/ lunes 11 de marzo de 2024

2024 un un espejo de 1994 

Bien decía Mark Twain que “La historia no se repite pero vaya que a veces rima”, treinta años han pasado desde aquel traumático 1994, que para muchas mexicanas y mexicanos dejó una herida que aún no cierra, tan cerca y tan lejos estábamos de la oportunidad real de llevar a nuestro país al primer mundo, sin embargo todo lo que podía salir mal ese año, salió mal. Tres décadas después seguimos divagando entre la delgada línea del progreso y el retroceso, encontrándonos nuevamente frente a un proceso electoral, que definirá de nueva cuenta y como mínimo, nuestros próximos 30 años.

Si bien este curioso paralelismo entre 1994 y 2024, tiene dos contextos diametralmente opuestos, si cuenta con protagonistas principales que aunque tengan muy marcadas diferencias de preparación y visión política, en el actuar como presidentes de la república, se parecen más de lo que nos pudiéramos imaginar, sobre todo en la recta final de sus administraciones, así es estamos hablando de Carlos Salinas de Gortari y Andrés Manuel López Obrador.

Ambos mandatarios llegaron a su último año de administración con una palpable popularidad, 74.1% para Salinas de acuerdo a Mitofsky y 69% para López Obrador de acuerdo a Oraculus, está simpatía se explica en buena medida gracias a sus programas sociales, pues así como la administración de Salinas se caracterizó por su programa solidaridad, el sello del lopezobradorato es el de asistencialismo social.

Sin embargo parece ser que ambos dejarán algo más que programas sociales y eso es una gran crisis económica, si bien la actual no comprende un panorama internacional como si lo fuera el efecto tequila.

La 4t ha estado realizando un uso indiscriminado del gasto público y el fracaso de obras que costaron mucho más de lo que prometieron y que no generan una tasa de retorno, sólo agrava la situación, esto además de un sin control de los recursos empleados para los programas del gobierno y peor si se aprobara la utópica reforma a las pensiones, generaría que en el corto plazo, podría haber un déficit fiscal y un endeudamiento para el 2025.

Sin embargo los programas sociales no son la única característica que tendrían en común, pues otro aspecto a resaltar son los roces que tuvieron con la prensa, desde López Obrador denostando investigaciones y calumniando comunicadores, hasta Salinas y su frase “A la prensa ni la veo ni la escucho”

Para el caso ambas gestiones se encuentran conectadas por el tratado de libre comercio iniciado por Salinas de Gortari y recientemente renegociado por la administración de López Obrador y ambas parecen dejar listos los prolegómenos para una crisis económica, si bien el llamado efecto tequila fue una crisis de proporciones internacionales, cierto es que la 4t mantiene un uso indiscriminado del gasto público, y trae a cuestas el fracaso de obras que costaron mucho más de lo que prometieron y que no generan una tasa de retorno, además de un sin control de los recursos empleados para los programas del gobierno y peor si se aprobara la utópica reforma a las pensiones, generaría en el corto plazo un déficit fiscal y endeudamiento para el 2025.

Y por si fuera poco el actual presidente también tiene un familiar incómodo, o varios, así como sucedió con Raúl Salinas de Gortari quizá deban extremar precauciones figuras como Pío López Obrador o Andrés López Beltrán.

Todo lo anteriormente expuesto bajo el margen del 2024 de escándalo que está teniendo López Obrador, dónde no sale de una polémica cuando ya se encuentra metido en otra, por lo que pudiera ser el paralelismo con Salinas, de perder el control del país el último año de su administración, por ello es de vital importancia señalar nuevamente la trascendencia del presente proceso electoral, porque quien no conoce su historia está condenado a repetirla.


Bien decía Mark Twain que “La historia no se repite pero vaya que a veces rima”, treinta años han pasado desde aquel traumático 1994, que para muchas mexicanas y mexicanos dejó una herida que aún no cierra, tan cerca y tan lejos estábamos de la oportunidad real de llevar a nuestro país al primer mundo, sin embargo todo lo que podía salir mal ese año, salió mal. Tres décadas después seguimos divagando entre la delgada línea del progreso y el retroceso, encontrándonos nuevamente frente a un proceso electoral, que definirá de nueva cuenta y como mínimo, nuestros próximos 30 años.

Si bien este curioso paralelismo entre 1994 y 2024, tiene dos contextos diametralmente opuestos, si cuenta con protagonistas principales que aunque tengan muy marcadas diferencias de preparación y visión política, en el actuar como presidentes de la república, se parecen más de lo que nos pudiéramos imaginar, sobre todo en la recta final de sus administraciones, así es estamos hablando de Carlos Salinas de Gortari y Andrés Manuel López Obrador.

Ambos mandatarios llegaron a su último año de administración con una palpable popularidad, 74.1% para Salinas de acuerdo a Mitofsky y 69% para López Obrador de acuerdo a Oraculus, está simpatía se explica en buena medida gracias a sus programas sociales, pues así como la administración de Salinas se caracterizó por su programa solidaridad, el sello del lopezobradorato es el de asistencialismo social.

Sin embargo parece ser que ambos dejarán algo más que programas sociales y eso es una gran crisis económica, si bien la actual no comprende un panorama internacional como si lo fuera el efecto tequila.

La 4t ha estado realizando un uso indiscriminado del gasto público y el fracaso de obras que costaron mucho más de lo que prometieron y que no generan una tasa de retorno, sólo agrava la situación, esto además de un sin control de los recursos empleados para los programas del gobierno y peor si se aprobara la utópica reforma a las pensiones, generaría que en el corto plazo, podría haber un déficit fiscal y un endeudamiento para el 2025.

Sin embargo los programas sociales no son la única característica que tendrían en común, pues otro aspecto a resaltar son los roces que tuvieron con la prensa, desde López Obrador denostando investigaciones y calumniando comunicadores, hasta Salinas y su frase “A la prensa ni la veo ni la escucho”

Para el caso ambas gestiones se encuentran conectadas por el tratado de libre comercio iniciado por Salinas de Gortari y recientemente renegociado por la administración de López Obrador y ambas parecen dejar listos los prolegómenos para una crisis económica, si bien el llamado efecto tequila fue una crisis de proporciones internacionales, cierto es que la 4t mantiene un uso indiscriminado del gasto público, y trae a cuestas el fracaso de obras que costaron mucho más de lo que prometieron y que no generan una tasa de retorno, además de un sin control de los recursos empleados para los programas del gobierno y peor si se aprobara la utópica reforma a las pensiones, generaría en el corto plazo un déficit fiscal y endeudamiento para el 2025.

Y por si fuera poco el actual presidente también tiene un familiar incómodo, o varios, así como sucedió con Raúl Salinas de Gortari quizá deban extremar precauciones figuras como Pío López Obrador o Andrés López Beltrán.

Todo lo anteriormente expuesto bajo el margen del 2024 de escándalo que está teniendo López Obrador, dónde no sale de una polémica cuando ya se encuentra metido en otra, por lo que pudiera ser el paralelismo con Salinas, de perder el control del país el último año de su administración, por ello es de vital importancia señalar nuevamente la trascendencia del presente proceso electoral, porque quien no conoce su historia está condenado a repetirla.