/ sábado 31 de julio de 2021

¿Qué se necesita para poder opinar de historia?

En vísperas de los 500 años de la caída de Tenochtitlán, muchas voces se manifiestan en contra de España; desde la perspectiva occidental, el bando soviético es pintado como totalitario; y muchos piensan que el antisemitismo fue exclusivo de los nazis, sin embargo, todas estas versiones resultan muy variables, es por eso que hay que contar con diversos conocimientos antes de opinar acerca de los hechos pasados.

Recientemente diversos actores se han manifestado porque España le pida perdón a México por los hechos de la conquista, igualmente las placas con el nombre de Gustavo Díaz Ordaz han sido retiradas de las estaciones del metro, inclusive el otrora Árbol de la Noche Triste ha sido renombrado como el de la Noche Victoriosa, sumando una serie de acciones que son totalmente equivocadas, al menos desde la perspectiva científica y filosófica.

Hay una tendencia actual a querer “purificar” la narración de los hechos pasados, borrando los hechos que nos parecen negativos, situación que ha causado grandes matanzas, ya que precisamente la historia es de ciclos y en ellos encontramos patrones comunes que se podrían evitar si se conocieran y recordaran, no borrándolos.

Pues bien, recordemos que la gran dificultad que tiene la historia es la interpretación de esta y el intentar conocer el contexto en el que se dieron las cosas, además de la calificación ética que se le pueda dar y las fuentes de donde se pueda obtener la información.

En primer lugar, no se puede opinar de historia una persona con limitada información, hay que conocer hechos, personajes y fechas, elementos que, en sí mismos, son difíciles de estudiar.

Hay que tener en cuenta a la historiografía, es decir la ciencia que habla de técnicas y teorías para el análisis e interpretación de la historia, en la cual debemos ser muy cuidadosos con las fuentes a las que recurrimos, en el entendido de que no hay una fiabilidad sobre ellas, ya que se trata de lo que alguien relató acerca de un hecho. Ya con el desarrollo de la tecnología, podemos contar con fotos, audios, videos que nos pueden dar una versión más objetiva de los acontecimientos, pero asegurar que un faraón o tlatoani eran de tal modo, solo porque un escribano lo dijo, es algo muy riesgoso.

Algo que también resulta complicado es intentar entender el contexto en el que se realizaron los hechos, ya que nadie puede emitir un juicio personal de un hecho si no lo ha vivido directamente, o al menos con idea del entorno, de lo contrario se cae en un anacronismo. Pienso ahora en un adolescente que se queja del estrés que produce la escuela, para él sería muy difícil comprender lo que vivieron miles de jóvenes el Día D.

Otro elemento es el subjetivismo y esa máxima que reza “la historia la escriben los vencedores”, en el sentido de que se quiere dar una calificación ética a los hechos, cuando en realidad los acontecimientos presentes son una consecuencia del pasado, sin que haya noción de maldad o bondad. Pensemos ahora en todas las películas de la Segunda Guerra Mundial, en donde los norteamericanos son los “buenos” y son los creadores de un supuesto buen orden mundial.

También es necesario el conocimiento de la dialéctica, ciencia que nos indica que una tesis va cambiando para dar lugar a una nueva, es decir, las formas de pensar cambian constantemente.

Si bien toda nación necesita crear héroes para su conformación, tenemos el problema de idealizar a los sujetos, asumiéndolos como figuras divinas, cuando en realidad fueron seres humanos con virtudes y defectos, como Santa Anna, quien fue héroe y villano.

También no hay que crear versiones románticas de las culturas, como es el caso de los mexicas, quienes actualmente muchos ven con exagerada admiración, inclusive usando el nombre de azteca para muchas cosas, cuando en realidad los mexicanos mayormente tenemos la idiosincrasia, idioma y religión de la Madre Patria.

Como lo mencioné, la historia es de ciclos, por ejemplo, Hitler y Trump comparten muchos rasgos, así que no hay que olvidar al cabo austriaco. Un pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla. Ya para cerrar recordemos que la historia oficial tiene un fin ideológico-político, así que hay que verla todavía con grandes reservas.

La historia no tiene sentido, fin ético o constructivo alguno, va sucediendo y ya, tampoco es un partido de futbol en donde haya que tomar un bando. En el caso mexicano, todos tenemos un poco de Hidalgo, Iturbide, conservadores, liberales y el querer aspirar a un purismo es un error que limita la identidad.

Todos los pueblos son en resultado de procesos violentos y estamos constituidos por todos los agentes que intervinieron en eso, como la vida personal de cada quien, así que hay que tener mucho cuidado antes de opinar del tema.

Lo correcto sería rescatar los elementos de civilidad y concordia, mirar hacia adelante y luchar por propósitos comunes, mientras no pase eso, México seguirá siendo como una persona en depresión, que le echa la culpa de sus desgracias a todos menos a él mismo y que nunca podrá progresar porque esta sumido en auténticos cuentos, errores interpretativos y complejos que hoy, desgraciadamente, parecen irremediables y nos están llevando a una discordia que nunca nos permitirá ser una nación ejemplar. Hasta la próxima.

Dudas o comentarios: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com; síganme en facebook por mi nombre y en twitter: @vicente_aven.

