieras y hasta la amenaza de cobro de piso, entre tantas cosas, es más, no podemos negar la censura que existe en el país y el peligro de ser preso político, así que cuando señalemos que existe un triunfo de la libertad debemos ser muy cautelosos y no confundirlos con exhibicionismos, que efectivamente son legales y hasta legítimos, pero que no aportan a la solución de los problemas estructurales del país que afectan a todos.

José Agustín Ramírez Gómez nació circunstancialmente en Guadalajara, pero siempre se consideró Acapulqueño, ese puerto maravilloso que durante décadas fue la mejor playa del mundo y que esperemos se recupere pronto.

No podemos decir que todos los aspectos de la vida de un hombre son constructivos o dignos de replicarse, eso aplica para todos, por eso creer en deidades, santos o profetas inmaculados es algo poco o nada humano.

En mis años de estudiante, en la facultad de Filosofía y Letras de la Buap, José Agustín era un símbolo de libertad y de crítica a la situación. Personalmente el título de la novela “Se está haciendo tarde” ha significado mucho en mi vida y el contenido de ella era imaginado por un servidor como una gran aventura, me hubiera gustado experimentar, con el detalle del texto, alguna de las conductas de los personajes de la obra que consolidó al recién fallecido.

Desgraciadamente hoy vivimos una exaltación de las supuestas libertades y la devaluación de las responsabilidades, los activismos son muchas veces una simulación y buena parte de los jóvenes son presos del narcisismo impuesto por las redes sociales, muchos de ellos nacen y viven con el celular en la mano y caen en una ansiedad notable cuando no están conectados, siendo una especie de presos de conciencia de un dispositivo electrónico, aparte de las adicciones al alcohol y otras drogas duras ¡Un auténtico desperdicio de vida!

José Agustín nunca negó su consumo a la “hierba” y a los hongos alucinógenos, es más, en alguna entrevista salía bebiendo una cerveza obscura, al lado de envases vacíos que atestiguaban el consumo de ese día, pero también era un hombre sumamente estudioso, cuyo talento se demostró desde pequeño y cuya producción literaria surgió desde la niñez. Aparte tuvo la oportunidad de ser una celebridad y tener una participación en la industria cinematográfica, al grado de llegar a tener alguna cita con la “novia de México”, Angélica María. Como buen intelectual de izquierda, estuvo preso, no por motivos políticos, sino por ser sorprendido consumiendo mariguana y tener la mala fortuna de estar cerca, en ese momento, de unos traficantes, curiosamente fue detenido por el legendario “Negro” Durazo y convivir con presos políticos como José Revueltas durante su encarcelamiento.

La serie de libros “Tragicomedia Mexicana” es muestra de una crítica que los jóvenes y todos los ciudadanos debemos hacer y no pensar que el país “está mejor que nunca”, como dijo la precandidata del partido oficial recientemente.

José Agustín fue crítico, artista, novelista, dramaturgo, cineasta, esposo y padre de 3 varones, pero sobre todo un hombre libre, sumamente alegre, cuyas enseñanzas no deben ser olvidadas por una juventud alienada por influencers, egoísmos, miedos e irresponsabilidades que cada vez descomponen más a la sociedad. Hasta la próxima.

@vicente_aven