/ lunes 1 de abril de 2024

¿Qué esperar del primer debate presidencial?

Terminada la semana santa concluye la última pausa antes de un enfoque total y absoluto en el proceso electoral, iniciando con nada más y nada menos que el primer debate presidencial entre Claudia Sheinbaun, Xóchitl Gálvez y Jorge Álvarez Máynez. Con el debate a celebrarse el próximo 7 de abril, se conmemoran ya 30 años del primer debate presidencial en México, en donde participaron Cuauhtémoc Cárdenas, Ernesto Zedillo y Diego Fernández de Ceballos en 1994.

Desde entonces y hasta la fecha los debates han sido un factor de definición en las elecciones, tanto por lo que pasa como por lo que no pasa, como en la elección del 2006 en donde el actual presidente Andrés Manuel López Obrador pagó muy caro el no asistir a uno de los debates, o como sucedió en los del 2018 donde salió avante de las embestidas de sus adversarios, asegurando su ventaja y su posterior triunfo.

Con respecto a cómo llegan ahora los candidatos, cada uno tiene un rol que ejecutar, un rol que nos dará claridad con respecto a cómo va realmente la elección y qué es lo que podría suceder en los próximos dos meses que restan de elecciones, Álvarez Máynez por ejemplo ante una campaña que no prende y que curiosamente se ha centrado en la legalización de la marihuana (habiendo temas muchísimo más prioritarios) revelará el papel que va a jugar, si es un candidato opositor al oficialismo o como muchos aseguran, es el representante de un partido esquirol de la cuarta transformación.

El escenario de Claudia Sheinbaum es muy distinto pues la candidata ha enseñado sus cartas desde el inicio de la elección, mostrando una gran disciplina para con su partido y el presidente, lo que se espera de ella para el debate es que no se salga del guion lopezobradorista de un México próspero, feliz e inexistente, lo que sí vale la pena resaltar es que será la primera ocasión en donde tenga que enfrentarse a un escenario incómodo y será nuestra oportunidad de ver el nivel real de la candidata, pues en este primer mes su campaña se vio marcada por la ausencia en importantes foros como el de Citigroup, la Universidad Iberoamericana o el de la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción.

Xóchitl Gálvez por su parte debe estar ansiosa por que el 7 de abril llegue ya, pues será su primer careo con Claudia Sheinbaum y representa quizá la última oportunidad para competir realmente por la presidencia de la república. Gálvez tendrá el reto de exhibir los otros datos del discurso oficialista y contrastarlos con la realidad del país, quizá la desventaja que tenga Xóchitl en las encuestas se equilibre en el debate mostrándose con un perfil más fresco y menos acartonado en comparación a Sheinbaum, aunque eso sí, deberá prepararse para contestar a los cuestionamientos y críticas por las polémicas de los partidos que la postulan o los actores políticos que la apoyan.

Aunque en este caso las candidatas y el candidato no son los únicos que tendrán que enfrentar controversias sino también el debate per se, esto luego de que la coalición gobernante hiciera pública su molestia con Manuel López San Martín, uno de los moderadores del debate porque en el pasado osó criticar el desempeño del subsecretario de Salud Hugo López Gatell durante la pandemia, ese suceso le ha valido ser criticado por figuras como Fernández Noroña o Mario Delgado, argumentando la incapacidad de San Martín de mantenerse imparcial durante su moderación y solicitando al INE incluso la remoción del periodista, algo que a una semana del debate se ve bastante complicado que suceda.

De este modo llegamos al primero de tres ejercicios democráticos que habrán de definir en buena medida el desarrollo de los presentes comicios, de los cuales se espera estén a la altura de los celebrados en la elección del 2018, esperando también por parte de la ciudadanía un buen desempeño de Sheinbaum, Gálvez y Máynez, que la discusión no gire en torno a qué partido es más corrupto, sino que impere un diálogo nutrido de propuestas certeras y realistas para la mejora del país, que a su vez nos sirva para analizar el fondo de las iniciativas que nos ofrezcan, aunque con todos los antecedentes que hay en la materia quizá eso es mucho pedir. Veamos qué sucede.


