/ lunes 18 de marzo de 2024

Crónica de un circo de tres pistas

Lo sucedido la semana pasada en nuestro país, bien pudiera ser el guion de una sátira o una parodia a la tragicomedia que es la política mexicana. Todo comenzó el jueves de hace dos semanas cuando normalistas de Guerrero protestaban a las afueras de palacio nacional, reclamando el abandono por parte del presidente López Obrador a los familiares de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, el cual luego de la irresponsable promesa de encontrarlos con vida (pues todo indica a su deceso) y tras cinco años de investigación, terminaron revelando una conclusión casi igual a la mal llamada verdad histórica de la administración de Enrique Peña Nieto, no pudiendo ahondar más en el caso sin comprometer a su principal aliado en este sexenio, los militares.

El saldo de esa protesta terminó con una de las puertas de palacio nacional derribada, utilizando una camioneta de la CFE al mismo tiempo que se desarrollaba la mañanera, al día siguiente una de las personas que participaron en la protesta, el joven de 23 años Yanqui Kothan fue abatido por un policía del estado de Guerrero cuando se detuvo a comprar unos cigarros, la respuesta por parte del estado que encabeza la gobernadora morenista Evelyn Salgado, fue la misma de Amlo con los jóvenes ultimados en Celaya, acusar sin pruebas al normalista de estar bajo los influjos de alcohol o drogas, en una camioneta robada y de haber iniciado él la agresión a tiros con los policías.

Por si la simple noticia de haber perdido un hijo a manos del estado no fuera suficiente, el colmo es tener que rápidamente hacerle estudios toxicológicos al cuerpo para probar su inocencia, la madre del joven hizo público que los análisis señalaban que no había rastros de consumo de ningún tipo de estupefacientes, ni alcohol y que en sus manos no había evidencia de pólvora, lo cual desmentía la versión tratada de difundir por la fiscalía de Guerrero, el asunto escaló hasta la mañanera del día siguiente con el mismísimo López Obrador confirmando que el joven había perdido la vida a manos de un policía, generando así un cruce de declaraciones entre la fiscalía del estado de Guerrero en manos de morena y la fiscalía federal también en manos de morena.

Pero sin duda el clímax de la incompetencia se dio al día siguiente cuando el policía responsable de la muerte del joven logró fugarse, y la fiscalía federal enviaba dos elementos a investigar personalmente el caso, luego de esto y al mismo tiempo en que Claudia Sheinbaum decía en un mitin que en México no hay inseguridad, estos dos elementos de la fiscalía federal eran privados de su libertad entrando al estado de Guerrero, afortunadamente fueron liberados luego de 30 horas sin dar más información al respecto y del policía prófugo tampoco se sabe nada más hasta el momento.

Pero el desastre no termina ahí, luego de esa jornada normalistas indignados por la situación iniciaron una violenta protesta en Chilpancingo, incendiando camionetas del gobierno y saqueando sus oficinas, un nuevo absurdo se vivió cuando se movilizó a la guardia nacional para controlar las agresiones, y pobladores de la zona tomaron de rehenes a 14 de estos elementos por más de 8 horas, dejando en evidencia el desgobierno y el tamaño de la crisis en ese estado, en un caso que desnuda la incompetencia gubernamental en la que vivimos ¿Cómo pretende el gobierno cuidar a la ciudadanía de la violencia rampante que impera, si ni siquiera pueden proteger palacio nacional, si ni siquiera pueden controlar una manifestación en una comunidad de 12 mil habitantes, si ni siquiera pueden capturar a un policía implicado en un caso de homicidio, ni garantizar la seguridad de elementos de la fiscalía federal?

Todo lo anteriormente relatado se da en medio de una crisis por inseguridad sin precedentes en Guerrero, donde el crimen y la extorsión están fuera de control, legisladores de oposición incluso han pedido la desaparición de poderes en esta entidad, encontrándose con la inverosímil respuesta en el senado del morenista Félix Salgado Macedonio (Padre de la gobernadora de Guerrero) acusando a los medios de magnificar la situación y asegurando que en ese estado se respira la paz.

Pero a todo esto ¿Cuál fue la respuesta del titular del ejecutivo? Una crisis que hubiera descolocado a cualquier otra administración, pasó a segundo plano para el presidente de la república, quien en su mañanera menosprecio el desgobierno y la crisis que hay en Guerrero, situándose como siempre en el papel de víctima en contraste con la realidad, pues luego de todo lo ocurrido volvió al hecho con el que se inició esta columna, la protesta en palacio nacional, y en un acto irrisorio saco en plena conferencia matutina una resortera y una bolsa con piedras, señalándolas como el “Arma Destructiva” con la que se había atacado su palacio.

La situación vivida estas últimas semanas en Guerrero es la perfecta radiografía de lo que fue abrazos no balazos, convirtiendo la situación en nada más que un circo de tres pistas: La primera el fracaso rotundo en la estrategia de seguridad, la segunda el desgobierno que se vive y la tercera la autovictimización con la que las autoridades indultan su falta de resultados.

Está de más decir que la reunión que tiene pactada para dentro de unas semanas el presidente con los padres de los normalistas desaparecidos hace ya 10 años, que ahora le acusan de ser el responsable de que de los 43 de Ayotzinapa ahora sean 44, será un episodio ríspido y tenso por decirlo menos, parece ser que el haber lucrado con la tragedia de los normalistas terminará cobrando factura estas próximas semanas, pues no se ve cómo pueda resolver el caso en 14 días, cuando no pudo hacerlo en 5 años y los ánimos están más calientes que nunca.

