/ jueves 1 de febrero de 2024

¿Por qué desaparece un partido político?

En las elecciones federales de 2009, el Partido Revolucionario Institucional obtuvo dieciséis de las dieciséis diputaciones en juego, logrando lo que se conocía como “carro completo”, asombrando a propios y extraños, más en el contexto del escándalo del “gober precioso” que todavía estaba reciente en ese año. El lunes siguiente muchos daban por seguro que Javier López Zavala, hoy encarcelado, sería el próximo gobernador y que el PRI seguiría mandando en Puebla por mucho tiempo. Creo que muy pocos, quizá nadie, atisbaba que el tricolor podría desaparecer, pero hoy parece que eso es una realidad innegable, al menos en el caso poblano.

Recientemente renunciaron al instituto creado por Plutarco E. Calles cinco diputados locales, así como hace días sucedió con una figura emblemática del priismo local: Silvia Tanús, además de diversos presidentes municipales, lo cual deja al PRI con un solo legislador en el Congreso del Estado, algo impensable hace apenas un sexenio.

Es por ello que hoy quiero mencionar los factores que hacen que un partido político desaparezca, no sólo en nuestra entidad, sino en el país y en el mundo.

Un instituto de esta naturaleza se compone teóricamente de gente que esta de acuerdo con una declaración de principios y una plataforma de gobierno, o algún documento con diferente nombre, pero con esa naturaleza. Un partido tiene una ideología, estatutos y miembros que tienen una versión de cómo hacerse del poder y procurar una buena administración para todos.

En el caso del priismo encontramos la huida a otros institutos políticos, recordando que todas las elecciones siguen realizándose al estilo de lo que inicialmente fue el PNR, es decir, mediante los artilugios e irregularidades para lograr el voto. De estas nocivas prácticas nadie puede decirse ajeno, aunque el negacionismo que vivimos en nuestros días es algo que raya en lo patológico.

Esto evidencia una falta de lealtad y disciplina, características que le dieron al PRI una permanencia de siete décadas y que lo hicieron invencible, mientras estuvieron unidos y los órganos electorales no eran controlados absolutamente por el estado, es por eso que la independencia del INE debe ser prioridad para el país y no regresar a los autoritarismos que tanto daño hicieron y pueden volver a hacer.

Un partido puede perder el registro, pero eso no significa su desaparición, pensemos en los tantos partidos llamados “bonsái” (nacieron para no crecer) que había en nuestro país y que eventualmente fueron disueltos, como el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana o el Partido Demócrata Mexicano, conocido por el emblema del gallito rosa.

Un partido también desaparece porque sus principios pasan de moda o no son actuales, pienso en los partidos comunistas que instituyeron el socialismo como su forma de gobierno o donde nunca se pudo instalar, como es el caso del Partido Comunista de la Unión Soviética, KPSS (por sus siglas en ruso), cuya vigencia acabó por la disolución de la URSS; o el Partido Comunista Mexicano, cuyos principios están fuera de todo contexto actual.

El Partido Liberal y el Partido Conservador fueron dos institutos que reflejaban dos proyectos diferentes para el país, los cuales desaparecieron como tal, recordando que esas visiones tan diferentes no abonan a una nación unida y con ideología libre.

La guerra es otro factor, recordemos al Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP), cuyo gobierno se lanzó a una aventura bélica que puso en jaque a Europa y quizá pudo haber instaurado un nuevo orden mundial, pero que sucumbió al concluir la Segunda Guerra Mundial, al igual que el Partido Nacional Fascista en Italia.

Es respetable pertenecer a un partido, pero cambiarse constantemente de él denota una gran ambición y falta de convicciones, como sucede en buena parte de los políticos mexicanos.

@vicente_aven

En las elecciones federales de 2009, el Partido Revolucionario Institucional obtuvo dieciséis de las dieciséis diputaciones en juego, logrando lo que se conocía como “carro completo”, asombrando a propios y extraños, más en el contexto del escándalo del “gober precioso” que todavía estaba reciente en ese año. El lunes siguiente muchos daban por seguro que Javier López Zavala, hoy encarcelado, sería el próximo gobernador y que el PRI seguiría mandando en Puebla por mucho tiempo. Creo que muy pocos, quizá nadie, atisbaba que el tricolor podría desaparecer, pero hoy parece que eso es una realidad innegable, al menos en el caso poblano.

Recientemente renunciaron al instituto creado por Plutarco E. Calles cinco diputados locales, así como hace días sucedió con una figura emblemática del priismo local: Silvia Tanús, además de diversos presidentes municipales, lo cual deja al PRI con un solo legislador en el Congreso del Estado, algo impensable hace apenas un sexenio.

Es por ello que hoy quiero mencionar los factores que hacen que un partido político desaparezca, no sólo en nuestra entidad, sino en el país y en el mundo.

Un instituto de esta naturaleza se compone teóricamente de gente que esta de acuerdo con una declaración de principios y una plataforma de gobierno, o algún documento con diferente nombre, pero con esa naturaleza. Un partido tiene una ideología, estatutos y miembros que tienen una versión de cómo hacerse del poder y procurar una buena administración para todos.

En el caso del priismo encontramos la huida a otros institutos políticos, recordando que todas las elecciones siguen realizándose al estilo de lo que inicialmente fue el PNR, es decir, mediante los artilugios e irregularidades para lograr el voto. De estas nocivas prácticas nadie puede decirse ajeno, aunque el negacionismo que vivimos en nuestros días es algo que raya en lo patológico.

Esto evidencia una falta de lealtad y disciplina, características que le dieron al PRI una permanencia de siete décadas y que lo hicieron invencible, mientras estuvieron unidos y los órganos electorales no eran controlados absolutamente por el estado, es por eso que la independencia del INE debe ser prioridad para el país y no regresar a los autoritarismos que tanto daño hicieron y pueden volver a hacer.

Un partido puede perder el registro, pero eso no significa su desaparición, pensemos en los tantos partidos llamados “bonsái” (nacieron para no crecer) que había en nuestro país y que eventualmente fueron disueltos, como el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana o el Partido Demócrata Mexicano, conocido por el emblema del gallito rosa.

Un partido también desaparece porque sus principios pasan de moda o no son actuales, pienso en los partidos comunistas que instituyeron el socialismo como su forma de gobierno o donde nunca se pudo instalar, como es el caso del Partido Comunista de la Unión Soviética, KPSS (por sus siglas en ruso), cuya vigencia acabó por la disolución de la URSS; o el Partido Comunista Mexicano, cuyos principios están fuera de todo contexto actual.

El Partido Liberal y el Partido Conservador fueron dos institutos que reflejaban dos proyectos diferentes para el país, los cuales desaparecieron como tal, recordando que esas visiones tan diferentes no abonan a una nación unida y con ideología libre.

La guerra es otro factor, recordemos al Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP), cuyo gobierno se lanzó a una aventura bélica que puso en jaque a Europa y quizá pudo haber instaurado un nuevo orden mundial, pero que sucumbió al concluir la Segunda Guerra Mundial, al igual que el Partido Nacional Fascista en Italia.

Es respetable pertenecer a un partido, pero cambiarse constantemente de él denota una gran ambición y falta de convicciones, como sucede en buena parte de los políticos mexicanos.

@vicente_aven