Terminada la semana santa concluye la última pausa antes de un enfoque total y absoluto en el proceso electoral, iniciando con nada más y nada menos que el primer debate presidencial entre Claudia Sheinbaun, Xóchitl Gálvez y Jorge Álvarez Máynez. Con el debate a celebrarse el próximo 7 de abril, se conmemoran ya 30 años del primer debate presidencial en México, en donde participaron Cuauhtémoc Cárdenas, Ernesto Zedillo y Diego Fernández de Ceballos en 1994.

Desde entonces y hasta la fecha los debates han sido un factor de definición en las elecciones, tanto por lo que pasa como por lo que no pasa, como en la elección del 2006 en donde el actual presidente Andrés Manuel López Obrador pagó muy caro el no asistir a uno de los debates, o como sucedió en los del 2018 donde salió avante de las embestidas de sus adversarios, asegurando su ventaja y su posterior triunfo.

Con respecto a cómo llegan ahora los candidatos, cada uno tiene un rol que ejecutar, un rol que nos dará claridad con respecto a cómo va realmente la elección y qué es lo que podría suceder en los próximos dos meses que restan de elecciones, Álvarez Máynez por ejemplo ante una campaña que no prende y que curiosamente se ha centrado en la legalización de la marihuana (habiendo temas muchísimo más prioritarios) revelará el papel que va a jugar, si es un candidato opositor al oficialismo o como muchos aseguran, es el representante de un partido esquirol de la cuarta transformación.

El escenario de Claudia Sheinbaum es muy distinto pues la candidata ha enseñado sus cartas desde el inicio de la elección, mostrando una gran disciplina para con su partido y el presidente, lo que se espera de ella para el debate es que no se salga del guion lopezobradorista de un México próspero, feliz e inexistente, lo que sí vale la pena resaltar es que será la primera ocasión en donde tenga que enfrentarse a un escenario incómodo y será nuestra oportunidad de ver el nivel real de la candidata, pues en este primer mes su campaña se vio marcada por la ausencia en importantes foros como el de Citigroup, la Universidad Iberoamericana o el de la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción.

Xóchitl Gálvez por su parte debe estar ansiosa por que el 7 de abril llegue ya, pues será su primer careo con Claudia Sheinbaum y representa quizá la última oportunidad para competir realmente por la presidencia de la república. Gálvez tendrá el reto de exhibir los otros datos del discurso oficialista y contrastarlos con la realidad del país, quizá la desventaja que tenga Xóchitl en las encuestas se equilibre en el debate mostrándose con un perfil más fresco y menos acartonado en comparación a Sheinbaum, aunque eso sí, deberá prepararse para contestar a los cuestionamientos y críticas por las polémicas de los partidos que la postulan o los actores políticos que la apoyan.

Aunque en este caso las candidatas y el candidato no son los únicos que tendrán que enfrentar controversias sino también el debate per se, esto luego de que la coalición gobernante hiciera pública su molestia con Manuel López San Martín, uno de los moderadores del debate porque en el pasado osó criticar el desempeño del subsecretario de Salud Hugo López Gatell durante la pandemia, ese suceso le ha valido ser criticado por figuras como Fernández Noroña o Mario Delgado, argumentando la incapacidad de San Martín de mantenerse imparcial durante su moderación y solicitando al INE incluso la remoción del periodista, algo que a una semana del debate se ve bastante complicado que suceda.

De este modo llegamos al primero de tres ejercicios democráticos que habrán de definir en buena medida el desarrollo de los presentes comicios, de los cuales se espera estén a la altura de los celebrados en la elección del 2018, esperando también por parte de la ciudadanía un buen desempeño de Sheinbaum, Gálvez y Máynez, que la discusión no gire en torno a qué partido es más corrupto, sino que impere un diálogo nutrido de propuestas certeras y realistas para la mejora del país, que a su vez nos sirva para analizar el fondo de las iniciativas que nos ofrezcan, aunque con todos los antecedentes que hay en la materia quizá eso es mucho pedir. Veamos qué sucede.