Lo sucedido la semana pasada en nuestro país, bien pudiera ser el guion de una sátira o una parodia a la tragicomedia que es la política mexicana. Todo comenzó el jueves de hace dos semanas cuando normalistas de Guerrero protestaban a las afueras de palacio nacional, reclamando el abandono por parte del presidente López Obrador a los familiares de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, el cual luego de la irresponsable promesa de encontrarlos con vida (pues todo indica a su deceso) y tras cinco años de investigación, terminaron revelando una conclusión casi igual a la mal llamada verdad histórica de la administración de Enrique Peña Nieto, no pudiendo ahondar más en el caso sin comprometer a su principal aliado en este sexenio, los militares.

El saldo de esa protesta terminó con una de las puertas de palacio nacional derribada, utilizando una camioneta de la CFE al mismo tiempo que se desarrollaba la mañanera, al día siguiente una de las personas que participaron en la protesta, el joven de 23 años Yanqui Kothan fue abatido por un policía del estado de Guerrero cuando se detuvo a comprar unos cigarros, la respuesta por parte del estado que encabeza la gobernadora morenista Evelyn Salgado, fue la misma de Amlo con los jóvenes ultimados en Celaya, acusar sin pruebas al normalista de estar bajo los influjos de alcohol o drogas, en una camioneta robada y de haber iniciado él la agresión a tiros con los policías.

Por si la simple noticia de haber perdido un hijo a manos del estado no fuera suficiente, el colmo es tener que rápidamente hacerle estudios toxicológicos al cuerpo para probar su inocencia, la madre del joven hizo público que los análisis señalaban que no había rastros de consumo de ningún tipo de estupefacientes, ni alcohol y que en sus manos no había evidencia de pólvora, lo cual desmentía la versión tratada de difundir por la fiscalía de Guerrero, el asunto escaló hasta la mañanera del día siguiente con el mismísimo López Obrador confirmando que el joven había perdido la vida a manos de un policía, generando así un cruce de declaraciones entre la fiscalía del estado de Guerrero en manos de morena y la fiscalía federal también en manos de morena.

Pero sin duda el clímax de la incompetencia se dio al día siguiente cuando el policía responsable de la muerte del joven logró fugarse, y la fiscalía federal enviaba dos elementos a investigar personalmente el caso, luego de esto y al mismo tiempo en que Claudia Sheinbaum decía en un mitin que en México no hay inseguridad, estos dos elementos de la fiscalía federal eran privados de su libertad entrando al estado de Guerrero, afortunadamente fueron liberados luego de 30 horas sin dar más información al respecto y del policía prófugo tampoco se sabe nada más hasta el momento.

Pero el desastre no termina ahí, luego de esa jornada normalistas indignados por la situación iniciaron una violenta protesta en Chilpancingo, incendiando camionetas del gobierno y saqueando sus oficinas, un nuevo absurdo se vivió cuando se movilizó a la guardia nacional para controlar las agresiones, y pobladores de la zona tomaron de rehenes a 14 de estos elementos por más de 8 horas, dejando en evidencia el desgobierno y el tamaño de la crisis en ese estado, en un caso que desnuda la incompetencia gubernamental en la que vivimos ¿Cómo pretende el gobierno cuidar a la ciudadanía de la violencia rampante que impera, si ni siquiera pueden proteger palacio nacional, si ni siquiera pueden controlar una manifestación en una comunidad de 12 mil habitantes, si ni siquiera pueden capturar a un policía implicado en un caso de homicidio, ni garantizar la seguridad de elementos de la fiscalía federal?

Todo lo anteriormente relatado se da en medio de una crisis por inseguridad sin precedentes en Guerrero, donde el crimen y la extorsión están fuera de control, legisladores de oposición incluso han pedido la desaparición de poderes en esta entidad, encontrándose con la inverosímil respuesta en el senado del morenista Félix Salgado Macedonio (Padre de la gobernadora de Guerrero) acusando a los medios de magnificar la situación y asegurando que en ese estado se respira la paz.

Pero a todo esto ¿Cuál fue la respuesta del titular del ejecutivo? Una crisis que hubiera descolocado a cualquier otra administración, pasó a segundo plano para el presidente de la república, quien en su mañanera menosprecio el desgobierno y la crisis que hay en Guerrero, situándose como siempre en el papel de víctima en contraste con la realidad, pues luego de todo lo ocurrido volvió al hecho con el que se inició esta columna, la protesta en palacio nacional, y en un acto irrisorio saco en plena conferencia matutina una resortera y una bolsa con piedras, señalándolas como el “Arma Destructiva” con la que se había atacado su palacio.

La situación vivida estas últimas semanas en Guerrero es la perfecta radiografía de lo que fue abrazos no balazos, convirtiendo la situación en nada más que un circo de tres pistas: La primera el fracaso rotundo en la estrategia de seguridad, la segunda el desgobierno que se vive y la tercera la autovictimización con la que las autoridades indultan su falta de resultados.

Está de más decir que la reunión que tiene pactada para dentro de unas semanas el presidente con los padres de los normalistas desaparecidos hace ya 10 años, que ahora le acusan de ser el responsable de que de los 43 de Ayotzinapa ahora sean 44, será un episodio ríspido y tenso por decirlo menos, parece ser que el haber lucrado con la tragedia de los normalistas terminará cobrando factura estas próximas semanas, pues no se ve cómo pueda resolver el caso en 14 días, cuando no pudo hacerlo en 5 años y los ánimos están más calientes que nunca.