En vísperas de los 500 años de la caída de Tenochtitlán, muchas voces se manifiestan en contra de España; desde la perspectiva occidental, el bando soviético es pintado como totalitario; y muchos piensan que el antisemitismo fue exclusivo de los nazis, sin embargo, todas estas versiones resultan muy variables, es por eso que hay que contar con diversos conocimientos antes de opinar acerca de los hechos pasados.

Recientemente diversos actores se han manifestado porque España le pida perdón a México por los hechos de la conquista, igualmente las placas con el nombre de Gustavo Díaz Ordaz han sido retiradas de las estaciones del metro, inclusive el otrora Árbol de la Noche Triste ha sido renombrado como el de la Noche Victoriosa, sumando una serie de acciones que son totalmente equivocadas, al menos desde la perspectiva científica y filosófica.

Hay una tendencia actual a querer “purificar” la narración de los hechos pasados, borrando los hechos que nos parecen negativos, situación que ha causado grandes matanzas, ya que precisamente la historia es de ciclos y en ellos encontramos patrones comunes que se podrían evitar si se conocieran y recordaran, no borrándolos.

Pues bien, recordemos que la gran dificultad que tiene la historia es la interpretación de esta y el intentar conocer el contexto en el que se dieron las cosas, además de la calificación ética que se le pueda dar y las fuentes de donde se pueda obtener la información.

En primer lugar, no se puede opinar de historia una persona con limitada información, hay que conocer hechos, personajes y fechas, elementos que, en sí mismos, son difíciles de estudiar.

Hay que tener en cuenta a la historiografía, es decir la ciencia que habla de técnicas y teorías para el análisis e interpretación de la historia, en la cual debemos ser muy cuidadosos con las fuentes a las que recurrimos, en el entendido de que no hay una fiabilidad sobre ellas, ya que se trata de lo que alguien relató acerca de un hecho. Ya con el desarrollo de la tecnología, podemos contar con fotos, audios, videos que nos pueden dar una versión más objetiva de los acontecimientos, pero asegurar que un faraón o tlatoani eran de tal modo, solo porque un escribano lo dijo, es algo muy riesgoso.

Algo que también resulta complicado es intentar entender el contexto en el que se realizaron los hechos, ya que nadie puede emitir un juicio personal de un hecho si no lo ha vivido directamente, o al menos con idea del entorno, de lo contrario se cae en un anacronismo. Pienso ahora en un adolescente que se queja del estrés que produce la escuela, para él sería muy difícil comprender lo que vivieron miles de jóvenes el Día D.

Otro elemento es el subjetivismo y esa máxima que reza “la historia la escriben los vencedores”, en el sentido de que se quiere dar una calificación ética a los hechos, cuando en realidad los acontecimientos presentes son una consecuencia del pasado, sin que haya noción de maldad o bondad. Pensemos ahora en todas las películas de la Segunda Guerra Mundial, en donde los norteamericanos son los “buenos” y son los creadores de un supuesto buen orden mundial.

También es necesario el conocimiento de la dialéctica, ciencia que nos indica que una tesis va cambiando para dar lugar a una nueva, es decir, las formas de pensar cambian constantemente.

Si bien toda nación necesita crear héroes para su conformación, tenemos el problema de idealizar a los sujetos, asumiéndolos como figuras divinas, cuando en realidad fueron seres humanos con virtudes y defectos, como Santa Anna, quien fue héroe y villano.

También no hay que crear versiones románticas de las culturas, como es el caso de los mexicas, quienes actualmente muchos ven con exagerada admiración, inclusive usando el nombre de azteca para muchas cosas, cuando en realidad los mexicanos mayormente tenemos la idiosincrasia, idioma y religión de la Madre Patria.

Como lo mencioné, la historia es de ciclos, por ejemplo, Hitler y Trump comparten muchos rasgos, así que no hay que olvidar al cabo austriaco. Un pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla. Ya para cerrar recordemos que la historia oficial tiene un fin ideológico-político, así que hay que verla todavía con grandes reservas.

La historia no tiene sentido, fin ético o constructivo alguno, va sucediendo y ya, tampoco es un partido de futbol en donde haya que tomar un bando. En el caso mexicano, todos tenemos un poco de Hidalgo, Iturbide, conservadores, liberales y el querer aspirar a un purismo es un error que limita la identidad.

Todos los pueblos son en resultado de procesos violentos y estamos constituidos por todos los agentes que intervinieron en eso, como la vida personal de cada quien, así que hay que tener mucho cuidado antes de opinar del tema.

Lo correcto sería rescatar los elementos de civilidad y concordia, mirar hacia adelante y luchar por propósitos comunes, mientras no pase eso, México seguirá siendo como una persona en depresión, que le echa la culpa de sus desgracias a todos menos a él mismo y que nunca podrá progresar porque esta sumido en auténticos cuentos, errores interpretativos y complejos que hoy, desgraciadamente, parecen irremediables y nos están llevando a una discordia que nunca nos permitirá ser una nación ejemplar. Hasta la próxima.

Dudas o comentarios: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com; síganme en facebook por mi nombre y en twitter: @vicente_aven.